Poner un freno a la violencia ahora es responsabilidad de los líderes políticos

Poner un freno a la violencia ahora es responsabilidad de los líderes políticos

Es grave que le gatillen a la vicepresidenta en la cara; más grave hubiera sido que se concretara el magnicidio. Sin embargo, en un país agrietado como la Argentina, con dirigentes y militantes fanatizados que se alimentan del odio al adversario político, sería realmente gravísimo y de consecuencias dramáticas que esta situación ahonde las divisiones entre los que creen que hubo un atentado y los que no creen. Entre los que justifican y aplauden cualquier acción que debilite al contrincante sin advertir el peligro que acarrea festejar este tipo de acciones. Allí también anidan los gérmenes violentos, los que se esconden detrás de los fanatismos. Toda la dirigencia viene hablando de los discursos del odio; y de un lado y del otro se culpan por fogonearlos. El otro es el que odia. El resultado final de las mutuas acusaciones y señalamientos es que todos finalmente terminan odiándose. Los setenta están a la vuelta. Si los odios ganan, el país estalla; la violencia puede ganar la calle. Allí cualquiera puede tratar de imponer sus verdades parciales por la fuerza a costa de derramar sangre. Hay que poner un freno a la locura en la que se sumergió el país y repensar la acción política. La dirigencia nacional, oficialista y opositora, como no podía ser de otra manera, repudió el intento de asesinato. Es una manera de enviar un mensaje contundente hacia aquellos que siguen a sus referentes políticos; un buen intento por llevar tranquilidad a través de la palabra, de evitar que haya una escalada de intentos individuales por doblegar al enemigo por mano propia. De que la intolerancia gane. Fue grave lo de anoche. No puede decirse que fue un hecho aislado en medio de un clima social de tensión que afecta a la Argentina por la crítica situación económica, por la pobreza, la inflación y la desocupación. Los líderes deben asumir la responsabilidad de impedir que la grieta desencadene en violencia.

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