Asociar las lluvias con las tormentas es algo casi obligatorio. Pocas veces pensamos en que después de una inmensa nube gris no caerá el agua de manera torrencial. Pero hay tormentas que nunca llegan a su "clímax" como es el caso de las tormentas secas, donde el cielo advierte pero las consecuencias no son las esperadas. 

Más de medio país en alerta meteorológica: dónde se esperan tormentas con granizo y ráfagas fuertes

En agosto de este año, España atravesó una ola de calor sin precedentes. Avisos rojos desde los entes meteorológicos, temperaturas que se alzaban por arriba de los 40°C e incendios forestales que agravaban la situación. En todo este proceso infernal había un factor en común: las tormentas secas.

Una tormenta es en esencia un choque violento entre dos masas de aire con diferentes temperaturas y presiones. El aire cálido y húmedo asciende rápidamente y eso genera perturbaciones atmosféricas acompañadas de descargas eléctricas (relámpagos y truenos), vientos fuertes y precipitaciones de lluvia, nieve o granizo.

Cuando la lluvia nunca llega

Pese a que la tormenta pueda contener los niveles de humedad más altos de la atmósfera, a veces sin embargo, no llueve. Tiene todos los condimentos: rayos, vientos enfurecidos, nubes de gran desarrollo vertical pero las precipitaciones nunca llegan hasta el suelo. Quizás en una tarde de verano hayas escuchado el resonar de los truenos pero no viste que caiga lluvia. Eso era una tormenta seca.

No es que no llueva, es que las precipitaciones se evaporan antes de tocar el suelo. En ese fenómeno se generan condiciones atmosféricas para que se produzca la precipitación de lluvia, como en cualquier tormenta, pero debido a que el aire debajo de las nubes está muy caliente o seco, la lluvia se evapora antes de llegar al suelo.

Lo excepcional de estas tormentas

El proceso de formación de estas tormentas no es nada excepcional, sino el mismo al de este tipo de fenómenos: aire inestable, suficiente humedad en niveles altos y medios, y un mecanismo de ascenso (calor intenso, en este caso). Por supuesto también la lluvia.

Lo excepcional está en el suelo: altas temperaturas y bajas humedades que favorecen la evaporación de la lluvia. Esto ocurre en tres ocasiones: ambientes áridos, desérticos o cuando las altas temperaturas se prolongan por mucho tiempo, es decir, durante olas de calor. En esta última instancia es cuando se vuelven una gran amenaza.

Los riesgos de una tormenta seca

En condiciones de tormenta eléctrica, los rayos pueden alcanzar la superficie. Y cuando la vegetación en el suelo está seca, y la escasa o nula lluvia no la humedece, la caída de rayos puede iniciar incendios, explicó la meteoróloga de la BBC Helen Willetts.

En regiones donde las condiciones del tiempo generaron un ambiente muy seco, como ocurrió este verano en España, una lluvia ligera no puede contrarrestar la propagación de incendios. Y así es que el fuego es la principal amenaza de este fenómeno. Sus características estructurales conllevan un alto riesgo de incendio forestal (la combinación de intensa actividad eléctrica y falta de lluvia) y, por si fuera poco, favorecen la rápida propagación del fuego.

Cómo se detecta una tormenta seca

Una tormenta seca puede intuirse con la presencia de actividad eléctrica sin lluvia significativa en tierra. Pero, como ocurre con casi todo en meteorología, para tener una visión de conjunto se necesitan detectores de rayos, radares meteorológicos (especialmente los doppler) y satélites.