Tu rutina de ejercicios no solo cuida tu corazón o tu mente sino también tus ojos. Investigaciones recientes revelan que el ejercicio físico regular, especialmente las actividades de intensidad vigorosa, son herramientas esenciales para preservar la salud ocular en la vejez.

Mantenerte activo, sobre todo con esfuerzo intenso, puede reducir la probabilidad de desarrollar enfermedades oculares asociadas a la edad, como la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) y el glaucoma. Así la actividad física se vuelve una estrategia eficaz para cuidar la visión y prevenir malestares, más allá de medicinas sintéticas.

El vínculo entre tu corazón y tus ojos

La clave está en la circulación. "El ojo depende en gran medida del suministro sanguíneo. Si el sistema cardiovascular es saludable, el riesgo de enfermedades oculares disminuye", explicó Phillip Yuhas, optometrista y profesor asistente en The Ohio State University College of Optometry. Una buena circulación asegura que estructuras vitales como la retina y la mácula reciban el oxígeno y los nutrientes necesarios para una visión nítida y central.

Cuando el flujo sanguíneo se ve comprometido por problemas cardiovasculares, estas partes esenciales de tu ojo sufren, aumentando las posibilidades de padecer DMAE o glaucoma. Por eso, cuidar tu corazón es, también, cuidar tus ojos.

La ciencia del movimiento y la vista

Las investigaciones respaldan firmemente esta conexión. Estudios en animales, por ejemplo, demostraron que el ejercicio puede frenar el crecimiento excesivo de vasos sanguíneos en los ojos, un factor crucial en el desarrollo de la DMAE. Además, un metaanálisis de 2022, que abarcó a más de 14.000 adultos, concluyó que niveles elevados de actividad física están asociados con una menor incidencia de DMAE en sus etapas tempranas. Estos hallazgos subrayan el poder preventivo del ejercicio regular en la salud ocular.

La importancia de la intensidad en tu rutina

No todo el ejercicio ofrece el mismo nivel de protección. Las actividades vigorosas, aquellas que demandan un esfuerzo intenso o incluyen entrenamiento de fuerza, son las más efectivas para reducir el riesgo de enfermedades oculares. En contraste, "el ejercicio ligero, como caminar, no otorga el mismo nivel de protección visual", destacan los especialistas.

Esto significa que la intensidad y la frecuencia de tu entrenamiento son factores decisivos si lo que buscas es una prevención efectiva contra la DMAE y el glaucoma.

Consejos para la prevención y el manejo

"La actividad física vigorosa no revierte la DMAE en quienes ya la padecen", señaló Terri L. Call, profesora asociada en la UAB School of Optometry y directora de la UAB Eye Care Primary Care Clinic. Sin embargo, si sos joven y tenés antecedentes familiares, mantener un estilo de vida activo es fundamental para cuidar tu salud cardiovascular y reducir el riesgo futuro de DMAE.

Para quienes ya viven con esta patología, se recomiendan rutinas de unos 30 minutos diarios, siempre ajustadas a sus capacidades y bajo supervisión médica. Aunque la DMAE afecta la visión central, la visión periférica se mantiene, permitiendo seguir ejercitándose en espacios conocidos, aunque con precauciones en lugares nuevos. Vaishnavi Balendiran, especialista en retina en la Mason Eye Clinic de la University of Missouri Health Care, aconseja consultar con un especialista en baja visión para obtener orientación y herramientas que faciliten el día a día.