El debate oral por el crimen de Gabriela Picciuto, ocurrido en la vivienda ubicada en la calle Chacabuco 59, está por ingresar en la recta final. Los testimonios escuchados durante la jornada de hoy informaron que la víctima, semanas antes de ser asesinada, había manifestado temor por su vida. El próximo lunes se presentará ante el Tribunal el último testigo citado por la defensa para dar inicio a los alegatos de clausura.

El caso fue estudiado por la Fiscalía de Homicidios II que conduce Carlos Sale. Según la hipótesis de los investigadores, Leonardo Salomón (ex pareja de Gabriela), entre el 9 y el 11 de marzo de 2023, habría golpeado con dureza en la cabeza de Picciuto, provocándole un traumatismo encéfalo craneano que la condujo a la muerte. Una vez fallecida, Salomón escondió su cuerpo en una cisterna de mampostería, ubicada en el interior de la propiedad, cubriéndolo con prendas de vestir, ropa de cama y bolsas, sellando incluso la parte inferior de la cisterna con ladrillos y mampostería. El 12 de mayo un albañil que hacía arreglos en el inmueble halló el cadáver de la mujer en avanzado estado de descomposición y así salió a la luz uno de los casos más misteriosos de los últimos tiempos.

La primera en declarar fue Isolina del Valle Ponce, una allegada de la víctima. La mujer habló sobre el estado de salud de Picciuto y del consumo problemático de la mujer. Contó que entre las tantas charlas que había compartido con su amiga, Gabriela le había comentado que la propiedad también le pertenecía a su ex marido, José Luis Fumero. “A él lo vi una sola vez. Yo llegaba a visitarla y él salía de la casa; yo me sorprendí y ella me señaló que era su ex. Me dijo que él le insistía para vender la propiedad pero que ella no quería hacerlo”, relató.

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Ponce dijo que Gabriela había tenido problemas con sus vecinos y anteriores inquilinos. Según le había contado la víctima en su momento había personas que no le pagaban correctamente el alquiler de los locales. “Yo le pregunté por qué no denunciaba esto y me dijo que la ignoraban. La veían que estaba loca, que era una mujer que estaba sola y desamparada de todo”. Retomando el asunto de la propiedad, el defensor oficial, Hernán Molina, le consultó a la testigo si Picciuto solía viajar, a lo que dijo que sí pero que “volvía rápido porque tenía miedo de que le embargaran la casa”.

El crimen de Chacabuco 59: “¡Si no iba a golpear la puerta, Gabriela no aparecía más!”

Isolina dijo que la última vez que vio a Gabriela fue entre un mes y medio y dos meses antes de que la mataran. “Ella me dijo: ‘me quieren matar pero no les voy a dar el gusto’. Me arrepiento tanto de no haberle preguntado quién quería hacerlo. Después no la volví a ver  porque mis hijos no querían que me acercara a ella. Me decían que estaba enferma, que yo no tenía la capacidad de ayudarla”.

La mujer recordó que se enteró de la muerte de su amiga luego de que su hija le mostrara una noticia. “La última vez que hablé con ella me llamó por teléfono y me pidió ayuda porque estaba desesperada. Jamás me hubiera imaginado que la mataran así”, se lamentó.

El fiscal Sale aprovechó que el imputado estaba presente en la sala de audiencias para consultarle a la testigo si lo conocía, pero la mujer le respondió que jamás lo había visto.

Evaluación psiquiátrica

Isolina del Valle Ponce no fue la única en informar que Gabriela se sentía amenazada y con temor a ser asesinada. La psiquiatra Valentina Contreras dio una versión similar. Según contó, en 2022 trabajaba en la guardia del hospital del Carmen cuando un fin de semana a la noche una ambulancia trajo a Picciuto desde su casa, acompañada por personal policial. “Fue ingresada por un cuadro de inquietud psicomotriz, ideas delirantes, alteraciones en el sentido de percepción, alucinaciones, comportamiento disruptivo y conductas de riesgo. Llegó acompañada por una persona que decía llamarse Lucas y ser amigo de ella”, indicó la profesional.

La médica explicó que en ese momento intentaron conseguir el número o contacto de algún familiar directo de Gabriela, pero ella refería estar enemistada con su familia. Ante el estado de la víctima, Contreras entrevistó a “Lucas” quien le dijo que no había sabido nada de ella en las últimas dos semanas. “Dijo que la llamaban por teléfono y no atendía la puerta. De repente, después de aproximadamente dos semanas, la vieron en los pasillos de la propiedad hablando sola, gritando y enojada. Contó que tuvo una pelea con otra persona que vivía allí y comentó que habían encontrado hornallas prendidas, puertas sin llave y que invitaba a pasar a personas desconocidas”, dijo citando indirectamente al acompañante de Picciuto.

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“Ella repetía todo el tiempo que querían robarle, que querían sacarle la casa y que había gente que quería hacerle daño, que quería matarla. Yo en ese momento anoté estos dichos como ideas delirantes porque no tenía acceso a su historia clínica y al ser una paciente desconocida me basé en los fenómenos que vi en la evaluación clínica y en los dichos del único acompañante que tenía en ese momento”, expuso Contreras. Por último dijo que la víctima presentaba lesiones en uno de sus ojos y que Gabriela decía que la habían golpeado y que le dolía la región del tórax. “Le pregunté quién la había golpeado pero ella manifestaba que no recordaba nada, pedía saber qué le había pasado”.

Tras finalizar la ronda diaria de testigos, Molina adelantó que desistirá de la declaración de Fumero y que el lunes Salomón se sentará frente a los jueces María Valeria Mibelli, Isabel de Los Ángeles Méndez y Guido Leandro Cattáneo para dar su versión de los hechos.