¿Influye la pandemia en el desarrollo de los niños?

¿Influye la pandemia en el desarrollo de los niños?

Según expertos locales, no hay motivos de alarma. Sí para prevenir, observar y, si es necesario, consultar.

¿Influye la pandemia en el desarrollo de los niños?

Aunque necesarias para salvar muchas vidas, las restricciones a las que obligó la pandemia no fueron gratis: desde el sedentarismo y la obesidad, al estrés por la superposición de teletrabajo y tareas de cuidados, pasando por la falta de atención de patologías crónicas y la dificultades de la educación a distancia...  Lo sabemos. Pero hay una cuestión respecto de la cual están apareciendo los primeros datos: no es imposible que esas restricciones de la pandemia hayan causado efectos en el desarrollo madurativo de los niños.

Es temprano para tener datos generalizables, pero una investigación del Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Brown (Rhode Island, EE.UU.) publicada en la revista JAMA Pediatrics, analizó habilidades de desarrollo de 255 bebés nacidos entre marzo y diciembre de 2020 en Nueva York. Se evaluaron, cuando cumplieron los 6 meses, habilidades sociales, comunicativas y motoras.

Al comparar los datos con los equivalentes de niños prepandémicos encontraron en los primeros puntuaciones un poco más bajas.

No es para alarmarse; las discrepancias no fueron muy altas. Y además, si bien los puntajes en habilidades sociales y motoras fueron inferiores, los referidos a las habilidades de comunicación fueron un poco más altos. Los autores insisten en que los datos son pocos para extrapolaciones, y a la hora de pensar motivos proponen el hecho de que nacieron y crecieron en entorno de encierro, a los que se suman otros estresores relacionados con la pandemia que interrumpieron en las familias, la como la pérdida del empleo o la vivienda inestable, entre muchos otros.

“Es un tema muy importante, que venimos siguiendo y tratando de detectar. Pasa que en el consultorio  siempre la mirada es un poco sesgada, porque la consulta se hace cuando ya hay alguna afectación en el desarrollo y debe ser atendida”, señaló a LA GACETA Juan Pablo Molina, jefe del servicio de Maduración y Desarrollo Infantil del hospital Nicolás Avellaneda. “En general, no hemos visto que estén estrictamente relacionados con el aislamiento: como casi siempre pasa con los trastornos de desarrollo, hay una base biológica o genética. Pero las condiciones del entorno las facilitan o las empeoran”, agregó.  

“Sucede que las variables que intervienen son muchas, y es arriesgado asegurar sin más que algunas conductas que puedan observarse en los chicos se deban a la pandemia -agregó Rosi Rodríguez, terapista ocupacional en el mismo servicio-. Pero no podemos ignorar que esta acrecentó, por ejemplo, el uso de pantallas en toda la familia. En algunos casos eso puede haber implicado falta de estímulo motor, en contraposición con exceso de información visual y auditiva. Muchos chicos dejaron de jugar, dejaron de explorar...”.

“Estoy observando un retroceso: he visto niños que dieron marcha atrás en el uso del lenguaje y que necesitan más ayuda de lo que es esperable a esa edad en sus rutinas diarias, como dormir o ir al baño”, advirtió Nancy Close, profesora del Centro de Estudios Infantiles de la Facultad de Medicina de la Universidad Yale.

“En casos de aislamiento muy complejo seguro hubo impacto en cuestiones de desarrollo, pero es muy precoz la cuestión para saber cuál fue la incidencia y qué efectos pueda tener en el largo plazo”, señaló Molina.

No tener miedo

Los autores de la investigación insisten en que no hay razones para asustarse y que el dato más bien puede tomarse como predictor de largo plazo. Los especialistas tucumanos coinciden en que es importante observar a los chicos y jugar con ellos para detectar posibles inhibiciones.

“Un niño que a los 2 o 3 años que no toma la iniciativa de juego, no comunica, no explora... algún mensaje está dando”, advirtió Rodríguez, que es también especialista en integración sensorial pediátrica; pero alertó: “no significa necesariamente que haya un problema con el niño. Sus acciones y sus reacciones también dependen del contexto; y en la pandemia todos estamos teniendo un caldo emocional con el que es difícil lidiar. La culpa y el miedo pueden hacer estragos”.

“Y lo cierto es que en general, si el chico viene con su formación genética dentro de lo que se espera, el entorno, salvo que sea muy desfavorable, no causa un trastorno severo; puede haber ciento retraso relacionado con el lenguaje o con el desarrollo motor, pero no una repercusión definitiva severa que no pueda revertirse”, añadió Molina y coincidió con Rodríguez en que “la neuroplasticidad del cerebro de los niños es increíble”.

“Incluso chicos con trastorno de desarrollo diagnosticados (como TEA, por ejemplo), que pudieron pasar tiempo de calidad con los padres, compartiendo juegos, y pudieron seguir las pautas de sus terapistas incluso por videollamadas lograron mejorías durante la pandemia”, contó Molina.

A qué estar atentos

“Durante el primer año, lo esperable en el desarrollo se observa básicamente en el área motora (interacciones, juegos, manipulación de objetos) y conductas comunicativas prelingüísíticas: miradas (desde los primeros meses), gestos, señalizaciones, vocalización intencionada por imitación... A partir de los 18 meses se espera que estén instaladas las primeras palabras”, informó Molina.

“Lo importante es interactuar con ellos, el tiempo de calidad -agregó Rodríguez-. Inactividad (el juego de los chicos es fundamentalmente motriz), falta de iniciativa o de conexión con otros, o que no hable, pueden ser señales”. “Pero también es cierto que algunos chicos no hablan porque tienen todo servido y no tienen necesidad de hacerlo”, advirtió.

Y ambos especialistas resaltaron que, si luego de un proceso de reflexión sobre qué esta pasando en el grupo familiar  (para esto -recomendó Rodríguez- hay que aplicar “la intuición y el sentido común”) llegara a detectarse algún signo, es fundamental el trabajo interdisciplinario. “No alcanzan sólo los parámetros físicos; el abordaje es complejo. Por ejemplo, el pediatra es especialista en crecimiento, pero no necesario en desarrollo”, agrega la especialista tucumana.

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