La problemática que gira en torno a la aplicación de la inteligencia artificial a las áreas de trabajo y aprendizaje puede resumirse en el pensamiento de Martín Merlini. El fundador de STANNUM Alto Rendimiento Digital divide su percepción en dos. “Yo interactúo con mis hijos de 7 años. Desde mi perspectiva, es fascinante lo que está sucediendo, lo que se puede hacer con la IA. Por otro lado, es preocupante”, señala en una nueva edición de Encuentros LA GACETA. Dentro de la faceta menos optimista de su visión, hay dos sectores que le preocupan particularmente: la Justicia y la educación.
Entrar a la alfabetización “por la puerta grande” y dialogar con la inteligencia artificialEn las escuelas e incluso antes de ingresar a ellas, los niños aprenden esta herramienta de una manera mucho más natural que los adultos. “Ellos lo agarran muy rápido. Pero agarran rápido una herramienta tan potente, que fue diseñada para manipular, sin la dirección de sus mayores, y eso puede generar conflictos”, evalúa Merlini.
En el comportamiento de un alumno de primaria que utiliza la IA para hacer sus deberes y que da indicaciones para que la respuesta tenga el estilo de un niño de 10 años, reconoce una división del “yo”. “Una parte es cómo hablamos y, otra, cómo escribimos”, explica. Pero señala que la IA fue entrenada para procesar nuestro lenguaje natural, de manera que los niños interactúan con un prototipo que simula su forma de lenguaje. “Es bastante poderoso el efecto y ellos ya están entendiendo la lógica por detrás de eso”, sentencia.
La problemática, entonces, podría señalarse como la sensación de trampa que hay detrás de la necesidad de enmascarar el trabajo que puede dar la inteligencia artificial. “Hay todo un efecto de trampa, porque no lo estamos evaluando de forma estructural”, considera Merlini, y manifiesta que, para resolverlo, los maestros juegan un rol fundamental. “Los docentes son las personas más indicadas para entender la IA y hacer los procesos de adopción y asimilación de manera gradual. Son las personas más indicadas para guiar, no para rechazar, sino para integrar haciendo trabajos distintos”. En este orden, Merlini indica que, ante todo, los docentes deben tener en claro qué es lo que quieren evaluar; pero descarta la eliminación de la inteligencia artificial de la escuela como una posible solución.