Fabián Calle: “la mejor política exterior es la coherencia entre lo que uno hace y lo que uno quiere para el país”

Fabián Calle: “la mejor política exterior es la coherencia entre lo que uno hace y lo que uno quiere para el país”

El politólogo analiza las contradicciones del Gobierno en sus relaciones internacionales. “Todo esto es muy difícil de comprender si se mira desde el punto de vista de intereses nacionales”.

Fabián Calle. Fabián Calle.

El 2 de febrero pasado, el presidente Alberto Fernández arribaba a Moscú, en una gira oficial que también lo llevaría a China. “Argentina debe dejar la dependencia tan grande que tiene con Estados Unidos y el Fondo”, sentenció durante la escala en Moscú. Y en la reunión que mantuvo con Vladimir Putin, ofreció al país como “la puerta de entrada” de Rusia a América Latina. El 11 de mayo pasado, durante su gira por Europa, brindó una conferencia de prensa conjunta con el canciller alemán Olaf Scholz. Por un lado, criticó las sanciones económicas aplicadas a Rusia, tras la invasión a Ucrania, porque consideró que repercuten en todo el mundo. Por otro, condenó “la agresión a Ucrania”, manifestó que no puede “mirar impávido el permanente ataque de los derechos humanos que soporta el pueblo” ucraniano, y calificó la guerra de “inmoral”. La respuesta llegó cinco días después a través de la agencia de propaganda rusa “Sputnik”: “El nivel de traición del presidente argentino hacia su par ruso está fuera de duda”, afirma el artículo titulado como La hipocresía y la traición del presidente argentino Alberto Fernández a Putin no tiene límites en su versión en español, firmado por Javier Benítez.

Entre mañana y el viernes próximo, el mandatario argentino participará en Los Ángeles de la Cumbre de las Américas y tiene previsto mantener una audiencia con su par estadounidense, y anfitrión del encuentro, Joe Biden. La confirmación de la asistencia del jefe de Estado al encuentro se dio a conocer esta semana, luego de que trascendiera que Fernández había evaluado desde no participar de la cumbre, como represalia contra el hecho de que Nicaragua, Venezuela y Cuba no fueron invitadas, hasta la posibilidad de organizar él mismo una contra-cumbre en la ciudad californiana, a la que sí fueran convocadas las autoridades de esos tres Estados.

El kirchnerismo habla mucho de Jauretche y se olvida de que él decía que lo importante no es cambiar de collar, sino dejar de ser perro.

“Están a los barquinazos”, sintetiza el politólogo Fabián Calle. Licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires y master en Relaciones Internacionales por la Universidad de Bologna, el especialista y docente en tres universidades de la Argentina y una de Europa, evalúa en la entrevista con LA GACETA que las contradicciones en la política exterior del Gobierno se incuban desde la conformación misma del Frente de Todos. Advierte que las “cabriolas” del oficialismo en esta materia dejarán de ser inocuas. Y explica por qué la propia Cristina Fernández de Kirchner está virando en su relación con los Estados Unidos.

- ¿Cómo evalúa la política exterior del Gobierno argentino?

- En primer lugar, en la selección de los personajes que dirigen Cancillería no se ha buscado gente de experticia en política exterior. Hay una decisión de poner gente con experiencia en otras áreas de la función pública y en política doméstica, pero no fogueados ni con una historia de interés, de rol, de manejo de idiomas, de contacto o de agenda en política exterior. Eso se puede suplir si hay segundas y terceras líneas profesionales, que las hay y muy buenas, y si se las escucha y se da importancia a lo que aconsejan. En segundo lugar, la política exterior es un reflejo de lo que pasa en el resto de la gestión pública de este gobierno. Es una especie de alianza que se conformó en términos electorales de corto plazo para ganar en 2019. Fue una mezcla. Había ahí una persona que tenía alineamientos con los Estados Unidos, estilo década de 1990, como (Sergio) Massa. Había también una persona (Cristina Fernández de Kirchner) que desde 2008 tuvo un rumbo de colisión contra los Estados Unidos: durante su gobierno cortaron con alicate una valija militar de los norteamericanos; dio discursos que decían “si me pasa algo miren al Norte”; firmó el memorándum con Irán; y tuvo una postura activa en contra de comprar vacunas estadounidenses. En 2021 era mala palabra conseguir vacunas producidas en EEUU, que son las mismas con las nos estamos vacunando ahora. Moderna y Pfizer estaban prohibidas porque la apuesta eran China y Rusia. Como si fuera un “TEG con vacunas”. Y por otro lado, una persona que nunca se dedicó a la política internacional: Alberto Fernández. Tenía una postura retórica supuestamente socialdemócrata. En definitiva, teníamos un pronorteamericano, una probolivariana y un proeuropeo. Una ensalada importante… Y como el peso más fuerte de la coalición gobernante está en la Vicepresidenta, obviamente hubo una política exterior que se pareció más a la postura de ella que a la de los otros dos.

- Las otras posturas, directamente, ¿se vieron anuladas?

