Florencia Canale: “Manuela Sáenz sentía que debía demostrar que era más que una bastarda”

Florencia Canale: “Manuela Sáenz sentía que debía demostrar que era más que una bastarda”

En Bastarda, Florencia Canale cuenta la vida de Manuela Sáenz. Hija ilegítima, abandonada, perseguida, desterrada, reducida en su momento a ser solo “la amante de Bolívar”, fue una de las mujeres más relevantes de la independencia americana.

20 Noviembre 2022

Por Flavio Mogetta para LA GACETA

“Estuvo censurada durante muchos años, pero Bolívar la nombra la Libertadora del Libertador y yo me atrevo a ser un poco provocadora y a decir que de no haber sido por la Libertadora a los libertadores quizá les hubiera faltado una pata. Sí me parece que se merece una reivindicación constante y la tiene. Es una de las siete mujeres más importantes de la independencia americana”, comenta Florencia Canale, autora de Bastarda (Planeta), novela en la que recupera la figura de Manuela Sáenz de Vergara y Aizpuru, desde su nacimiento hasta sus últimos días.

Al momento de explicar qué la llevó hasta la figura de la patriota ecuatoriana, Canale explica que “Bastarda cuenta la historia de Manuela Sáenz, que rápida y muy injustamente es consignada como la amante de Simón Bolívar. Ha sido estigmatizada porque señalarla por ser una mujer en relación a un hombre y nada más, y además la amante, le achica el precio. Estamos hablando del siglo XIX, del proceso independentista de América del Sur. Una mujer ecuatoriana que, a pesar de su origen ilegítimo, se transforma en una mujer importante dentro de este proceso en general conformado por varones. Esta mujer es nombrada Caballeresa de la Orden del Sol por San Martín antes de que conociera a Bolívar. Empuñaba armas, fue a la guerra, vestía uniforme de varón. Fue una mujer particular y original para el siglo XIX latinoamericano… Manuela fue hija de una mujer ecuatoriana y un hombre español, que tenía otra familia, y esta es la marca que quizá la constituye como una mujer que sentía que debía demostrar o demostrarse a sí misma que era bastante más que una bastarda, porque así la consideraban y la señalaban los demás. Tiene una vida impresionante y termina siendo perseguida, desterrada, abandonada, empobrecida y sola en una isla”.

-Ella convivió con una parte de su familia pro revolución y con otra parte realista.

-Seguramente esa era la vida de muchas personas en aquel entonces. Además el proceso revolucionario del virreinato del Alto Perú, de Gran Colombia y demás fue un proceso más complejo que el nuestro que fue bastante lineal. Un ida y vuelta constante sobre todo por una población armada en base a castas: la población indígena, los negros, los mulatos y los pardos, los realistas, los criollos, la aristocracia criolla, la aristocracia española. La conspiración era la moneda de cambio y esto en las dos familias de Manuela era una constante.

-En Bastarda, de manera paralela al desarrollo de la vida de Manuela Sáenz se construye la figura de José de San Martín hasta que finalmente esos dos caminos se cruzan.

-Este era un proceso que venía desde tiempo; el intento de independizarse de España y nosotros ya sabíamos de qué se trataba no por San Martín… Pienso en Chuquisaca en 1809, en 1810 aquí la semana de Mayo. Eran como golpes que se iban gestando en distintos puntos de América del Sur y me parece que nadie era ajeno a todo esto, por más que algunos se hicieran los bobos. San Martín desde el sur, a partir de 1812, cuando desembarca en Buenos Aires y empieza desde ahí un camino hacia el norte. Simón Bolívar desde el norte. Y no me quiero olvidar de O’Higgins, en Chile. Los grandes libertadores de América llevando adelante sus planes y, por supuesto, mujeres en el medio. A diferencia de lo que ocurría en nuestro territorio, las mujeres en el Alto Perú estaban involucradas mucho más fuertemente en cuestiones políticas. Conspiraban y espiaban, exponiendo sus vidas. Ahí estaba Manuela, metida en ese baile.

-La novela está dividida en tres partes: una dedicada a sus primeros años de vida; una segunda, que tiene que ver con su adolescencia y su despertar; y una tercera, la de una Manuela revolucionaria.

-Sí, vivió bastante además Manuela. Lo sobrevivió a Bolívar mucho, incluso a pesar de ella. Fue temeraria, jugó en el límite entre la vida y la muerte, pero no sobrevivió su propio vaivén. No soy muy objetiva con el siglo XIX. Para mí es el siglo más interesante de nuestro continente, donde todo estaba por darse, por construirse, poblado por hombres y mujeres muy apasionados. No hablo de la pasión amorosa, diría que es lo menos interesante. Hablo de gente desmesurada, llevando adelante ideales.

-Gente con mucho fuego en el pecho…

-Exactamente. Sí me dedico al costado más íntimo de estas personas, pero la historia americana es una historia muy rica. Mis novelas aúnan lo íntimo y lo público, la historia y lo privado que se unen en un solo discurso.

-Bastarda es una novela de más de 400 páginas, pero que ofrece una lectura ágil y dinámica.

-Es una novela que uno la ve, es gorda y dice “Uy, Dios mío”; pero hay cierto frenesí que uno no puede abandonar. Uno cabalga al calor de los hechos, de lo escrito, de la narración. Va al galope. Para mí eso es una necesidad, que por más que haya obstáculos la lectura sea algo liso de leer, que uno no entre en confusiones ni en locuras. “Uy, tengo que volver hacia atrás porque ya no sé de quiénes estamos hablando”. Tratar de quitar la maleza y avanzar, porque es un proceso complejo donde entra a tallar no solo el territorio -donde las fronteras van cambiando- sino que entra Europa, no solo España sino también otros países europeos.

-La vida de Manuela Sáenz ha sido muy intensa y ocupa un lugar preponderante en la historia.

-Ocupa un lugar preponderante al lado de otras mujeres como Rosita Campusano y demás. Una protagonista fundamental para la construcción de esta independencia. A la par de Bolívar y San Martín. Entonces era indispensable que protagonizara su novela. Manuela Sáenz es una mujer importante dentro del continente, reivindicada después de mucho tiempo. No estoy haciendo justicia porque se hace justicia constantemente con Manuela. En general me interesa la historia latinoamericana del siglo XIX y a veces contar la historia de tal o cual porque ha tenido una vida trepidante. Son vidas de marejada. En esta oportunidad nos tocó Manuela porque había vivido una vida intensísima. No paraba nunca. De cualquier modo, mi próxima novela tiene como protagonista a un varón. No es que siempre la decisión sea elegir mujeres porque entre en esta cadena incesante de valorizar o revalorizar las figuras femeninas en nuestra historia.

-Al pensar en el destino de Manuela Sáenz resulta inevitable pensar en el destino trágico que Andrés Rivera le asigna a los protagonistas de la revolución de mayo en La revolución es un sueño eterno.

-Es que su destino ya estaba escrito. Pareciera casi que el origen y el final se unen en una especie de danza macabra, como si ella no hubiese podido tomar decisiones. Estaba todo tomado por ella. Se podría haber quedado un poco más quieta, pero no pudo. Fue más fuerte que ella. Era un tormento esa mujer. Incluso para ella misma.

© LA GACETA

PERFIL

Florencia Canale nació en Mar del Plata. Estudió Letras en la UBA y trabajó como periodista en Noticias, Gente, Veintitrés e Infobae, entre otros medios. Pasión y traición, su primera novela publicada en 2011, se transformó en bestseller, con más de diez ediciones. Autora de otros nueve éxitos editoriales, Canale se ha convertido en una referente de la novela histórica.

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