Cuando ahora Inés Rodrigo mira por la ventana del metro en Madrid, puede llevar a su mente -como si aún estuviera allí- la línea azulada de los cerros tucumanos recortándose en el horizonte. Dicen que la memoria tiene un modo curioso de superponer mundos, y en la de joven ahora conviven las calles ordenadas, veloces y apuradas de su ciudad natal, con los senderos de tierra de Amaicha del Valle, con los vientos secos de la alta montaña, con el silencio hondo de las comunidades donde trabajó durante un mes como parte de su rotación externa.
Inés es médica interna residente (MIR) de Medicina Familiar y Comunitaria, y está en su cuarto año. En redes sociales la conocen como “Medicina con Inés”, una comunidad que reúne a casi 100.000 seguidores en Instagram y más de 68.000 en TikTok.
Allí fue donde decidió abrir una ventana íntima y sincera a la experiencia que cambiaría su forma de ver la medicina con el “Diario de una médica española en Argentina”, pequeños videos que registran su paso por Tucumán, la tierra que eligió (o que la eligió a ella) para vivir la medicina desde otro lugar.
Hoy, de regreso en Madrid, con el sonido del metro reemplazando al viento de los valles, Inés hace un balance. “Ha sido la experiencia que más me ha marcado, personal y profesionalmente”, repite.
Una recomendación
La posibilidad de hacer una rotación externa siempre había rondado en su mente, pero la brújula se definió cuando unas colegas españolas le hablaron de su experiencia en nuestra provincia.
“Me apetecía ver cómo era la medicina fuera de España”, cuenta. Tucumán le ofrecía algo que no podía encontrar en Europa, como la oportunidad de trabajar en entornos rurales, remotos, en comunidades indígenas que mantienen tradiciones ancestrales, en zonas donde llegar puede implicar horas de caballo o incluso un helicóptero.
Más que un desafío profesional, era una experiencia humana.
En Amaicha del Valle y en la alta montaña, Inés se integró al equipo de atención primaria. Encontró casos similares a los que ve en España -diabetes, hipertensión-, pero también patologías infrecuentes para ella, como hidatidosis, urgencias en entornos apartados y cuidados en los que los recursos son escasos.
Del sur a los Valles: así avanza el ambicioso plan vial que impulsa la Provincia“Aprendí a priorizar, a gestionar, a confiar. A darme cuenta de que no hace falta tener mucho para llegar a la población”, reflexiona.
También descubrió algo que la marcó profundamente y es el rol comunitario del médico. Charlas en escuelas, actividades en plazas, caminatas de horas para visitas domiciliarias. Un vínculo que traspasa el consultorio. “En Madrid sería impensable caminar tres horas para ver un paciente. Allí era parte de la rutina, y la gente lo valora muchísimo”, recuerda.
Dos sistemas de salud
La comparación entre ambos sistemas llegó inevitablemente. Mientras España cuenta con infraestructura sólida, protocolos definidos y acceso universal, Inés vio en Tucumán otro tipo de fortaleza. Una que le da valor al tiempo para escuchar, los vínculos humanos, el agradecimiento y la confianza.
“Allí en la montaña el acceso a medicamentos y especialistas es más difícil, pero el compromiso del personal sanitario es enorme. Y en Argentina, en general, hay más tiempo por paciente, lo que hace que la atención sea muy buena”, señala.
En cada jornada, entre cerros, escuelas y policlínicas, Inés grababa pequeños fragmentos de su día. Así lo que empezó como un registro personal terminó convirtiéndose en un puente con otros médicos, estudiantes, pacientes y curiosos que comenzaron a escribirle. Eran historias que se cruzaban a través del mundo online, y voces que se encontraban con un solo click.
“La respuesta fue preciosa. Mucha gente me decía que se sintió inspirada. Lo que más conecta, creo, es lo humano: la curiosidad por ver cómo vive y trabaja un médico en otro país”, afirma.
Es que las redes -a menudo señaladas por su superficialidad y su contenido vacío- también pueden ser un mapa, una forma de acercar mundos que no se tocan, de que alguien en Europa conozca la escuela de Chasquivil o el sonido del viento en los cerros de la provincia más pequeña de un país tan grande como Argentina.
Argentina en la memoria
Cuando le preguntan qué se lleva de esta experiencia, Inés no duda. Primero, dice, la gente. Ese gesto tan argentino y tan tucumano de ofrecer una mano, un mate, una conversación, un lugar en la mesa. “Incluso siendo extranjera, todo el mundo nos abrió las puertas”, recuerda.
Dos familias están donando 120 hectáreas para preservar el patrimonio en los VallesObviamente también los paisajes. Los valles con su luz dorada. Los caminos que serpentean entre montañas. Las travesías a pie. Las guardias que terminaban con el cielo más lleno de estrellas que cualquier avenida madrileña.
No obstante todo eso queda en segundo plano frente a lo esencial de la calidez humana.
“Argentina es un país enorme, precioso, con dificultades, sí, pero la gente… La gente es lo que me llevo”, afirma.
Y así, en el regreso a Madrid, entre el ruido de las calles de la Gran Vía, la memoria le devuelve otro ritmo, otro color, otra forma de ejercer la medicina; una parte de ella -dice- sigue allá arriba, entre los cerros tucumanos, donde aprendió que la medicina también se hace con la comunidad, con los pies en la tierra y el corazón abierto.