- El rol de Massa era ir a Washington a explicar, cada vez que viajaba, que las cosas que salían en los diarios no eran “tan así”, que la posturas “antinorteamericanas” tampoco eran “tan así”. Pero en la Casa Blanca, una vez te creen. Tal vez dos. Pero después de 30 veces uno se va deslegitimando. Después lo de Alberto Fernández, que se declaraba socialdemócrata e identificado con Europa. Lo cierto es que la socialdemocracia europea repudia lo que ocurre en Nicaragua y la violación de Derechos Humanos en Cuba y en Venezuela. Entonces, evidentemente, no está siguiendo la línea de la socialdemocracia, porque la socialdemocracia no es eso.

- En contraste, las posturas kirchneristas parecieran estar relajando su inflexibilidad...

- Cristina en los últimos meses está pegando algún volantazo, en la medida en que ve que Rusia no anda bien en la guerra y que la cosa se está complicando. Ha tirado algunos centros a los Estados Unidos. Se ha reunido con el embajador de EEUU (Mark Stanley). E, inclusive, se encontró con alguien simbólicamente muy negativo para el relato kirchnerista: la jefa del Comando Sur de las Fuerzas Armadas estadounidenses (la generala Laura Richardson).

- Las posturas del Presidente también se han manifestado volubles…

- Esa ensalada de políticas domésticas, relatos y movidas es lo que tenemos. Tenemos entonces el viaje del Presidente a Rusia cuando ya era evidente que se venía la guerra. Y el Presidente, cuando según algunos no sabía que tenía el micrófono encendido, critica a los Estados Unidos y le dice a Rusia que la Argentina se ofrece a ser su puerta de ingreso a América Latina… Su último paso de comedia fue amenazar con organizar una “contra-cumbre” de las Américas en Los Ángeles: la Argentina invitando a los nicaragüenses, a los venezolanos y a los cubanos a una cumbre alternativa, cuando muchos de ellos no pueden entrar a EEUU porque quedarían detenidos por narcotráfico y violación a los derechos humanos. Después dice que no iba a viajar si no lo hacían, también, las tres dictaduras de esos países. Ahora, no van las tres dictaduras, pero él sí viaja; y, además, le pide una audiencia al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Todo esto es muy difícil de comprender si uno mira a la política exterior desde un punto de vista de intereses nacionales de largo plazo y de decisiones estratégicas. Ahora, si uno lo mira en el jueguito corto para la tribuna, entonces habrá micro-explicaciones para cada una de esas cabriolas.

- ¿Cómo repercute este rumbo errático respecto de Estados Unidos en ese país?

- Estados Unidos tiene una zona de interés histórica desde que se erige como principal potencia hemisférica a finales del siglo XIX. Es un cuadrante que abarca México, Centroamérica y el Caribe, Colombia y Venezuela. Por diversos motivos: migraciones, comercio, cercanía geográfica, el Canal de Panamá, energía, narcotráfico, tráfico de armas… Hay un listado en el que aparecen temas permanentes y otros que van cambiando. Después, lo que está al sur de Colombia y de Venezuela tenía menos interés. Menos comercio, menos inversiones. En todo caso, al sur de esa línea, con Brasil, el grandote regional, históricamente existió una relación importante. Son 200 años de relaciones pragmáticas muy fluidas, gobierne quien gobierne. Pero una de las cosas que están pasando ahora es que hay un mayor interés estratégico de EEUU en el Cono Sur: Chile, Argentina, Uruguay y sur de Brasil. ¿Por qué? Porque el principal rival de Estados Unidos en las próximas décadas es China. Y China necesita desesperadamente aprovisionamiento a largo plazo de alimentos, de pesca y de minerales: cobre, hierro y litio. Y en el Cono Sur somos todos grandes productores de esas materias. Chile es un gran productor minero. Argentina no tanto porque no quiere y porque tiene una legislación delirante, pero es un gran exportador de soja y de carne. Y Brasil lo mismo: un gran proveedor de minerales y de alimentos. Entonces uno de los desafíos de la política exterior es darse cuenta de que Estados Unidos va a estar mucho más atento a lo que haga esta subregión. Precisamente porque durante mucho tiempo no le dio importancia a esta zona, a muchas de las acciones ásperas y a los shows del kirchnerismo contra los Estados Unidos, para dejar contento a su público interno, y a Fidel (Castro), a los iraníes y a (Hugo) Chávez, en Washington no les dieron importancia ni hubo represalias. Pero la competencia estratégica planteada entre EEUU y China hace que, si bien Estados Unidos seguirá priorizando el sector geográfico más próximo, hace que haya un foco de atención creciente sobre el Cono Sur. Y todo lo que sea dislate, jueguito para la tribuna y exageraciones va a tener, en adelante, un costo más grande para los dirigentes políticos y también para sus países.

- Es decir, están mirando a la Argentina...

