Con mesas cubiertas por manteles amarillos, flores secas decorando cada rincón y mensajes que invitan a detenerse y reflexionar, el merendero campestre “Esencia de Vida”, en El Cadillal, se siente como un abrazo al alma. Este espacio fue creado con esmero por jóvenes en recuperación de adicciones, quienes encontraron en la construcción de este lugar no solo una manera de ocupar sus manos, sino también una forma de sanar el corazón.
Desde la entrada, una frase tallada en madera da la bienvenida: “Lo esencial es invisible a los ojos”, una cita de El Principito que resume el espíritu del lugar. En una esquina, un cuadro pintado a mano retrata al pequeño príncipe que contempla su rosa y el universo, como recordando que incluso en la oscuridad hay belleza y esperanza.
Cada mesa lleva un servilletero decorado con ilustraciones de limones y frases como “Cada taza tiene un propósito” o “Donde el alma encuentra su sabor”. Todo está pensado para que no sea solo un sitio donde merendar, sino un espacio donde nutrir el espíritu.
Los muebles, hechos con palets reciclados, y los almohadones bordados con búhos completan una estética rústica, cálida y sencilla, en la que cada detalle tiene un toque de amor.
Allí las charlas se entremezclan con la risa y el bullicio del fogón y el karaoke que los chicos organizan para los visitantes. En este merendero, resiliencia, comunidad y segundas oportunidades se vuelven tan tangibles como el aroma a café con leche y pan casero.
Sueño en grande
La Fundación Regional Elijo Vivir nació en octubre de 2022 para rehabilitar y reinsertar socialmente a varones mayores de 18 años que hayan vivido en consumo problemático o dependencia. Bajo la premisa de aprender a usar la libertad de maneras que no dañen a uno mismo ni al entorno, ofrece un programa terapéutico integral con orden, planificación, estudio y capacitación en oficios.
Cristian De Sosa, uno de los responsables de la fundación, cuenta que la idea del café nació hace tiempo, como un sueño que finalmente pudieron concretar gracias al apoyo de la comunidad, la presidenta y los propios jóvenes. “Es una muestra a la sociedad de que todos merecen una segunda oportunidad. Son personas capaces; solo hay que apoyarlos y confiar en ellos. Juntos se pueden lograr grandes cosas”, afirma.
“Acompañar es sostener”: una campaña que interpela el castigo con cuidado en la lucha contra las adicciones en TucumánHoy trabajan allí 19 chicos, organizados por sectores y horarios: tiempo para la recreación, la terapia, el trabajo y los talleres.
Además del café, la fundación ofrece capacitaciones en albañilería, carpintería, herrería, panificación y coaching terapéutico. “Todo lo que se ve aquí lo hicieron ellos, con algunas donaciones de empresas y lo que recaudamos para autosustentarnos”, detalla Cristian.
El bar también funciona como una herramienta de aprendizaje para que, cuando completen su proceso, los jóvenes puedan salir con un oficio, experiencia y herramientas para reinsertarse socialmente.
Fogón y alegría
Ramiro y Gastón, dos de los chicos que participan del proyecto, destacan la alegría de volver a sentirse útiles. “Después de un proceso de recuperación vamos mejorando día a día y capacitándonos para el momento de salir y poder intentar de nuevo lo que aprendimos acá”, dice Ramiro, quien prefirió no dar su apellido, al igual que su compañero.
Gastón llegó desde Catamarca y coincide: “Es un granito de arena que ponemos todos. Cada uno cumple un rol, desde el panadero hasta el que acomoda los sillones”.
Además del café, el mate cocido y las infusiones con bollos -con o sin chicharrón-, budines, alfajores de maicena, tortas María Luisa y mermeladas caseras, el merendero ofrece fogón, karaoke y lecturas compartidas para los visitantes.
La dura combinación de frío, carencias y adicciones“Queremos que la gente venga a pasar una tarde distinta, que pruebe algo nuevo, al aire libre o adentro, con vista al Cadillal”, invitan.
Todo lo que allí se ofrece (desde las mesas y sillas de tarima reciclada, hasta los dulces y los servilleteros) lleva la huella de los chicos, que se reparten las tareas y se entusiasman con el próximo objetivo.
“Queremos ampliar el menú, sumar almuerzos y cenas, difundir más en redes y colocar un cartel en la ruta para que más gente se anime a descubrirlos”, dice Ramiro.
Mirar con otros ojos
La fundación y su café, Esencia de Vida, son un recordatorio de que lo esencial (la capacidad de reinventarse, de ser útil, de construir comunidad) no se ve a simple vista, pero se siente en cada detalle. Un mantel bordado, un bollo tibio, un fogón encendido o una canción cantada con timidez pueden ser el principio de una nueva historia.