Parto natural: haciendo visible lo invisible

Parto natural: haciendo visible lo invisible

Parto natural: haciendo visible lo invisible

“‘Juli, necesitamos juntarnos por un caso de violencia obstétrica tremendo’, me decía entre atónita y preocupada la legisladora Victoria Montenegro, allá por abril de 2018”, relató Julieta Saulo, licenciada en dirección de organizaciones de la sociedad civil y autora de “Bien que te gustó” (Ed. Penguin Random House). En un capítulo del libro describió cómo Laura había parido a su pequeña Alma, en un parto en el cual pidió socorro durante 14 horas mientras el personal de salud del hospital en el que estaba miraba el celular y le decía que dejara de gritar porque les rompía los oídos. Su beba Alma, nació y quedó en coma con respirador. La asfixia que sufrió durante su nacimiento le provocó un daño irreversible en el cerebro. Finalmente murió, luego de meses de internación y el pedido constante de Laura por llevarla a su casa para que pudiera conocer el mundo. “Laura se transformó luego en médica terapista, enfermera y kinesióloga”, cuenta Saulo en su libro.

Las historias sobre partos se repiten durante las 180 páginas del libro. Todos conmueven y en todos se representa la gran variedad de experiencias – tantas como mujeres parturientas en el país-. Carolina, otra mujer cuenta su historia y repite en su encuentro con la autora: “no estoy loca, ni soy una exagerada”, un sentimiento común entre quienes repasan las horas de su parto. “Su hijo nació a través de una inducción porque la obstetra que la asistió considera que los embarazos luego de la semana 40 son riesgosos (según la OMS los embarazos pueden durar entre 37 y 41 semanas cumplidas. El tiempo de espera para que el parto se desencadene depende de la edad materna, los antecedentes y otros indicadores). Cuando la partera escarbó en su muñeca para ponerle una vía y ella comentó que le resultaba dolorosa la práctica, le respondió: ‘sos una maricona, flojita para el dolor’ ”, el parto de Carolina fue doloroso, una enfermera aplastaba su vientre para que el bebé nazca y ella se la pasó todo el tiempo gritando, pidiendo por favor que no la apretaran más. Nació su hijo con una clavícula rota que, según le dijeron, soldaría sola, y transcurrió su puerperio en medio de un fuerte dolor físico. Tuvo que realizar varias consultas hasta que una primera profesional escuchó su historia y le puso un nombre a la práctica que le habían realizado: maniobra de Kristeller, desaconsejada por la OMS debido al riesgo que conlleva tanto para la mamá como para el bebé. Carolina fue atando cabos, desenmarañando lo sucedido en el parto de su hijo hasta que, luego de una resonancia, descubrió que tenía la pelvis fracturada.

“Caro fue la primera mujer argentina en elevar una denuncia de violencia obstétrica en la corte internacional. Apoyada por Las Casildas (@lascasildas, una asociación civil que trabaja sobre esta temática) y un grupo de abogados internacionales, hizo un pedido de reparación por violencia obstétrica ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw, según su sigla en inglés) y de las Naciones Unidas. La petición (técnicamente denominada “comunicación”) se solicitó a causa de la imposibilidad de acceder a la justicia en el país. “Todo trámite es online. Hice la denuncia ante la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (Consavig) Allí me derivaron al Inadi, pero no pasó nada. También a la Defensoría del Pueblo de la Nación y al Ministerio Público Fiscal. El sanatorio presentó un equipo de abogados que negaron todo. Yo no tenía abogado, a pesar de buscar, ni plata para pagar uno,” relató Carolina. En Argentina, la Ley N° 26.485 de Protección Integral a las Mujeres incorpora la violencia obstétrica pero no contempla sanciones. Hoy las ganas de Carolina están puestas en recuperarse para poder salir a corretear a su hijo a un parque.

La Ley de Parto Respetado fue sancionada en Argentina en 2004 y reglamentada por un decreto presidencial en 2015, 11 años más tarde. El nombre de la Ley es de Derechos de Padres e Hijos durante el Proceso de Nacimiento y plantea que tienen derecho a ser informados sobre las distintas intervenciones médicas que pudieran realizarse, que se deben respetar las pautas culturales, respetar el parto natural contemplando tiempos biológicos y psicológicos, y recibir apoyo para amamantar, entre otros.

“Una ley sin reglamentación es una Ley sin presupuesto”, explica Saulo en su libro. “La Constitución Argentina establece que para que un proyecto de ley entre en vigencia debe ser aprobado por el Congreso. Una vez sancionada la ley es enviada al Poder Ejecutivo, que tiene 10 días para verificarla. Allí se abren tres caminos: promulgarla, vetarla o hacer un veto parcial que elimine algunos de los artículos, sin afectar el espíritu de la ley. Si en diez días no toma la decisión, la Constitución entiende que la ley entra en funcionamiento. Hay una forma más de sortear la ley: evitar la reglamentación. Básicamente esto genera que la ley este vigente, pero que no se le destine ni un centavo de presupuesto para campañas de difusión, implementación capacitación o actualización profesional”, escribió en el Capítulo 6, “Haciendo visible lo invisible”, de su libro “Bien que gustó”, Julieta Saulo. “Aprendí que, en la gran mayoría de los casos, por más que te sepas la ley de memoria, hay un sistema médico hegemónico y dominante. Lo que más molesta es la autonomía y el poder, y eso es lo que las mujeres estamos dispuestas a recuperar”.

En el documental “Parir” (2017) la directora Florencia Mujica y el grupo Las Casildas hicieron visible ese momento del cual “se habla tanto pero se sabe tan poco”. En el mismo, se registró el proceso de parto de tres mujeres, así como también se entrevistaron a doctores y especialistas de diferentes institutos médicos. “Las mujeres y los bebés tenemos derecho a decidir, movernos, alimentarnos, además de plantear qué sí y qué no queremos que nos hagan”, expresó a Télam durante el estreno la documentalista y afirmó que las diversas ejecuciones en el momento del parto no están garantizadas en ninguna clínica.

“Un parto respetado no es parir con una playlist de fondo, ni con una trenza cosida, ni con un vestido blanco. Tampoco lo define el lugar. Tiene que ver con el respeto por la autonomía de la persona gestante, independientemente de la vía de nacimiento que elija para el hijo o hija que espera”, sintetizó Saulo casi al final de su libro.

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