- Y… entre los países del Cono Sur más propensos a incurrir en dislates, o a realizar acciones poco prudentes, está la Argentina. En Chile, (Gabriel) Boric claramente ha decidido darle capital simbólico a sus votantes con cuestiones internas: una suerte de marxismo pequeño burgués, estilo mayo del 68. Pero en política exterior ya ha definido no hacer locuras: reafirmó el compromiso con la Alianza del Pacífico y un Chile abierto al mundo. Con Brasil pasa lo mismo: ya sea que (Jair) Bolsonaro logre la reelección o que gane “Lula” (Da Silva), aunque uno haga cabriolas por derecha y el otro por izquierda, la política exterior no va a tener mayores alteraciones. Los candidatos a meter la pata somos nosotros.

- La doctrina que sentó Juan Bautista Alberdi para la política exterior argentina, y que tuvo décadas de vigencia, podría sintetizarse en “Comercio con todos, compromiso político con nadie”. Hoy, ¿tenemos doctrina?

- Si uno mira la historia de la política exterior argentina, y toma en particular el peronismo, resulta que cuando las papas quemaron no estuvimos lejos de Estados Unidos. En 1950, cuando estalla la Guerra de Corea, (Juan Domingo) Perón decide enviar tropas a Corea del lado de Estados Unidos. Son el propio peronismo, el radicalismo y el aislacionismo argentino los que le vetan esa decisión. El peronismo se le revela a Perón. Cuando él regresa en el 73, tal como documentan varios libros de (Juan Bautista) “Tata” Yofre, es fluidísima la relación de Perón con la Embajada de los Estados Unidos y con el Departamento de Estado. Hay, propiamente, un visto bueno para que regrese Perón porque hay una visión compartida en la lucha contra el comunismo. Por eso Perón sólo se exilió en régimenes de derechas: Paraguay, República Dominicana y España. No se exilió en Cuba, China ni Moscú. Hay una historia de tener una relación difícil, o de idas y vueltas, con EEUU. Con chispazos fuertes como la Guerra de Malvinas, pero el objetivo entonces no era molestar a EEUU, aunque la decisión se leyó mal en el mundo y obligó a Estados Unidos a apoyar, obviamente, a quien era su mano derecha en la OTAN. (Néstor) Kirchner manejó eso: en 2005 hizo la Cumbre de las Américas para pelearse con (George W.) Bush, pero por otro lado “tiraba centros”: acusaba a Irán de terrorismo en la ONU y mantenía canales de diálogo con EEUU. La cuestión se empezó a “empiojar” en el primer gobierno de Cristina. Especialmente cuando ella toma la decisión de acercarse a Irán, para hacer más homogénea su política exterior con Cuba y Venezuela, y llevarse bien con los antinorteamericanos del mundo. Pero la veo a ella misma desandando todo eso ahora.

- ¿Por qué?

- Estaba esa idea medio infantil de “mi aliado estratégico de inteligencia es Rusia y mi cheque de fondo permanente es China”. Es una visión que el kirchnerismo piensa y recita, pero el mundo es bastante diferente. El mundo va hacia un sistema bipolar entre EEUU y China y nosotros estamos en el área de influencia tradicional de Estados Unidos, que es América Latina. China, antes de conquistar América Latina, tiene que sacar a los Estados Unidos de Asia. Donde está muy presente con sus bases militares en Japón y Corea del Sur, y con aliados nuevos como Vietnam, Singapur y la India. La idea de que va a venir China a liberarnos es propia de que el kirchnerismo habla mucho de (Arturo) Jauretche y se olvida de que él decía que lo importante no es cambiar de collar, sino dejar de ser perro. Hay muchos en Argentina que están deseosos de ponerse collares porque ejercen una especie de nacionalismo selectivo: se preocupan mucho por Malvinas, pero no les molestan los grupos insurgentes que no se identifican con la Argentina y hacen cualquier cosa en la Patagonia.

- ¿La bipolaridad de la política doméstica se transfiere a la política exterior?

- Es rara esa bipolaridad entre ser anti Estados Unidos, pero pro China a la vez. Porque la propia China no se va a tirar a una pileta que no tiene agua. Digo esto porque la idea de que “vienen los chinos, nos ponen plata, nos crean puertos y nos independizamos de Estados Unidos” se contrapone con el hecho de que cuando aquí las cosas se empezaron a complicar, tuvieron que ir a Washington a pedir el acuerdo con el FMI. Y Washington lo firmó, aun sabiendo que no lo íbamos a cumplir y no lo íbamos a poder pagar. Me pasa lo mismo cuando hablo con dirigentes que eran neoliberales en los 90 y ahora, a los 60 años, resulta que se hicieron de izquierda: tienen hijos estudiando o viviendo en el exterior, en muchos casos en Estados Unidos o Gran Bretaña, y no ahorran en yuanes ni rublos, sino en dólares. Hay toda una incoherencia entre la manera en que viven cotidianamente muchos políticos antinortemearicanos argentinos y el diagnóstico que ellos mismos brindan para nuestro país. La idea de una buena política exterior, simplemente, es que haya una mayor coherencia entre lo que yo hago en mi acervo personal y lo que yo quiero para mi país. Lo contrario exhibe un enorme cinismo. O una gran estupidez.

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