Se lucha por la igualdad de oportunidades

Pasaron ocho años de la primera marcha, voluntaria y apartidista, de #NiUnaMenos en Argentina. En mayo habían asesinado a la joven de 14 años Chiara Páez y el tuit de la periodista Marcela Ojeda fue el click que faltaba: “¿No vamos a hacer nada? ¡Nos están matando!”. El grito desesperado se convirtió en una lucha continua que hoy lleva todos esos años de reflexión y pedidos de Justicia y leyes con perspectiva de género. “Ser feminista no significa que pensemos que las mujeres merecemos derechos especiales; significa que sabemos que merecemos los mismos. Defender la igualdad no implica menospreciar o castigar a los hombres. El feminismo no habla de superioridad ni discrimina al otro género, simplemente combate las desigualdades que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo. No se lucha por ser “más”, se lucha por ser igual. Por la igualdad de oportunidades”, explica la organización social Amnistía Internacional.

Para todos y, en este contexto, mujeres y varones pueden ser machistas y también pueden no serlos, o estar buscando “deconstruirse”, es decir, repensar qué acciones o pensamientos limitan al otro, especialmente a las mujeres. El sitio @privilegiados_rrss y @publicitariasorg se reunieron para mostrar este 3 de junio algunas diferencias entre los varones hetero-cis y las mujeres. En un original posteo presentan situaciones cotidianas para ambos sexos y cómo se predisponen quienes tienen que vivirlas. Una mujer y un varón se quedan hasta tarde en la oficina: él avisa a sus amigos que llegará tarde a la juntada y ella a sus amigas que les pasará su ubicación al salir. Él se cruza en el ascensor con su jefe pensando en que quizás le pida algún trabajo extra, y ella, en evitarlo porque es “un toquetón”. “Desde 2015 los movimientos feministas vienen reclamando que, de una vez por todas, se eliminen todos los tipos de violencia de género. Y en este camino, que los varones miren a su alrededor e identifiquen los privilegios que tienen por el solo hecho de ser varones, es el primer paso hacia una sociedad con menos desigualdades y, por lo tanto, menos conductas violentas. Un mismo espacio, diferentes cargas y la única salida: la empatía y transformación de las conductas”, escribieron a modo de reflexión.

Es cierto que, a lo largo de los años, se develaron también pesadas cargas y expectativas que se posaban sobre los hombros de los varones. Eso también condicionaba su existir porque debían actuar de cierta manera, pero no es comparable. “Las mujeres estamos hartas de ser juzgadas y criticadas por la manera en que nos vestimos o comportamos. Por la forma en la que hablamos o trabajamos. Cansadas de que nuestra palabra valga menos o nada, cansadas de la desigualdad, de cobrar menos, de trabajar más. Estamos hartas de empleos informales y precarios, de los techos de cristal. Cansadas de que nos maten, de que nos acosen, de que nos violen. Cansadas de que nos llamen feminazis por defender la igualdad. Nuestra aspiración es lógica: eliminar la discriminación de género y promover el respeto hacia las mujeres como seres humanos iguales en valor y dignidad a los hombres, es decir, un mundo justo e igualitario para todas las personas. Como dice la poetisa Ida Vitale, “ser humano y mujer, ni más ni menos”; publicaron en el sitio oficial de Amnistía Internacional.

Según el informe presentado por la ONU Mujeres en septiembre de 2022, al ritmo actual, demoraremos, como sociedad, 300 años para alcanzar la plena igualdad de género. “Algo menos, 140 años, para lograr una representación equitativa de mujeres en posiciones de poder y liderazgo. Y 40 años, para lograr lo mismo en parlamentos nacionales. En otros ámbitos, las cifras no mejoran. Para erradicar el matrimonio infantil de cara al 2030, necesitaríamos ir a una velocidad 17 veces superior a la actual. ¡17 veces! Y el resultado lo padecerán millones de niñas privadas de sus derechos y expuestas a una vida adulta para la que no están preparadas y al riesgo de sufrir violencia, abuso y maltrato con las gravísimas consecuencias para su salud física y mental. También es preocupante el retroceso en la reducción de la pobreza. A finales de 2022, se estimó que el número de mujeres que viven en la pobreza extrema está alrededor de 383 millones frente a los 368 de hombres y niños, lo que significa que muchos millones de mujeres carecen de ingresos suficientes para cubrir necesidades básicas como la alimentación, la vestimenta y una vivienda adecuada”, números estudiados cuidadosamente y que deberían preocupar a todo aquel que ostente una pizca de poder, en algún rincón del mundo.

Según UNICEF al menos quince millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas (violaciones u otros actos sexuales forzados) y, de acuerdo con los datos disponibles de 30 países, tan sólo un 1 por ciento de ellas ha pedido alguna vez ayuda profesional. Una de cada tres mujeres en el mundo ha sido víctima de violencia física o sexual y la mayoría de los agresores son personas conocidas por la víctima. En la Unión Europea, el 55% de las mujeres han experimentado acoso sexual en, al menos, una ocasión desde que cumplieron los 15 años. En Argentina, el Observatorio Nacional de las Mujeres de la Matria Latinoamericana “Mujeres, Disidencias, Derechos” (Mumalá) relevó en este periodo de 8 años 2209 asesinatos por odio de género (Femicidios - transtravesticidios) Es decir, una muerte violenta de mujeres, travestis y trans en Argentina cada 33. Las tasas más altas, en todo este tiempo, se dieron en las provincias del norte del país: Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Chaco.

En definitiva, las razones para defender el feminismo son muchas y deberían ser de todos porque las nuevas generaciones ya demandan convivir en una sociedad igualitaria, libre de violencia machista, donde existan igualdad de oportunidades y condiciones. Las excusas son muchas pero ya no son suficientes porque, entre todos, debemos avanzar.

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