Cartas de lectores: Holocausto
17 Marzo 2023

En la carta “Holocausto”, del 03/03, el lector Ramón Alfredo Maldones hace referencia a la presunta “benevolencia” de la conquista y a la “superioridad” de la cultura española. Creemos que no se puede ignorar, a propósito, el aterrador accionar de la Inquisición que actuó precisamente en esa época y que llenó de oprobio y de vergüenza a la historia de España en su, paradójicamente, “hora más gloriosa”. Esta inquisición fue impuesta en el siglo XV por Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Dominicos, quienes se entregaron de lleno a la “obra pía” de calumniar, torturar, expropiar y matar a las indefensas víctimas. La misma fue introducida en España en la época de los Reyes Católicos y Felipe II, dedicándose con el mayor esmero a la quema pública de hombres y mujeres en los llamados “autos de fe”, que se realizaban en presencia del populacho feliz de ver arder a los “herejes”. Era -al decir de Fernando Vallejo- “una verdadera fiesta cristiana”, que fue luego exportada a América (Lima, México, Cartagena). También afirma el mencionado lector que los “generosos conquistadores” sólo buscaban “propagar la fe de Cristo”. Pues bien, permítaseme recordar ahora las siguientes palabras de Juan José Sebreli, quien afirma, en tal sentido, que “la evangelización no se expandió por la superioridad de su doctrina como pretenden los hispanistas ni por la persuasión de sus misioneros: Los clérigos iban acompañados de brutales soldados, muchos de ellos ex presidiarios que ocupaban ciudades y aldeas en medio de saqueos, asesinatos masivos, violaciones y vandalismos”. Fray Bartolomé de Las Casas, que anduvo por entonces en América, alzó su voz para condenar los genocidios en su “Historia de la Destrucción de las Indias”. Es sabido, además, que los Incas, a diferencia de los Aztecas, no practicaban sacrificios humanos -como pretende el lector- y su cultura era muy superior a la de los españoles: En una reciente carta de mi autoría, titulada “Sacrificio de doncella”, hacemos referencia al modo de colonización practicado por los Incas en los territorios colindantes, la que fue, como contrapartida a la de los españoles, eminentemente agrícola y libre de barbarie. En las zonas conquistadas por ellos se construían caminos y puentes, se hacían cultivos en terrazas y regadíos en las faldas de las montañas, se mejoraban las condiciones de vida de los pueblos vencidos, respetando sus creencias y costumbres. También se les enseñaba a levantar mapas en relieve, a fabricar calendarios por medio de observaciones astrales, y la bondadosa tutela del individuo y de la familia. Es destacable, además, su perfecta organización política y administrativa, que aún hoy es materia de estudio de asombro por parte de cooperativistas y sociólogos de todo el mundo. Es por todos conocido, además, el enorme costo en vidas humanas que ocasionó la conquista del llamado “Nuevo Mundo“. Brandel, Chaunú y  otros tantos historiadores lo confirman. Pierre Chaunú en “La expansión europea”, página 284, afirma que: “el efecto acumulado de la conquista y de todos los choques recibidos costó la vida unos 70 millones de aborígenes. El proceso de unificación planetaria se hizo a este precio: elevado, ciertamente, pero razonable si se tiene en cuenta todo lo que había en juego“.

Arturo Garvich

Las Heras 632                                                                       

San Miguel de Tucumán

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios