Laura Perelmuter

Psicóloga, Especialista en Recursos Humanos y Bienestar Laboral

Luciana tiene 34 años y trabaja como analista contable en una empresa desde hace siete años. Es organizada, meticulosa y resolutiva. Su jornada transcurre entre planillas, comprobantes y reportes que gestiona eficientemente. Pero hace un tiempo empezó a notar que, aunque cumple con cada tarea, todo comenzó a sentirse rutinario. Su día avanza entre pendientes, con poco margen para detenerse, escucharse y preguntarse cómo está o qué necesita. En reuniones, asiente sin estar del todo presente. Le cuesta registrar lo que siente frente a ciertas exigencias. Sabe adaptarse, pero a veces esa capacidad se vuelve agotadora cuando no hay espacio para expresarse. No atraviesa una crisis, pero sí un momento de lucidez. Intuye que algo esencial está faltando. Y en ese darse cuenta silencioso, aparece la necesidad de volver a conectar. Con los demás, con ella misma, con su tarea. De escuchar(se) mejor, de comunicar(se) con claridad, de regular lo que siente. Busca otra forma de estar presente.

En el trabajo dentro de las organizaciones, lo personal y lo profesional no transcurren por carriles separados. Se entrelazan, se acompañan y también se condicionan. Cada persona llega al espacio laboral con una historia, con emociones, con modos de vincularse que influyen y son influenciados por la dinámica del trabajo. En este entramado complejo, las habilidades blandas ocupan un lugar central. Son las que permiten sostener vínculos, gestionar relaciones, adaptarse al cambio y darle profundidad humana a lo que hacemos.

Habilidades humanas

Según el Informe sobre el Futuro de los Empleos 2025 del Foro Económico Mundial, “los empleadores esperan que el 39% de las habilidades clave requeridas en el mercado laboral cambien para 2030, destacando la creciente importancia de la adaptabilidad, la creatividad y la inteligencia emocional. Este dato no es menor: casi cuatro de cada 10 habilidades necesarias en los próximos años serán distintas a las actuales. Y entre las que emergen como prioritarias no predominan las técnicas, sino las humanas.

Qué habilidades pueden abrirte las puertas del trabajo según LinkedIn

¿Pero, a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de habilidades blandas?

• Adaptabilidad. Esta competencia es fundamental en un escenario cambiante. Las personas que pueden aceptar lo nuevo, repensar sus rutinas y reformular su manera de percibir la realidad sin paralizarse son las que más posibilidades tienen de continuar desarrollándose y evolucionar.

• Escucha activa. No es solo oír, sino prestar atención con todos los sentidos, validar al otro y responder con sentido. En entornos laborales vertiginosos, escuchar se transforma en un acto de cuidado.

• Comunicación asertiva. Permite expresar ideas y emociones de forma clara, directa y respetuosa. Ayuda a evitar malentendidos, a resolver conflictos sin escalar tensiones y a crear una conexión transparente.

• Empatía. Nos habla de la posibilidad de situarse en el lugar del otro sin juzgar, significa comprender de forma consciente, y dejando de lado los prejuicios, lo que la otra persona siente. Es clave para generar vínculos de confianza, liderar con humanidad y construir equipos desde el respeto mutuo.

Cuáles son las habilidades “blandas” más solicitadas por los empleadores

• Colaboración. Es mucho más que el trabajo en equipo. Implica construir juntos, confiar, aportar y ceder posición cuando es necesario. Un equipo verdaderamente colaborativo no compite internamente, sino que se potencia.

• Autorregulación emocional. Se centra en la capacidad de reconocer nuestras emociones y gestionarlas con inteligencia. No se trata de reprimir impulsos, sino de comprender qué sentimos, qué hechos o pensamientos desencadenan esa emoción y cómo la encauzamos para expresarla de manera constructiva, favoreciendo tanto el autocuidado como la convivencia laboral.

Estas competencias, llamadas “habilidades blandas” son las más difíciles de enseñar, medir y automatizar. Por eso, tienen un impacto decisivo en la calidad del trabajo y en los vínculos que se construyen. El nuevo mundo del trabajo no solo demanda perfiles técnicos, sino equipos empáticos, líderes presentes y culturas que valoren el compromiso, la confianza y el respeto. Las organizaciones que perduren serán aquellas que sepan integrar lo humano y lo tecnológico con inteligencia emocional.