En medio de la intención del Gobierno nacional de incluir en el temario de las sesiones extraordinarias del Congreso una posible modificación -e incluso derogación- de la Ley de Glaciares, especialistas del sector expresaron preocupación por el impacto que podría tener sobre las reservas de agua de la Argentina.
Desde La Puna, donde se encuentra realizando tareas de campo, Mariano Castro, profesional del Inventario Nacional de Glaciares del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), explicó a LA GACETA por qué la protección de los cuerpos de hielo es fundamental para la vida y el ambiente, especialmente en el oeste del país.
Castro señaló que el organismo técnico no recibió ninguna comunicación del Gobierno sobre los cambios legislativos. “Nos hemos enterado igual que todo el mundo, desde las noticias. Nunca hubo una consulta oficial hacia nosotros”, afirmó. Aunque aún no se conoce el contenido del proyecto, el especialista explicó que todo indicaría que se buscaría flexibilizar los alcances de la ley vigente.
Castro destacó que la importancia de proteger tanto los glaciares como las áreas periglaciares radica en su rol clave para el abastecimiento de agua. “En las provincias del oeste tomamos agua de las nevadas que alimentan los ríos. Pero cuando esas nevadas son escasas, los cuerpos de hielo ceden un poco de masa para que los ríos no se sequen y siga bajando agua”, explicó. Por esa razón -indicó- la ley los considera reservas hídricas estratégicas.
En el norte argentino y el centro-oeste, la presencia de glaciares de escombros -la forma predominante del ambiente periglaciar- es significativa. Estas geoformas, menos visibles y conocidas que los glaciares blancos como el Perito Moreno, cumplen un rol vital. “Ahí se almacena mucho hielo. Esa es la reserva hídrica estratégica del ambiente periglaciar”, insistió.
Más allá del Perito Moreno
El especialista remarcó que el imaginario social suele reducir la idea de “glaciar” al Perito Moreno, pero la cordillera argentina alberga una enorme variedad de cuerpos de hielo.
“A lo largo de 4.000 kilómetros de Andes hay una diversidad súper interesante: desde glaciares descubiertos hasta glaciares de escombros. En el NOA, estos últimos son fundamentales”, explicó.
De hecho, el equipo del IANIGLA se encontraba monitoreando uno de estos glaciares en Salta, donde también opera una estación meteorológica para estudiar el ambiente periglaciar de la región.
Minería y tensiones ambientales
Consultado sobre la posibilidad de que la actividad minera presione sobre estas zonas, Castro reconoció que existe una superposición entre áreas con potencial mineral y zonas glaciares o periglaciares.
“Muchas veces, las zonas con recursos minerales coinciden con las zonas congeladas, principalmente con los glaciares de escombros”, señaló. Por eso, advirtió, la ley de glaciares funciona como una barrera de protección ante actividades que podrían poner en riesgo estas reservas naturales.