“No; fotos, no”

“No; fotos, no”

Quedaron resonando dos frases que salieron de la coalición opositora pero que desnudan problemas propios de la política. Sorprendió lo que dijo María Eugenia Vidal en su visita a la provincia.

“No, fotos no”. María Eugenia Vidal paró en seco al fotógrafo y no quiso que hubiera ningún registro del encuentro. La ex gobernadora de Buenos Aires siempre trascendió por ser aguerrida, porque no tiene pelos en la lengua, por mostrar coraje. Sin embargo, llegó a Tucumán y terminó mareada en los laberintos de la interna de Juntos por el Cambio. La frase que frena al fotógrafo es nada más y nada menos que de ella. Sorprende. Pero así está Juntos por el Cambio.

La noche anterior, Vidal había estado en un bar de la avenida Perón y se había fotografiado con quien quisiera ponerse a su lado. ¿Qué diferencia había entre aquella imagen y esta? No era el fotógrafo, precisamente. Había dos cosas para remarcar: 1) los acompañantes que estaban a su alrededor en una y en otra reunión y 2) ella misma, que dijo no me voy a meter en la interna tucumana, pero con sus actitudes no tuvo empacho de desnivelar la balanza. Un perfil poco conocido que contrasta con aquella mujer cuya fortaleza había sido la verosimilitud de sus palabras.

Aquella noche en el bar, cuyo nombre rinde homenaje al “Gorrión de París”, no tuvo problemas de nada. En ese encuentro estaban dirigentes de PRO y el intendente de la Capital Germán Alfaro. En la siesta del hotel de la avenida Aconquija se habían acercado otros dirigentes de PRO, radicales y de CREO junto a los pre candidatos Roberto Sánchez y Sebastián Murga.

Juntos por el Cambio prometía tener una semana intensa. Desde hacía un mes se había agendado que iba a tener una reunión trascendental para mostrarse unidos, para ordenarse y para firmar un compromiso de ir todos amalgamados a los comicios del año que viene.

Cuando todo estaba previsto con antelación hubo quienes, como el piloto diputado que adujeron tener problemas de agenda y faltaron a la cita. Pero hubo cosas peores porque no pudieron firmar un acta conjunta. Cada uno por su lado estampó su compromiso y su firma política en documentos diferentes. Tampoco fueron sesudos documentos que les llevaran tranquilidad a los votantes. Se trató de escuálidos papelitos con ideas sueltas. Pero hubo cosas aún peores.

El partido fundador de esta coalición que intenta defender los ideales de un proyecto de república firmó las dos actas. Puso un pie en cada lugar. Como si hubiera dos PRO. ¿Los hay? Se podría pensar que querían acompañar tanto el proyecto de Germán Alfaro como el de Roberto Sánchez y de Sebastián Murga y mantenerse en la interna de Juntos por el Cambio como una Suiza neutral en la guerra. En ese caso podría haber firmado una misma persona y haber aclarado el porqué de su posición. Nada de eso ocurrió: al acta que firmó el intendente Alfaro la suscribieron los vicepresidentes Carla Porta y Mariano Malmierca. A la de Sánchez-Murga le estampó su rúbrica Miguel Diósquez Dupuy, secretario de PRO. Mientras estas desinteligencias ocurrirían el presidente del partido, Ramiro Betti, brillaba por su ausencia. ¿Cuál PRO, el que está con Alfaro o el que está con Sánchez? Si no hay dos PRO, hay un problema de autoridades en la agrupación macrista.

Tres rutas, dos nombres

La oposición tucumana no tiene un problema, tiene dos. Alfaro y Sánchez. Ambos quieren lo mismo: ser gobernador. En el horizonte se abren tres caminos: 1) Las internas; 2) La ruptura y 3) el dedo de Buenos Aires. Podría haber un cuarto: el diálogo, pero eso ya sabemos que no existe.

El mejor camino a seguir es el primero porque una interna ayudaría a fortalecer la estructura, pero como no tienen diálogo no se pueden poner de acuerdo si deben ser abiertas o cerradas, aún cuando la ley es demasiado clara y advierte que deben ser cerradas.

El segundo recorrido empieza a ser una posibilidad. Ante eso todos se aferran a un acople o a su puestito en algún municipio por las dudas. Nadie quiere perder lo poco que se tiene. Por lo tanto, la opción de llegar al poder se diluye.

