El 13 de marzo de 2013, Honoria Zelaya de Nader miraba la televisión junto a su familia, sin saber que aquella tarde marcaría el inicio de una historia entrañable. “Estaba con mis nietos, que en ese momento eran unos pequeños, mirando la televisión, y de pronto anuncian que era Jorge Bergoglio era la nueva cabeza de la Iglesia. Entonces di un salto y dije: ¡Ay, el Papa es argentino!”, recuerda.

La reacción espontánea de la escritora tucumana fue tan fuerte que uno de sus nietos, intrigado por su emoción, la miró fijo y, con la mano en la cintura, le hizo una pregunta que generó en ella una chispa: “¿Baby, vos no escribís para chicos?”. A lo que ella respondió que sí. Y él remató con un pedido que la interpeló: “Bueno, entonces contá. Escribí para que nosotros podamos saber también, porque yo no entiendo nada”.

Ese momento fue el punto de partida de un libro que cuenta toda la vida del hombre que ese miércoles de marzo se convirtió en Sumo Pontífice. La historia, que hoy circula por Latinoamérica y por España, ha recibido premios y reconocimientos; pero, por sobre todo, ha conmovido a cientos de lectores jóvenes, por su ternura, y claridad.

En aquel tiempo, la autora tucumana dedicada a la literatura infantil, estaba a punto de emprender un viaje a Europa, pero la inspiración ya estaba encendida por lo que tardó solo una semana en terminar su obra, en presentarla e, incluso, poco después, en mover cada hilo que pudo para que llegue a las manos de Francisco. Y lo logró.

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“Cuando regreso un mes y medio después, debajo de la puerta de mi departamento había un sobre enorme que decía: Ciudad del Vaticano. Era una carta del Papa que aún conservo, agradeciendo el envío del libro y dos fotografías firmadas por él”, rememora. Su relato, nacido de una escena doméstica y amorosa, había llegado a destino.

El proceso

El proceso de escritura fue tan veloz como natural para Zelaya de Nader, aunque, claro, requirió de mucha investigación. Luego decidió presentarlo como la persona común que fue. “Quise mostrar que Francisco fue un niño como cualquier otro”, dice.

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Así en las primeras páginas, la autora describe el lugar donde nació el Papa, presenta a su madre, a su abuela, y cómo le enseñaban a rezar en italiano. “Después viene su bautismo, cómo jugaba con sus padres, cuánto le gustaban los cuentos, las canciones, algo que me pareció importante reflejar”, comenta.

OBRA. El libro tiene 52 páginas que atrapan a los más chicos.

Lo que diferencia este libro de otros que hablan de figuras históricas es el enfoque desde la infancia. “Quería darles respuestas a los más pequeños que quieren saber más, pero de la mano de la ternura. Mi especialidad es la literatura infantil, y considero esencial acercarles grandes figuras con un lenguaje que ellos entiendan”, afirma.

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Uno de los capítulos narra cuando “Jorgito” ingresa al colegio Nuestra Señora de la Misericordia, otro cuando recibe un premio en el colegio salesiano de Ramos Mejía por su buena conducta, y uno más destaca su vocación religiosa. “Era un día luminoso cuando él decide ingresar al seminario”, detalla. También está su encuentro con Borges, cuando el entonces sacerdote lo acompaña a dar clases en una escuela humilde cerca de Rosario.

Una llamada inesperada

El vínculo con el Papa no terminó con la carta de agradecimiento que le envió. Años después, la escritora recibió una llamada que aún le eriza la piel. “Fue para uno de mis cumpleaños. Sonó el teléfono, y mi hijo me dice: ‘Mamá, te hablan’. Pensé que me estaban tomando el pelo, cuando me avisó. Pero al otro lado de la línea me dijeron: ‘Su Santidad la quiere saludar’. Y entonces escuché: ‘Hija mía, feliz cumpleaños. No te olvides de rezar por mí’”, recuerda. Y entre risas añade: “Casi me desmayo”.

Ese gesto resumió la calidez del Papa que ella misma describe en su libro al mostrar que Francisco, fue primero Jorgito, un niño que jugaba con sus padres, que escuchaba canciones y que se reía con las palabras. Porque eso somos todos. Una historia que empieza en la infancia y que, con algo de suerte, luego es contada con amor.