Manzur y Jaldo, preocupados y ansiosos

Manzur y Jaldo, preocupados y ansiosos

En el PJ tucumano, hoy por hoy, no miran tanto a la Casa Rosada como sí a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Por estos lares, la declinación de Alberto Fernández a pelear por la reelección es observada como una mera anécdota política a resolver por el Frente de Todos en el plano nacional. Aquí la dirigencia peronista está más atenta a lo que pueda decidir el máximo tribunal nacional sobre los planteos judiciales de la oposición para inhabilitar a Manzur como candidato a vicegobernador y para suspender los comicios del 14 de mayo, alegando que la convocatoria viola la Constitución de 2006. Reina la incertidumbre y sobrevuela el temor a que los jueces de la Nación fallen en contra de los intereses políticos y electorales del oficialismo.

Sin embargo, hay que hacer una distinción, a Manzur y a Jaldo les desvelan causas diferentes: al primero le preocupa más que le impidan aspirar a la vicegobernación, mientras que al tranqueño lo asusta más que se frene la votación del 14 de mayo. Uno porque quiere usar la elección como trampolín para jugar en la liga política nacional y el otro porque se desvive por convertirse en gobernador de la mano del voto popular. El sueño de Jaldo tiene varios lustros y está ahí nomás de concretarlo, está a la vuelta de la esquina, a escasos 21 días de ser realidad. En ese marco, la frustración puede ser para ambos, o sólo para uno de ellos. Sus anhelos y carreras políticas están en manos de la Corte nacional, a la que, por cierto, le quedan también tan solo tres semanas para involucrarse en el proceso y disponer alguna resolución respecto de las demandas de la oposición.

El máximo tribunal puede convertirse en un actor político involuntario o puede sentar jurisprudencia con sus eventuales sentencias sobre el caso Tucumán. El desafío también es para los jueces supremos: intervienen o se desentienden. Tal vez les resulte más fácil impedir que el gobernador pueda candidatearse a vicegobernador que suspender un proceso electoral en marcha, porque debería ir en contra de decisiones tomadas por la Justicia provincial. Si finalmente esto último es lo que ocurre habrá que detenerse a leer atentamente los fundamentos de ese posible fallo para analizar cómo ataca las decisiones judiciales locales y cómo las defenestra para voltear el trámite electoral y para postergar la elección de autoridades.

El Partido de la Justicia Social, el del intendente Germán Alfaro, pidió que se deje sin efecto la convocatoria a sufragar en mayo entendiendo que se halla en contradicción con lo dispuesto por la Carta Magna tucumana, que dispone que los comicios deben realizarse con una antelación no mayor a dos meses de la conclusión del mandato; o sea en agosto. Como se recordará la sala I de la Cámara en lo Contencioso Administrativo consideró inconstitucional esta disposición. Por eso resultará más que interesante prestar atención a los fundamentos de una posible sentencia de la Corte nacional disponiendo la suspensión de la votación. ¿Es posible? Los temores en el oficialismo desnudan que sí, donde ansían que las horas y los días pasen aceleradamente y que se llegue a la votación sin mayores tropiezos.

Si bien Jaldo es quien más le presta atención a este aspecto -porque será el mayor afectado-, también la dirigencia mira con preocupación esta situación. Básicamente porque en el PJ la logística y los gastos de la campaña electoral -léase distribución de recursos entre los diferentes acoples- están calculados en función de que la votación se haga el 14 de mayo, no después. Toda la estructura territorial del PJ está dispuesta para funcionar ese día, no luego, menos en agosto, cuando la gestión provincial puede quedar entrampada en los efectos negativos de la crisis económica nacional, que pinta grave. Casualmente, lo que se pretendió al citar a los ciudadanos a ir a las urnas en mayo fue, precisamente, alejarse de la elección nacional para mantenerse bien distante del contagio y del eventual arrastre cuesta abajo de la gestión de los Fernández.

