La falta de liderazgos fuertes permitió una reforma bonaerense a la tucumana

La falta de liderazgos fuertes permitió una reforma bonaerense a la tucumana

La movida de los jefes municipales bonaerenses dejó mal parados a algunos referentes.

CIRIO E INSAURRALDE. El hoy jefe de Gabinete motorizó la reforma. tn CIRIO E INSAURRALDE. El hoy jefe de Gabinete motorizó la reforma. tn

Lo que pasó en la Legislatura bonaerense -que habilitó la re-reelección de los intendentes-, se puede comparar con lo sucedido con la reforma constitucional de Tucumán de 2006, y sirve, además, para afirmar que si se llegó a esta instancia en la principal provincia del país es porque no hay liderazgos fuertes en la Argentina. Los jefes territoriales se cortaron solos. Nadie los pudo frenar; hicieron caso omiso de lo que dijeron María Eugenia Vidal, Sergio Massa y hasta Mauricio Macri. Estos se pusieron en contra de que se habilitara la re-reelección de por lo menos 90 intendentes que estaban condenados a buscar otros horizontes en 2023. Que se haya aprobado la norma indica que los referentes territoriales priorizaron sus intereses por encima de lo que pudieran sugerir u ordenar algunos de sus conductores.

Estos últimos, precisamente, son los que quedaron descolocados y deslegitimados. Algunos de ellos enviaron a sus escuderos a desacreditar a los que impulsaron la movida, pero el daño a la capacidad de liderar ya está hecho. La decisión legislativa pone en evidencia que hoy no hay liderazgos fuertes que se respeten y que disciplinen. Horizontalidad política. Los más advertidos optaron por callar y no emitir opinión para no quedar en off side y, por lo tanto, terminar devaluados políticamente por la necesidad de supervivencia de otros.

Textos paralelos

En 2006, cuando se reformó la Constitución de Tucumán se introdujo el artículo 159 en el capítulo de disposiciones transitorias: los mandatos de gobernador, vicegobernador, legisladores, intendentes, concejales y comisionados, en ejercicio al momento de sancionarse esta reforma, no serán considerados como primer período: por tanto quedan habilitados para ser candidatos en las elecciones generales de 2007 y se considerará al período 2007-2011, como el primero. O sea, el tercero como si fuera el segundo.

Los bonaerenses prácticamente lo calcaron, aunque en el caso de esa provincia la cantidad de mandatos están regidos por ley, no por la Carta Magna. Lo que hicieron fue encontrarle el Talón de Aquiles a la normativa vigente para que -bien a la tucumana-, puedan  quedar habilitados legalmente para un tercer período, que hasta hoy les era imposible.

Así es como redactaron: “los mandatos de intendentes, concejales, consejeros escolares, diputados y senadores que se hayan iniciado como resultado de las elecciones del año 2017, 2019 y 2021 serán considerados como primer período a los efectos de la aplicación de la presente Ley”. Y va el tercero, que será segundo.

Es que durante la gestión de Vidal, en 2016, se limitó a dos mandatos consecutivos la posibilidad de reelecciones de los intendentes, legisladores y concejales, pero la ley no explicitaba cuál era el mandato que debía considerarse como el primero. He ahí el resquicio, la debilidad del texto. Allí apareció la picardía política para sacar provecho de las debilidades de la legislación. Fue pergeñada por peronistas, radicales y macristas. Ninguno escuchó que sus líderes se opusieron. Nada de verticalismo. Los que callaron, habilitaron con el silencio la astuta jugada.

En Tucumán, una vez que se completó el tercer mandato, que era el segundo, aparecieron hijos y esposas como candidatos a intendentes para la sucesión. Si en 2027 no hacen otra travesura, los  intendentes bonaerenses podrán imitar a sus pares tucumanos y llevar a sus esposas e hijos para seguir manejando sus distritos.

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