En el ajedrez, dominar el centro del tablero es fundamental porque ofrece más opciones de movimiento de las piezas con mayor libertad y eficacia. Además, es el área más influyente, ya que desde allí se pueden controlar más casillas, ejercer presión sobre el oponente, desarrollar el juego de manera más eficiente e implementar estrategias a largo plazo. Esa posición también es crucial para la defensa, ya que las piezas allí ubicadas protegen a las más valoradas. En general, el dominio de ese sector otorga una ventaja táctica, pero también estratégica.

Trasladado a lo político, desde este punto de vista y desde que fue condenada, Cristina Kirchner ha trabajado para no mostrarse débil y para desplazar de ese centro con su propio juego a todos quienes se le oponen, esencialmente a la Justicia, pero también a Javier Milei quien después de su viaje a Israel y a Europa se replegó bastante quizás para no entrar en el juego que ella propone, quien ha jugado una pieza clave porque sabe que entre los suyos la victimización “garpa”.

Debido a los movimientos que ha hecho, no exentos de bastante picardía, se ha vivido en estos días un contrapunto político-judicial alrededor de la ejecución de la condena de seis años de prisión que le fue impuesta por el delito de administración fraudulenta en perjuicio del Estado durante sus dos gobiernos, entre 2007 y 2015. La “domiciliaria” tan buscada por la expresidenta sirvió a la vez como detonante para declarase perseguida y buscar complicidades, pero lo cierto es que está decidida a no pasar inadvertida cargando a como dé lugar el centro de su tablero, también para evitar el ostracismo.

Ya sin chances judiciales a las que apelar, ella decidió seguir la pelea no sólo para mostrarse activa políticamente, sino también para decirle a sus seguidores lo que quieren oír, la misma catarata de argumentos de siempre que la muestran como un mártir perseguido por el “partido judicial”, al que impulsan los “poderes concentrados” y “la prensa hegemónica”. Así, antes había hablado de “lawfare” y luego, definió como “proscripción” la condena de un juicio que le ha sido adverso en todas las instancias. Lo que está sucediendo tras su detención es parte del mismo argumento.

La victimización en el discurso político suele ser un recurso retórico cuidadosamente calculado. Cuando Cristina se presenta como perseguida ya sea de los medios, del sistema judicial, de sus adversarios o incluso de la gente poco agradecida busca generar empatía e intenta mostrarse más humana. Así, al construir el relato del "yo contra ellos" apunta a consolidar su base de apoyo y a profundizar la grieta, volviendo más leal a su núcleo duro. Además, hay un ítem que la virtual jefa del PJ tiene muy en claro, ya que victimizarse no sólo refuerza su narrativa, sino que además desvía la atención del foco central del problema: la corrupción. 

Por otra parte, si hay algo que su ego político no tolera es no estar en la cresta de ola y ahora mucho más, ya que los cuarteles de invierno la esperan inexorablemente y ella ha urdido este plan para tratar de estirar su permanencia. Quizás sabiendo donde pegar, Milei estuvo muy duro cuando dijo el jueves que el acto de la Plaza de Mayo parecía “un partido homenaje” como el que se le hace a los jugadores de fútbol cuando se retiran. Sin embargo, no habría que olvidar que Cristina está jugando al ajedrez.

Para disputar la partida que está decidida a sostener, al menos hasta que tenga a favor la cuerda que le dan las elecciones de este año, la expresidenta se colgó del accionar de la Justicia. En el apartado III de las 19 carillas que utilizaron los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2 está el meollo del tira y afloja que ella está utilizando para mostrar cómo se la persigue una vez más. Siempre estuvo escrito, pero CFK, la prensa amiga y los canales de cable poco avisados le dieron manija al asunto como si fuese lo más importante de toda la cuestión: el famoso y modesto balcón de San José 1111, 2°D (CABA). Y la opinión pública se sumó a la discusión que, por banal, ha sido el evidente árbol elegido para que ayude a tapar todo el bosque.

En el escrito, bajo el rubro “imponer”, el Tribunal le fijó tres claras reglas de conducta sobre su permanencia “en el domicilio fijado” y ninguna dice algo sobre salir o no salir a mostrarse. Es notorio que los balcones de un departamento son parte del ámbito autorizado por lo cual llamó la atención que los abogados, con tono más político que otra cosa, hayan pedido una aclaración al respecto, pese a los peligros que supone una salida sin protección. Los mismos defensores habían solicitado unos días antes que no vaya a la cárcel por “los riesgos en cuanto a su seguridad que es preciso prevenir”. Ella sufrió un atentado, pero ahora, todo es parte del show para copar el centro o de la escena o del tablero, como se quiera.

