Por Ricardo Reinoso
03 Noviembre 2022
Para celebrar más de medio siglo de trayectoria como una de las cantantes emblemáticas del tango, Susana Rinaldi presentará el sábado a las 21 -en el Teatro Mercedes Sosa (San Martín 479)- su espectáculo “La música y mi vida”, junto a una orquesta dirigida por Juan Carlos Cuacci.
Los lectores de LA GACETA están invitados a retirar tarjetas gratuitas para el show. Quienes tengan suscripción, sean socios de Club LA GACETA o participen del entretenimiento Números de Oro, así como aquellos que contraten la publicación de avisos clasificados, pueden retirar sus entradas en Mendoza 654. También se pueden conseguir en la boletería de la sala donde actuará. El cupo estará sujeto a disponiblidad.
Durante el espectáculo, que obtuvo el premio Estrella de Mar 2022 como mejor espectáculo de tango, la artista recorrerá parte de su amplio repertorio.
Rinaldi irrumpió en la escena tanguera a fines de los 60 y fue parte de la renovación que experimentaba esa música ciudadana en aquel momento. Antes había despuntado con éxito su otra vocación, la de actriz, que continuaría en paralelo con la de cantante.
Su estilo era novedoso para el ambiente del 2x4: lleno de matices, alternaba la expresión sutil con momentos de intensidad, aunque sin estridencias. Buscó eludir las formas arrabaleras o de postura machista que imperaban hasta entonces.
“Siendo mujer tenía la posibilidad de ser denostada dentro de este espacio sostenido por los hombres. Porque además mi llegada quiso diferenciar una época de otra dentro del tango, y eso fue muy discutido”, declaró en una ocasión.
Su repertorio es variado y muy cuidadosamente elegido. Incluye a la vez el romanticismo y el mensaje, con obras de compositores como José María Contursi, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi y Cátulo Castillo. También interpreta a creadores nuevos, como Eladia Blázquez, entre otros.
Un retiro postergado
Con más de 50 discos editados y múltiples premios nacionales e internacionales, la cantante cumplirá 87 años en diciembre y juguetea con la idea de su despedida de los escenarios. Pero a la vez expresa su deseo de continuar.
“Cantar es decir con una música que acompaña, o con una que sale de tu corazón, y puede ser muchas cosas, según como la gente interprete. Y si te aplaude es que todavía vale la pena lo que estás haciendo -definió hace poco-. Hay músicos que comprenden tu modo de cantar, siguen tu fórmula, y otros que no. Tengo la enorme fortuna de que Cuacci siempre ha sido el director que tomó en cuenta mi modo de cantar y sabe qué es lo que me va a gustar interpretar, y qué no, y está ahí firme. Además, se expresa previamente ante los músicos que tienen la generosidad de acercarse a mi voz”.
El aplauso parisino
La vida y la carrera de la Tana se desarrolló entre Buenos Aires y París, donde se exilió a mediados de los 70. Allí logró gran reconocimiento como cantante. Por ese entonces, el tango ya se había posicionado en la capital francesa, pero en el campo del baile, según aclaró.
“Ellos no tenían muy claro que también se podía cantar, que había una poética. En ese momento, se empezó a dar vuelta la cosa -relató-. Estaba muy fuerte Astor Piazzolla, la compañía Tango Argentino de Claudio Segovia y lo mío. Ahora, será porque pasé los 80 pirulos, todos me pasan la mano por el lomo. Pero en aquellos años... Llegar a Francia, que abrazó a tantos artistas plásticos, a tantos cantantes, y que me hiciera un lugar, me dio una fuerza total. Me tomé el trabajo de hacer las cosas bien, como traducir las letras o su sentido en los programas de mano. Así conocieron los versos de Horacio Ferrer, Enrique Cadícamo, Alfredo Le Pera, Celedonio Flores. La crítica llegó a comparar a los poetas del tango con los poetas franceses”.
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