Para quienes tienen menos de 20 años, la imagen tal vez pueda resultar inverosímil. Hubo un tiempo en que fumar era parte del paisaje cotidiano: en los bares, en los cines, en las universidades, en el transporte público y en cualquier oficina se podía prender un cigarrillo. Últimamente, los cada vez más populares vapers trajeron el humo de vuelta en muchos espacios donde había logrado desaparecer. El vapeo no es lo mismo que el pucho, pero su presencia en espacios cerrados vuelve a despertar antiguas costumbres y discusiones que parecían superadas.

Muchos se preguntan: ¿está permitido o no? El problema de fondo es que el  cigarrillo electrónico o vapeador está prohibido en la Argentina. Pero paradójicamente, se vende en cualquier lado y se han convertido en el producto de tabaco más utilizado entre los jóvenes.

Preocupante

La doctora Ariela Tarcic, a cargo del Programa Provincial de la Lucha Antitabáquica, comenta que la situación es muy preocupante porque cada vez más chicos empiezan entre los 12 y 13 años a utilizar el vaper. El uso de estos dispositivos entre los adolescentes ya ha superado al tabaco tradicional.

Tarcic aclara que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) prohibe ingreso, la distribución y la venta de vapers y derivados.  Sin embargo, no está prohibido el consumo. Entonces, hay zonas grises. Además, las normativas que no permiten el consumo de tabaco en lugares cerrados no hablan de estos dispositivos.

También hace otras precisiones: “la industria tabacalera lo promocionó como un producto ‘para reducir daño’ (que ayuda a dejar de fumar), lo cual es falso. Contiene más de 200 sustancias tóxicas para el organismo. Contiene metales pesados, gliceraldehido, compuestos orgánicos volátiles, nicotina (en diferentes concentraciones). Además, los saborizantes tienen diacetilo, que son cancerígenos”, remarcó la neumonóloga.

Finalmente, Tarcic dejó en claro que el vapeo no solo afecta al que consume este producto, sino también al que está cerca, ya que  produce un aerosol (llamado vapor) con partículas más pequeñas que las del humo de cigarrillo común, que afecta y contamina los espacios cerrados.

Por este motivo, la profesional celebró que en Tucumán se esté debatiendo una modificación de la ley antitabáquica (Ley 7.575) para incluir dentro de las prohibiciones el uso de vapers o cigarrillos electrónicos en ambientes cerrados.

Este impedimento ya se encuentra vigente en dependencias del Ministerio de Salud de la provincia y edificios municipales de Yerba Buena, entre otros. En caso de tener una ley, la provincia sería otra vez pionera en regular  algo relacionado al uso de cigarrillos para proteger la salud de la población.

Cómo funcionan

Los cigarrillos electrónicos, también conocidos como vapeadores, son aparatos electrónicos que funcionan con batería y que calientan un líquido especial para convertirlo en vapor, el cual luego se inhala. Este líquido generalmente contiene nicotina, compuestos químicos potencialmente nocivos y diversos saborizantes. Existen modelos desechables que están pensados para un solo uso, así como versiones recargables que permiten rellenar el líquido y reutilizar el dispositivo varias veces.

El médico inmunólogo Alfredo Miroli, en una entrevista en LG Play, explicó que el vapeo es cancerígeno y dañino. “Los líquidos que usan los vapeadores tienen más de 2.000 compuestos químicos”, precisó.

El médico también indicó que el vapeo expone a la posibilidad de sufrir cáncer de labio, de lengua y la alteración del ADN, y que la exposición pasiva a los aerosoles conlleva efectos negativos.

Miroli habló de investigaciones recientes que demuestran cómo  el uso de los vapeadores genera la emisión de partículas PM2.5, nicotina y sustancias cancerígenas que pueden contaminar espacios cerrados. “Por eso es fundamental evitar que el vapeo de algunas personas dañe a terceros”, señaló.

Con esa información, Miroli habló con el decano de la Facultad de Medicina de la UNT, Mateo Martínez, y este decidió declarar sus instalaciones como espacios libres de vapeo. También visitó el Colegio Médico de Tucumán, donde se adoptó una medida similar. En la misma línea, el Ministerio de Salud Pública, bajo la conducción de Luis Medina Ruiz, también estableció la prohibición del uso de vapeadores en sus oficinas. Y el municipio de Yerba Buena dispuso una normativa similar en las dependencias municipales de su jurisdicción.

El experto se refirió en detalle a las micropartículas que emiten los vapeadores y que afectan a los fumadores pasivos. Estas partículas son tan chiquitas que vuelan lejísimo, entran por vías respiratorias y van hasta el final de los pulmones, señalo. Luego, pasan a la sangre y van al cerebro, a los riñones, a las células del sistema inmune, enumeró.

Luego habló de por qué es tan difícil dejar de fumar, aún cuando sabemos que es algo que nos hace mal. “Hay objetos que quieras o no quieras, te dejan adherido o pegado a ellos”, remarcó antes de empezar a hablar de las adicciones en general.

Miroli sostuvo que en la actualidad hay menos concientización respecto del consumo problemático de las sustancias. Y criticó que las campañas de prevención estén casi exclusivamente dirigidas a los adolescentes. “Debemos garantizar programas de prevención de las adicciones desde el nacimiento”, apuntó.

Remarcó que luego de la pandemia creció mucho el consumo de sustancias (sobre todo de alcohol, tabaco y otras drogas) en la cuarta edad adulta, que son los mayores de 80 años.

Por último, se refirió con preocupación a las adicciones a la tecnología y a las apuestas, que están aumentando y que tienen consecuencias preocupantes; entre ellas, un aumento en los casos de suicidios.