“La tecnología y la magia se parecen mucho”

“La tecnología y la magia se parecen mucho”

El nombre de Juan Baigorri Velar pasó a la historia de nuestro país, en un lugar más bien marginal, por un invento que, entre la ciencia y la charlatanería, pareció funcionar: la máquina para hacer llover.

30 Octubre 2022

-¿Cómo fue que te interesaste por la figura de Baigorri?

-La historia de Baigorri me llegó en medio de una charla con mi tío, Silvio Huberman, con quien teníamos la costumbre de conversar sobre rarezas a mitad de camino entre el periodismo, la historia y la literatura. Desde que me enteré de la existencia de Baigorri me obsesioné con el personaje. Dediqué todo el año 2007 a investigarlo de manera exhaustiva y minuciosa, y en 2008 se publicó el libro por primera vez.

-¿Qué nos dice su inventiva respecto del mentado “ser nacional”?

-Baigorri es un producto de una época, tanto en el mundo como en Argentina. En muchos países surgieron “rainmakers”, y se los menciona en el libro, pero la diferencia de Baigorri es que introduce la tecnología. En esa época, cualquier cosa que funcionara con una máquina era de por sí algo que hablaba del futuro. Por otra parte, su vida privada [tenía una familia paralela] y la forma en que se condujo en los medios de su época lo convierten en un prototipo de “piola” rioplatense.

-¿Qué otros personajes similares podemos encontrar en nuestra historia? Estoy pensando en Ronald Richter, con algunas diferencias…

-El carácter de país de promesas que tuvo la Argentina ante la mirada de inmigrantes nos convirtió en un terreno fértil para aventuras. Algunas exitosas, otras delirantes.

Un caso de éxito es Ladislao Biro, que además de la birome inventó el lavarropas y la caja de cambios automática. Felizmente casi todos fueron exitosos, como el helicóptero de Raúl Pateras, la transfusión de sangre del Dr. Luis Agote o el sistema de clasificación de huellas dactilares de Juan Vucetich.

-Baigorri comenzó su trabajo en un período pre-ovnis, y hoy vivimos en tiempos de chemtrails y cosas extrañas en los cielos, con cámaras y redes sociales para registrarlos, ¿qué valor le podemos atribuir a su descubrimiento en una época como la nuestra?

-La tecnología y la magia se parecen mucho. Probablemente hoy Baigorri tendría que ser un poco más riguroso con sus explicaciones, pero la Covid demostró que siempre hay gente a favor o en contra. Se trata, en el fondo, de una cuestión de fe. Es una forma de fenómeno religioso: creer o no creer.

-Luego de tu trabajo de documentación, ¿dirías que hay que creerle a Baigorri? Hoy (para usar una metáfora pluvial) las aguas siguen divididas respecto de su persona…

-En mi opinión, Baigorri es un personaje mediático que quizás encontró algo que ni siquiera él mismo pudo describir. Las explicaciones que dio en su momento no resisten el más mínimo análisis científico (al que las sometí, por las dudas).

La lluvia siempre inquietó a las personas. Todos los pueblos a lo largo de la historia trataron de entender el fenómeno y de controlarlo. Todos conocemos las famosas “danzas de la lluvia”. Sin embargo, la tecnología llega hasta la siembra de sales de plata para forzar la precipitación de nubes, o la dispersión de frentes de granizo. Esa intriga y esa particular situación de ver caer agua del cielo justifican el mito. Creo más en la literatura que en Baigorri.

© LA GACETA

Matías Carnevale

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