Es verdad que el Tribunal no había dicho nada de modo directo, aunque probablemente para cubrirse de algún imponderable en el punto c) de las Reglas había avisado que la expresidenta deberá “abstenerse de adoptar comportamientos que puedan perturbar la tranquilidad del vecindario y/o alterar la convivencia pacífica de sus habitantes”. Más claro, imposible: puede salir a mostrarse cuando lo desee, ya que el balcón es parte del plano del domicilio autorizado, pero si lo hace es a su cuenta y riesgo y si hay manifestaciones en la puerta que le compliquen la vida a los vecinos, eso quedará bajo su absoluta responsabilidad.

Del otro lado, también hicieron sus movidas desde el momento en que emitieron las instrucciones que la metieron presa un día antes de la fecha límite cuando no dijeron nada de las salidas, pero allí indirectamente le advirtieron que si lo hacía y se generaban disturbios, se le terminaba la prisión domiciliaria. El escrito aclaratorio de los abogados sobre “qué comportamiento se encuentra prohibido", fue respondido con más de lo mismo: “el Tribunal no ha vedado, en principio, el uso y goce de ningún espacio específico de la arquitectura del inmueble en el que habita”, lo que fue festejado como si hubiese sido algo novedoso. 

 En cuanto al comportamiento de CFK, se le reiteró que se espera de ella “el criterio, la prudencia y el sentido común suficientes para discernir en qué contexto el uso del balcón resultará una acción inocua y en cuál podrá implicar una perturbación para la tranquilidad y la convivencia pacífica del vecindario y sus habitantes (única y exclusiva situación que se pretende proteger con la regla de conducta en cuestión)”. Es decir, más de lo mismo: se lo advertimos y si hay problemas, usted paga.

El mensaje fue leído correctamente por CFK, quien mandó a sus partidarios a hacer un banderazo al Parque Lezama y les hizo llegar un audio (como Perón) con críticas muy fuertes al plan económico de un gobierno que está tapando los agujeros que dejaron sus compañeros en 2023. Un día antes, ninguna columna se había desprendido del acto de la Plaza de Mayo para ir a su casa, ya que los avisados sabían lo que los canales de cable pretendían ignorar: no es que no podía, no le convenía arriesgarse. Pero como ha decidido copar la centralidad todo el tiempo que se pueda, siguió batallando por otra medida, la lista de visitantes.

Entre las Reglas, el ítem c) decía que “en el plazo de 48 horas hábiles deberá presentar una nómina de las personas que integran su grupo familiar, custodia policial, profesionales médicos que la tratan asiduamente y abogados que la representan, quienes podrán acceder al domicilio donde cumplirá la pena de prisión sin necesidad de autorización judicial, debiendo requerirse y motivarse el eventual acceso de toda otra persona no incluida en ese listado”. Pues bien, ahora hizo que sus abogados arremetan contra esa lista y, omitiendo la privación de la libertad, solicitaron una revisión de la orden porque, según expresó Cristina: “soy una persona que tiene vida”, se afligió.

El centro del tablero también le da manejo en la interna, donde Axel Kicillof es un grano que desea apretar, pero de quien paradójicamente depende para seguir manteniendo la bendita “unidad” que tanto obsesiona al peronismo. En este caso, se trata del total de los votos que necesita el kirchnerismo (en realidad, ella) para mostrarse fuerte en su distrito emblema, la provincia de Buenos Aires. Hasta ha corrido a Máximo para quedar solitaria en el manejo de los hilos. Con quien no pudo transar (y será muy difícil que lo consiga ahora) es con Hugo Moyano, quien fue el gran pulgar hacia abajo que impidió que orgánicamente la CGT fuese el miércoles a la Plaza.

Por una semana al menos, Cristina ha corrido también a Milei de la escena política y éste se ha dejado correr. Decía Napoleón Bonaparte, “nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo errores”. Las partidas de ajedrez generalmente se resuelven mirando equis movidas hacia adelante y hay que ver si lo de la expresidenta es de alta estrategia o apenas una táctica de vuelo corto con fecha de vencimiento, tal como cree el Gobierno.