El tercer camino termina a 1.200 kilómetros de distancia. Está muy claro cuál es el destino: la candidatura de Alfaro que viene tejiendo pausada, pero eficientemente, su relación con los principales dirigentes nacionales. La foto de Horacio Rodríguez Larreta con dirigentes de todo el país tuvo al tucumano en el centro de esa escena. Y, la prueba más concreta es la actitud sorprendente de María Eugenia Vidal que no tuvo problemas de sacarse fotos en las que en el cuadro apareciera Alfaro, pero cuando podría aparecer junto a Sánchez puso el grito en el cielo: “No, fotos, no”.

Preposiciones

Alguna vez en la vida nos enseñaron las preposiciones y desde entonces cuando nos preguntan por ellas empezamos a recitar casi como una letanía: “con, contra, hasta, hacia, para, por, si. So, sobre, de, en, entre, etc..” Termina siendo un recitado donde lo importante parece que fuera mostrar que se sabe y hay destreza para enumerar. Pero el sentido de cada preposición es una cuestión secundaria.

La otra frase que llamó la atención se la escuchó en los estudios televisivos de LA GACETA. Ante las cámaras de LG Play, el fundador de CREO dijo: “si no ganamos las elecciones, muchos nos tendremos que retirar”. Apenas Murga dijo esto sus principales opositores y detractores se ocuparon de hacer notar la fragilidad de este dirigente como político. Y, al mismo tiempo él se ocupó de explicar sus dichos. “La política no es una salida laboral. Se debe trabajar en política y no de política o político”. Y ahí tomaron fuerza dos preposiciones tan pequeñitas como potentes: en y de.

La discusión fue discurriendo por canales secundarios y por las colectoras de los whtasaps o de los llamados telefónicos aislados. No obstante, sin quererlo tal vez, Murga puso el dedo en la llaga de lo que es una preocupación en el presente. En el peronismo suelen llamarle contención y se aplica a los “compañeros” que no tienen trabajo. Terminan siendo contratados y bajo el ala de algún dirigente que les consigue empleos en un Estado atiborrado de trabajadores que sólo tienen como misión responder a su padrino político. Incluso muchos, cuando por incapacidad o por impericia dejan su puesto importante como un ministerio o una secretaría siempre encuentran “palenque ande ir a rascarse” y nunca se quedan sin emolumento. Esos son los que viven de la política. Los que viven en la política con responsabilidades mayores.

Pero el dirigente de CREO fue más allá aún. Sugirió que había que trabajar para ganar y si no lo hacía debía dar un paso al costado por fracasar para que otros intenten otras maneras de llegar. Ejemplificó con el fútbol: “un equipo queda fuera del mundial y su cuerpo técnico se va”. Y recordó que son muy pocos los que renuncian. La mayoría se esconde hasta la próxima oportunidad. A Murga le tiraron con Balbín y Perón, hombres que aún presos siguieron haciendo política.

Así en esta discusión apareció la primera certeza: En política a los actores principales les cuesta escuchar. En general monologan y por lo tanto el diálogo fracasa.

Otro debate que quedó abierto es que en el afán de llegar a los lugares de poder los partidos no analizan por qué en este tramo de la democracia aparecieron dirigentes enriquecidos en medio de una pobreza creciente que ha mercantilizado a los militantes. Así el líder barrial a veces pierde terreno con el “dealer” que vende droga en la zona pero que ante cualquier problema del vecindario aporta plata para la solución.

En Juntos por el Cambio se discuten las candidaturas, pero en el fondo hay profundas diferencias que no terminan de verbalizarse para instrumentar una política nueva que destierre las viejas costumbres que terminaron enquistándose en la frase “que se vayan todos”. Pero también en esta coalición opositora hay una intolerancia que pone en la superficie la vieja –y no tanto- dicotomía peronismo y antiperonismo. Al fin y al cabo esa es una de las principales tensiones que aparecen entre los que siguen a Alfaro y los que le bajan el pulgar.

En estos tiempos donde más se manifiesta esta crisis es en la oposición porque en el oficialismo el ejercicio del poder y su administración encuentran las formas de disimular estos problemas de la política argentina. Son muchos –demasiados- los que viven de la política. Son más que los que viven en la política y construyen desde allí.

El mundial de fútbol empieza a bajar el telón y la ciudadanía va a empezar a pedir urgente el VAR para revisar las jugadas que ocurrieron en este mes anestesiado por la pasión futbolera. Desde Qatar también llegaron nuevos paradigmas propuestos por un grupo de hombres que ejerció una forma diferente de conformar equipos, de asumir liderazgos y de enfrentar desafíos.

Comentarios