Durante décadas, el cigarrillo fue considerado el principal responsable del cáncer de pulmón. Sin embargo, un nuevo enemigo silencioso gana terreno: la contaminación del aire. Investigaciones recientes demostraron que la exposición a partículas finas (PM2.5), derivadas del tráfico, la industria y la quema de combustibles, está directamente relacionada con el aumento de tumores pulmonares, incluso en personas que jamás fumaron.

Según datos de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), dependiente de la OMS, el cáncer de pulmón es actualmente la principal causa de muerte por enfermedades oncológicas en el mundo. En 2022 se detectaron 2,5 millones de casos nuevos, con una tasa de incidencia de 23,6 por cada 100.000 personas. Más de 1,8 millones de personas mueren cada año por esta enfermedad.

Si bien el tabaco sigue siendo la causa más frecuente, la disminución del tabaquismo en muchos países hizo crecer la proporción de casos en no fumadores, que hoy representan entre el 10% y el 20% de los diagnósticos.

El medio BBC News indicó que estos casos tienen características moleculares distintas, como mutaciones del receptor EGFR, lo que requiere tratamientos específicos y más personalizados. El principal problema sigue siendo el diagnóstico tardío, cuando el tumor ya ha avanzado.

Partículas finas y tumores silenciosos

La exposición prolongada a partículas PM2.5 y a óxidos de nitrógeno provoca estrés oxidativo y daño en el ADN, lo que favorece el desarrollo del cáncer, según un estudio de Journal of Advanced Research que replicó Infobae.

En los no fumadores, el tipo de tumor más frecuente es el adenocarcinoma, que se origina en las células productoras de moco. Este cáncer ha desplazado al carcinoma escamoso como forma predominante y es especialmente común entre jóvenes. Sus síntomas -tos persistente, dolor torácico, dificultad para respirar- suelen aparecer tarde, lo que dificulta un tratamiento eficaz.

El British Journal of Cancer refuerza esta alerta al mostrar cómo las PM2.5, ricas en sustancias carcinógenas como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs), están fuertemente asociadas al aumento del adenocarcinoma en zonas urbanas densamente pobladas.

Una amenaza global: el caso de Asia

La contaminación ambiental ya es el segundo factor de riesgo más importante para el cáncer de pulmón, después del tabaco. BBC News menciona otros factores como el humo de segunda mano, el radón y la combustión en cocinas o estufas mal ventiladas. Aun así, la contaminación del aire exterior lidera entre las causas evitables.

Un informe de la ONU reveló que quienes viven en zonas contaminadas tienen más probabilidades de morir por cáncer de pulmón, especialmente si poseen predisposición genética. En Asia Oriental, la situación es crítica: China, India y otras regiones registran niveles de contaminación muy superiores a las recomendaciones sanitarias.

En Delhi, por ejemplo, el promedio de partículas finas supera los 100 microgramos por metro cúbico, veinte veces por encima del umbral sugerido por la OMS. En 2021, el organismo internacional redujo a la mitad sus recomendaciones sobre los niveles aceptables de PM2.5.

¿Qué se está haciendo?

Aunque los tratamientos han mejorado y permiten aumentar la supervivencia en pacientes no fumadores, los expertos advierten que aún queda mucho por hacer en términos de prevención. Históricamente asociado a hombres mayores fumadores, el cáncer de pulmón está cambiando su perfil: ahora también afecta a jóvenes urbanos no fumadores, lo que obliga a repensar políticas públicas y campañas de concientización.

A más de 70 años de los primeros estudios que relacionaron contaminación y cáncer, la urgencia es clara. El desafío actual no solo es curar, sino prevenir, reduciendo la exposición a contaminantes y apostando por ciudades más limpias y saludables.