“El Lula que sale de la cárcel es infinitamente mejor que el Lula que entra a la cárcel”

“El Lula que sale de la cárcel es infinitamente mejor que el Lula que entra a la cárcel”

Fernando Morais es el autor de Lula, la biografía del recientemente electo presidente de Brasil, y el resultado de más de 10 años junto a este líder político.

18 Diciembre 2022

“Lo curioso es que Lula consiguió hacer una revolución, porque sacar a 40 millones de personas de la pobreza es una revolución. Y lo hizo sin dar un solo tiro, sin meter a un solo brasileño en la cárcel, sin paredón, sin horcas, sin perseguidos. Esto desmiente un poco una vieja convicción a la que yo suscribo de que en nuestra era los únicos casos de transformación profunda de una sociedad siempre han sido muy sangrientos o violentos, como la revolución francesa, la revolución rusa o la revolución cubana”, comenta desde San Pablo, promediando la charla con LA GACETA Literaria, el periodista brasileño Fernando Morais.

- Lula, la biografía se presenta como el volumen 1 y ya está en marcha el volumen 2. ¿Desde el vamos se pensó de esa manera?

-La idea original que teníamos con Lula y el editor era un libro de un solo tomo que comenzaba con su encarcelamiento en 1980, yo estaba cerca y pude ser testigo, hasta el final de su segundo mandato en la presidencia cuando le colocaba la faja presidencial a Dilma, ahí se cerraba el libro. Lo que ocurrió es que la vida fue distinta a la que imaginábamos y empieza una crisis sin precedentes en Brasil, con un golpe de Estado siglo XXI contra Dilma Rousseff. Un golpe sin tanquetas en la calle, sin tiros, sin prisiones, sin torturas, sin desaparecidos, pero un golpe. Se le quitó la presidencia a una persona elegida por el pueblo y que no cometió crímenes, y hoy ya se sabe y es algo público.

-Entonces se habrán barajado distintas posibilidades…

-Yo como periodista llegué a la conclusión de que sería una traición con mis lectores no publicar sobre lo que yo había sido testigo a lo largo de tanto tiempo junto a Lula. Yo me colé a su lado y me quedé diez años. Estuve en 18 países y en cuatro continentes junto a él y el privilegio histórico de ver lo que vi no podía ocultárselo a los lectores y decidí darle una vuelta de rosca, hacer un primer volumen con las dos prisiones: la última, que también por una casualidad del destino yo estuve cuando fue detenido y cuando fue liberado. Hacer un libro contando esto y un poco de su pasado, de su infancia miserable, de una familia muy pobre, el trabajo muy temprano y el proceso en el que él se convierte de un obrero como otros cientos que hay en la región industrial de San Pablo, en una figura provincial muy fuerte primero y luego en una figura nacional e internacional.

-¿Y el segundo volumen?

-El libro va a contar las tres derrotas de Lula para presidente, los dos gobiernos de Lula, el golpe y todo lo que yo vi detrás de bastidores en estos 10 años acompañando a Lula.

-Una característica de la biografía es que rompe con el orden cronológico que presentan las mayorías de los textos biográficos.

-Percibí que me inspiraba en una frase de Jean Luc Godard que, luego de que una de sus películas -creo que era “Pierrot le Fou”- fuera muy criticada, dijo: “Toda historia tiene que tener un comienzo, un medio y un fin, pero no obligatoriamente en ese orden”. Entonces me pareció que no tenía la obligación de comenzar el libro “nació el día tal, hijo de la mamá…”. Me pareció que la mejor manera de seducir al lector con el personaje era comenzar con los dos momentos más dramáticos de su vida, con sus dos encarcelamientos. Con la curiosidad de que en los dos casos, además del castigo de estar preso, durante la primera prisión se murió su mamá y en la segunda muere su nieto de siete años al que él adoraba y también su hermano mayor.

-En Lula se puede ver cómo en su último encarcelamiento él va tranquilo pensando que son siete días y nosotros como lectores sabemos lo que le espera.

