El mosaico urbano de Yerba Buena

El mosaico urbano de Yerba Buena

14 Febrero 2022

Marta Casares    

Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales Facultad de Arquitectura y Urbanismo UNT

El municipio de Yerba Buena integra el Sistema Metropolitano de Tucumán (SiMeT), un territorio de complejidad creciente con marcados desequilibrios entre las jurisdicciones que lo integran.

La ocupación hacia la zona de Yerba Buena comenzó, a fines del siglo XVIII, con la radicación de nuevas familias dedicadas a tareas agrícolas en las tierras que habían pertenecido a la Compañía de Jesús. Es durante el siglo XIX cuando empieza a conformarse el poblado de Yerba Buena. Las características excepcionales de esta zona pedemontana -abundante agua, biodiversidad, clima benigno, buen régimen de lluvias, etc.- resultaban propicias.

Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, tres hechos fundacionales imprimirán su impronta sobre la configuración urbana actual del Municipio de Yerba Buena, en un contexto caracterizado por los inicios de la modernidad en la Provincia de Tucumán: a) Creación de la Villa de Yerba Buena (1888/1893), b) Apertura de la Avenida Aconquija (1897/1900), c) Creación de la Villa de Marcos Paz(1906). La primera mitad del siglo XX marca la transición entre un tiempo en que domina el paisaje rural y una urbanización incipiente al amparo de la Ley Provincial de Ejidos de 1915 y el posterior proceso de configuración de un suburbio singular de San Miguel de Tucumán.

Desde mediados del siglo XX los estudios urbanos reconocen que la función residencial comenzó a cambiar cuando, a partir de la década de 1950, las villas de Yerba Buena y Marcos Paz dejaron de ser zonas residenciales de veraneo para ser ocupadas gradualmente en forma permanente (Calcaprina, 1956). En la década del 60, mediante loteo y subdivisión de tierras rurales, se aceleró el proceso urbanizador obrando como factores impulsores: la pavimentación de la calzada norte de la Av. Aconquija, la aparición de un servicio de transporte urbano de pasajeros de mayor eficiencia, el abandono de tierras destinadas al cultivo de cítricos y el menor costo relativo de los terrenos respecto de San Miguel de Tucumán.

En 1979 Yerba Buena cambia su status de Comuna Rural para convertirse en Municipio de segunda categoría (ley 5.034/1978). Para entonces ya contaba con una importante cantidad de habitantes y una incipiente actividad comercial.

Desde las últimas dos décadas del sXX Yerba Buena experimenta uno de los más formidables crecimientos urbanos de la provincia. Este proceso, por el cual la población se duplica en cada década, acompaña una explosión territorial, asentado en un patrón de baja densidad en el que intervienen diversas formas de producción y agentes urbanizadores públicos y privados. Si bien el primer country de Tucumán data de fines de los 70, es desde la segunda mitad de los 90 cuando se produce un verdadero auge de estos nuevos modelos residenciales. Con la apertura de la Avenida Perón en los 90, surge un nuevo eje de crecimiento urbanístico, que atraviesa por el Norte el municipio de Yerba Buena y favorece aún más esta tendencia. Se dispara un fenomenal proceso de especulación y una creciente presión por ocupar áreas vulnerables ambientalmente, de reconocido valor ecológico, en el contexto de un proceso de metropolización acelerado. Todo ello resulta en un mosaico urbano correspondiente a los perfiles culturales y socioeconómicos de los agentes productores de la ciudad, que se expresa como una urbanización con marcada segregación socioespacial y fragmentación territorial.

La aceleración del proceso de transformación en el siglo XXI se manifiesta en el perfil de Yerba Buena que cada vez más adquiere autosuficiencia en la satisfacción de una creciente demanda de servicios respecto al núcleo central del SiMeT.

El pasado y el presente en el municipio de Yerba Buena se conjugan para conformar el espacio urbano actual.

Frente a las tendencias de dispersión se están marcando nuevas prefiguraciones concentradoras y centralizadoras. La complejidad, la mixtura de usos de suelo y el incremento relativo de la densidad implican el tránsito hacia un nuevo estadio de esta entidad urbana, propios de cambios sociodemográficos y culturales emergentes.

La cohesión social e integración socioespacial, la apuesta a una ciudad compacta y maximizar la eficiencia del metabolismo urbano representan hoy los principales desafíos de la ciudad de Yerba Buena para “tramar” el desarrollo urbano en los próximos años y crear y mantener valores e intereses colectivos direccionados hacia el bien común.

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