La Corte podría arruinar de un plumazo -si se involucra y resuelve en contra de los intereses del oficialismo tucumano- toda la organización, la logística y la distribución de los recursos para sostener la campaña de las colectoras y de la lista oficial, y también dejaría pegado al oficialismo a la suerte electoral del Frente de Todos en el plano nacional, entre las primarias abiertas y la elección general. Peor panorama, imposible. Justo lo que quieren evitar. Tanto daño haría como para que la oposición se frote las manos pensando en tal sentencia, e insista para que la Corte se avoque prontamente a las demandas judiciales.

Si bien Alfaro promovió ambos planteos -suspensión de la convocatoria y de inhabilitación de la postulación de Manzur a la vicegobernación-, seguramente a los opositores les debe atraer más que se frene la votación, pues les otorgaría más tiempo para profundizar una campaña proselitista de instalación y de penetración de sus candidatos. Y, además, porque el proceso nacional les favorecería por aquello de la “nacionalización” de la elección tucumana. Hay razones para que unos teman y para que otros se esperancen con que la Corte les tire un centro. Allí apuntan los radares.

Es que el oficialismo apostó todo para que se vote dentro de 21 días y observa que el futuro de la gestión nacional no parece que vaya a mejorar, por lo que los recursos nacionales podrían mermar justo en una época electoral crítica, máxime si es que la Corte suspende la votación. Por eso es razonable que Jaldo sea el que mire más seriamente, con incertidumbre y preocupación, hacia los despachos del alto tribunal; un fallo adverso podría debilitar a la fórmula del oficialismo y, por ende, sus sueños de ser gobernador.

La maquinaria del peronismo está en marcha y su aceleración calculada para que dé el máximo de potencia el 14 de mayo; si se la frena de golpe, hacerla arrancar de nuevo va a costar mucho más. Es lo que no quieren los compañeros. Todos.

A Manzur es lógico que esta adversidad le inquiete menos que ser inhabilitado para presentarse como candidato a vicegobernador. No le interesa tanto si se postergan los comicios por cuanto el oficialismo igualmente podría ganar siendo vice, con lo que él se mantendría a la sombra del tranqueño en un intento por controlar y limitar su poder conduciendo la Legislatura; a lo Jaldo, se podría decir. Recuérdese que el vicegobernador impidió todo intento del manzurismo por avanzar con una reforma constitucional que le facilitase la reelección indefinida a Manzur. Jaldo taponó esa posibilidad.

¿Por qué a Manzur le puede interesar más no ser inhabilitado? Por un lado, porque si la Corte le cierra el camino e igualmente el Frente de Todos por Tucumán gana los comicios -con otro candidato a vicegobernador en su lugar-, descenderían sus acciones políticas en el plano nacional. No podría jactarse de que garantizó la victoria participando de la boleta oficialista. Para los compañeros, que Manzur esté en la boleta es condición suficiente para afianzar la unidad del peronismo tucumano -de jaldistas y manzuristas- pero no condición necesaria para una victoria del PJ tucumano. El verticalismo, el uso de los acoples y la ambición de poder de los peronistas los determina a jugarse por la victoria del binomio gubernamental. Con o sin Manzur como vice.

Por otro lado, si la Corte no dice nada y no le impide estar en la boleta el 14 de mayo, el ex jefe de Gabinete bien podría celebrar por partida doble. Es que si el Frente de Todos por Tucumán gana la elección, eso estaría ocurriendo 48 horas antes de la realización del congreso del PJ nacional que deberá resolver la estrategia electoral del oficialismo en el país. Manzur se integraría al plenario portando una victoria en la mochila que podría potenciar sus aspiraciones de jugar en la mesa chica de las decisiones nacionales. Un ganador en medio de un clima político adverso y con pronósticos de derrota. Desde esta perspectiva se entiende por qué a Manzur le puede inquietar más no ser vetado por la Justicia.

La situación política local, por extraño que resulte, está sujeta a que la Corte intervenga, y falle, en favor o en contra de las demandas. Cualquier actitud que adopte desde lo jurídico tendrá implicancias políticas; por eso se ha convertido en un protagonista de relevancia electoral, más allá de su trascendencia institucional. Le quedan pocos días para ir por uno u otro camino.

Manzur y Jaldo están atentos, ansiosos y preocupados, cada uno vela por su propio interés. En el fondo, sus destinos políticos están sujetos a lo que determine la Corte.

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