-Intenté un primer capítulo que se pudiera medir por segundos. Desde la orden de arresto que recibe en el sindicato después de que se decreta su condena hasta el momento en que es llevado a la cárcel en Curitiba. Entonces le pregunté: “Mire presidente, ¿usted antes de dormir ha hecho una oración?” y él me dijo que no, que estaba muy cansado y estresado, que se sacó los zapatos y se acostó a dormir. No necesitó ni tomar una pastilla ni nada porque estaba muy tranquilo que en dos o tres días, o máximo en una semana, estaría de nuevo en la calle por razones políticas o por razones jurídicas. Y se quedó 581 días adentro.

-A lo largo de esos 581 días, Lula no aceptó ningún tipo de beneficio.

-Yo digo siempre que el Lula que sale de la cárcel es infinitamente mejor que el Lula que entra a la cárcel. Primero por algo muy básico: Lula, a lo largo de su vida y por sus condiciones socioeconómicas, no tenía el hábito de leer libros. Estuve varias veces en la cárcel con él y veía la pila de libros leídos que tenía, pero no superficialmente porque al mirarlos vi que estaban anotados. Creo que en esos 581 días él leyó más libros que en toda su vida. Y hay una particularidad, en la legislación penal brasileña en general -sea un ladrón de gallinas o un presidente de la república-, todo preso en Brasil tiene una reducción de pena en un día por cada libro que lee, pero el tipo tiene que hacer una reseña para comprobar que los leyó. Lula los reseñó todos, pero dijo “no se las voy a entregar al juez; son para mí, soy inocente y no quiero reducción de pena; yo de aquí me voy por la puerta del frente”. Él no aceptaba ninguna ventaja.

-¿Por qué la gente volvió a elegir a Lula?

-Porque en el período en el que Lula fue presidente de la república, los pobres fueron tratados como algo esencial en su plan de gobierno. Él tenía una frase que repetía y que suena a frase retórica, que era: “los pobres no pueden ser un problema sino que son una solución para la economía”. Porque si tú sacas de la miseria absoluta a 40 millones de personas, como él logró, y ellos empiezan a comer aunque sea un yogurt o pan, eso empieza a mover una cadena económica. Y eso sucedió. Ahora esa gente está volviendo a la franja del hambre por el período de Bolsonaro, porque él sacó de la bota de los pobres para pagar intereses a la Banca Internacional para mantener a Brasil con la soga al cuello. A mí, que soy de capa media, no me faltó comida pero si salís de tu casa por la noche y vas para el casco antiguo de la ciudad es una cosa de cortar el corazón o de proponer una revolución, porque ves mujeres, ancianos, niños durmiendo bajo la lluvia. Ellos votaron a Lula porque alimentan la esperanza de volver a comer y que los hijos vuelvan a la escuela. Es un tipo especial Lula.

-Es inminente la condena a Cristina Kirchner (esta entrevista se realizó el martes 6/12 a las 17 horas).

- Ayer (por el lunes 5/12) la vicepresidenta dio una entrevista en Brasil, que fue una bomba. Ella habla de algo que me parece clarísimo y es que lo que están haciendo con ella es lo mismo que hicieron con Lula. Si ella, y no Alberto, hubiese salido candidata a la presidencia es factible que en aquella época ya la hubieran metido en la cárcel para que no fuera presidenta. Lo que está pasando con ella fue lo que pasó con Correa en Ecuador, fue lo que pasó con Dilma y ahora están apuntando sus metrallas para Cristina. Es un movimiento para intentar contener la evolución de gobiernos progresistas y es una cosa que tiene que quedar claro: la gente es muy bruta y dice son “comunistas”. No, no. Lula no es comunista y es más, dice “ni siquiera soy revolucionario porque en 1980 conseguí que pararan 500.000 trabajadores y si yo fuera revolucionario hubiera hecho una revolución, y lugar de eso hice un partido político”.

PERFIL

Fernando Morais nació en Mariana, Brasil, en 1946. Periodista y escritor, trabajó en algunas de las redacciones de algunos de los principales medios brasileños, como Jornal da Tarde, Veja, Folha de S. Paulo, Visão y TV Cultura. Sus libros, traducidos a 36 idiomas, vendieron más de seis millones de ejemplares. Algunos de ellos son Montenegro, El Mago y Los últimos soldados de la Guerra Fría Fue diputado y secretario de Cultura y Educación del estado de San Pablo.

Por Flavio Mogetta

© LA GACETA

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