Cartas de lectores

Defensa de la Constitución

Cuando el Sr. Presidente concurrió a un programa periodístico televisivo (“A dos voces”) yo no imaginaba que, siendo él abogado y profesor universitario, iba a pasar por encima de la sagrada Constitución Nacional para posicionarse en defensa de una ciudadana argentina que, junto a otros, se encuentra enjuiciada por delitos económicos en perjuicio del Estado y de la sociedad argentina. El artículo 109 de la Constitución dice: “En ningún caso el Presidente de la Nación puede ejercer funciones judiciales, arrogarse el conocimiento de causas pendientes o reestablecer fenecidas”. Entonces resulta inadmisible lo que hizo, ya que la Constitución es muy clara al respecto y le impone al primer mandatario no tener ni efectuar injerencia alguna sobre causas judiciales, siendo esta la que fuere. Además, el artículo 120 reza: “el Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional”. Señor Presidente, la Constitución Nacional o Ley Fundamental está conformada por un conjunto de normas y principios que rigen la organización ética de la vida en sociedad. Son la base jurídica de la República e instrumento escrito de la unión nacional, y el país necesita que se respeten esas normas y se preserve lo institucional: ¡Y vivir al amparo de ello! Sólo de la mano de sus postulados nos reencausaremos por la verdadera senda mientras esté vigente nuestra sabia Ley Suprema. Y un llamado también a la reflexión: la convocatoria a puebladas, plazasos o muchedumbres en las calles tampoco son lo indicado, como algunos dirigentes están convocando peligrosamente. El artículo 22 de nuestra Constitución establece: “El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución”. Los argentinos pretendemos y queremos vivir en paz, y usted Sr. Presidente, debiera contribuir y garantizar que así suceda. Hoy se trata entonces, más que nunca, de enarbolar la bandera de la defensa de la Constitución y el orden jurídico y político que ella representa: en letra y espíritu. Tal como lo vio e interpretó nuestro genio prócer tucumano Juan Bautista Alberdi, autor intelectual de la Constitución y cuyo natalicio se conmemora el lunes, consagrado el mismo como Día del Abogado en la República Argentina. ¡Honremos pues como corresponde su memoria y su legado!

Juan L. Marcotullio

Rosario: una ciudad psicótica

Si ubicáramos a las ciudades más importantes de Argentina en las diferentes áreas de un hospital (debido a todos los problemas que están convulsionando al país), Rosario estaría sin duda en terapia intensiva. Los brotes de violencia, balaceras, delirios, robos, asesinatos, manifestaciones, gente mendigando y caos en el tránsito, hacen de la gran Rosario una distopía de su personalidad. “Plata o plomo”: ese el lema que está representando a la ciudad, es decir homicidios y balaceras. A lo largo de 2021 se registraron 241 homicidios y se denunciaron 1.500 ataques a balazos en la ciudad de Rosario, según detalla Aire de Santa Fe. En lo que va de 2022 ya se contabilizan más de 156 asesinatos “declarados”; aunque muchos hablan de que hay más y no son contados. Con estos escalofriantes datos, la tasa de homicidios cuadriplica la media nacional. Cabe destacar que en su mayoría no son crímenes aleatorios, sino organizados. Los rosarinos que en otros tiempos se jactaban de ser la ciudad “semieuropea” hoy asisten a un proceso de mexicanización. Rosario ya es la “Tijuana” o “Ciudad Juárez” de Argentina. Los habitantes están tan castigados por la inseguridad que cuando un ciudadano visita otros pueblos tranquilos y alejados sufre del “síndrome del rosarino”, una especie de delirio que se traduce en la sensación de que les van a robar al escuchar una moto. Es el temor constante a los motochorros que parece perseguir al rosarino como un fantasma. La ciudad huele a morgue. Hace años una ola de humo acosa a Rosario debido a una quema de pastizales (y animales de la fauna autóctona) proveniente de la localidad vecina Victoria, en Entre Ríos. Para muchos, los gobiernos, más que enemigos de la quema son sus cómplices. El tráfico es otro dolor de cabeza. Quien ha visitado el centro de Rosario en auto sabe el verdadero infierno que es circular y estacionar, sin contar la ira y furia de los taxistas debido a tantos cortes, manifestaciones u obras en construcción. Comerse insultos y bocinazos no es nada raro. La locura con que carga la ciudad, sumada a su cruel verano, es similar a la de la película famosa “Un día de furia”, protagonizada por Michael Douglas. Otro ingrediente que se agrega a los constantes cambios emocionales que sufre el distrito es la “diáspora” rosarina. La cantidad de rosarinos que huyen hacia otras ciudades vecinas, como así también emigran al viejo continente europeo, demuestra que las principales razones son la inseguridad y la situación económica en busca de una mejor vida. Antes Rosario era conocida por el Che Guevara, Lionel Messi, Fontanarrosa o el rock nacional. Ahora es conocida por “los Canteros”, “los monos”, “sicarios” y la rapiña callejera. Rosario sangra. Ya es innegable, y es desgraciadamente, la ciudad más psicótica y violenta de la Argentina.

Edgar Ezequiel Espíndola

San Juan 678 Rosario

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