Parece una contradicción directa: beber una taza de café caliente e inmediatamente después recostarse para dormir una siesta. Sin embargo, en un mundo impulsado por bebidas energéticas y trucos para alargar la jornada, una estrategia aparentemente sencilla está resurgiendo en la ciencia: la llamada "siesta con cafeína".
Estas personas no deben tomar café jamás: lo advierten los médicosAunque en algunas culturas es habitual tomar un café y luego hacer un descanso breve, recién ahora los expertos comenzaron a investigar si esta práctica popular tiene un verdadero fundamento científico. Las investigaciones sugieren que esta combinación inusual podría ser la clave para agudizar la concentración y combatir la fatiga de una manera más potente que al realizar ambas acciones por separado.
La explicación del "yin-yang" en nuestro cerebro
La clave de este truco radica en la química de nuestro cerebro. La sensación de somnolencia no es solo una sensación, sino el resultado de procesos biológicos y químicos que involucran a la adenosina, un neuromodulador que se acumula en el cerebro a medida que nuestras células queman energía a lo largo del día. Esta acumulación nos hace sentir somnolientos.
La cafeína interviene en este proceso para mantenernos despiertos. Scott Rivkees, endocrinólogo pediátrico y profesor de la Facultad de Salud Pública de Brown, explica a National Geographic que la adenosina se une a receptores que “ralentizan la transmisión nerviosa y la liberación de neurotransmisores”. La cafeína actúa bloqueando esos receptores. "La cafeína es un potente antagonista de la adenosina que bloquea la adenosina en cada uno de los diferentes subtipos de receptores”, aclara Rivkees, y resume el mecanismo como “Es una relación yin-yang”.
El tiempo ideal para que la magia suceda
Aquí entra en juego la sinergia: la siesta ayuda a descomponer y eliminar la adenosina acumulada, mientras que la cafeína se encarga de bloquear los receptores que quedan libres. El profesor emérito de psiquiatría de Stanford, Seiji Nishino, propone que la lógica es atractiva: “La siesta en sí misma combate la somnolencia. La cafeína también combate la somnolencia. Por lo tanto, si combinamos ambas cosas, podríamos obtener un efecto más potente”.
El momento es crucial. Resulta conveniente que la cafeína tarde entre 20 y 30 minutos en hacer efecto, lo que coincide exactamente con la duración ideal de una siesta corta. Dormir menos de 30 minutos proporciona un impulso mental, sin llegar a la "inercia del sueño" (la persistente confusión mental al despertar). La profesora Siobhan Banks añade: “Si se pudiera tomar café junto con un breve descanso, tal vez se podría mejorar el rendimiento”.
Advertencias antes de adoptarla como hábito
Aunque el concepto es "correcto", Nishino se mantiene cauteloso sobre si realmente funciona en todas las personas. Los primeros resultados de estudios, incluyendo uno de Banks y su equipo en 2020, que usó 200 mg de cafeína antes de un descanso de 30 minutos, fueron prometedores, reduciendo la fatiga y mejorando el rendimiento cognitivo.
Sin embargo, estos estudios suelen ser pequeños y realizados en laboratorio. Nora D. Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EE. UU., señala que la mayoría de las investigaciones “contó con voluntarios sanos de entre 20 y 30 años. Por lo tanto, es posible que las personas de mediana edad y mayores, o aquellas con trastornos del sueño, no obtengan los mismos beneficios”.
Volkow advierte que, por muy efectiva que sea, la siesta con cafeína nunca será un sustituto de una noche completa de descanso o una “solución milagrosa”. A pesar de esto, Banks recomienda probarlo en casa, empezando con dosis pequeñas: “Creo que hay suficiente evidencia para probarlo y ver si funciona”.