Luces de esperanza todavía débiles

Luces de esperanza todavía débiles

Por Juan Quintero - periodista, locutor y músico.

Luces de esperanza todavía débiles
30 Diciembre 2021

Un día, hace una pila de años, se produjo un hecho cultural de fuerte impacto que no fue absorbido en su justa medida. Acaso porque no ocurrió en la Capital ni en ninguna de las ciudades del interior. Sucedió allá arriba, en las altas montañas, en un paraje conocido de mentas por muchos, pero recorrido efectivamente en ese entonces por unos cuantos privilegiados.

Ese lugar es Anca Juli (o Ancajuli), jurisdicción de Tafí Viejo. No lejos de la Capital, pero entonces de difícil acceso. Se podía llegar vía aérea o vía caballo o mula.

Mediados de la década de 1980. El entonces Consejo Provincial de Difusión Cultural decidió promover una actividad recreativa en Anca Juli. Y dos titiriteros, que habían llegado a la Capital para realizar su espectáculo, fueron los elegidos en esa oportunidad

Era un domingo cuando la pareja de artistas, dos jóvenes cordobeses bien dispuestos para la aventura, llegaron por fin a Anca Juli en un avión del Aero Club. El recordado piloto Elbio Atilio Bullion se había ofrecido gentilmente para realizar el vuelo.

Sortilegios

Cerca del mediodía aterrizó el avión y pronto empezó a llegar la gente, convocada por el señor Soaje, encargado de las comunicaciones y que residía en la cabeza de la pista. Hombres y mujeres, grandes y chicos, a caballo y a pie se distribuyeron con sus sillas, bancos y hasta en el suelo frente a lo que sería el escenario, el tradicional cubículo desde donde los titiriteros mueven sus marionetas.

A poco de iniciada la actuación, el público, gente humilde y respetuosa, se sumergió en la trama argumental de la obra y reaccionó a los gritos a favor o en contra de los personajes que simbolizaban el bien y el mal. Es la magia del arte, que en poco más de media hora, lo que duró la función, logró transformar la realizad y permitió que los espectadores tuvieran acceso al  disfrute espiritual.

Nada se supo en los medios de comunicación acerca de lo que pasó ese día. Fue en realidad una emotiva fiesta cultural a cielo abierto que quedó en la memoria de quienes participaron de ella.

Anca Juli tenía por esos años dos maneras de conectarse con el mundo: la radio, para la información, difusión del conocimiento y la recreación; y la escuela, cuyos docentes vivían todo el período escolar junto con la comunidad y conocían en profundidad los problemas y las necesidades de las familias.

Radio y escuela. Dos poderosas herramientas culturales que hoy se ven adormecidas, mientras en cambio, gracias al empuje en materia de recursos económicos por parte del Instituto Nacional del Teatro y del Ente Cultural de Tucumán, parece renacer la actividad de actores y actrices de teatro, y también la apertura para músicos y folcloristas. Por ahora lo que importa es que todos ellos volvieron a presentarse en público. Con el tiempo, si el virus y los problemas económicos que azotan a la región lo permiten, tendrán la oportunidad de progresar cada cual en su oficio o profesión. El público tendrá la palabra.

Los desprotegidos

En cambio, como en la pandemia, se observan dos franjas bajo riesgo en términos de arte y cultura. Por un lado, los adultos mayores se han quedado casi sin espacios físicos para su recreación espiritual. Se los proveían hasta el año pasado las autoridades de la Secretaria de Extensión de la UNT. Hoy es la Municipalidad capitalina la que intenta tomar esa función por medio de los llamados talleres. En cuanto a los chicos, la escuela no contó este año con programas de recreación cultural.

Tampoco las emisoras de radio programaron este año actividades culturales en forma organizada y sistemática. Se añora el radioteatro de otras épocas, que enriquecía el espíritu. Pregunta para el final: ¿podrá el Estado hacer algo al respecto? Sabemos que se gastan ingentes sumas de dinero para la presentación de espectáculos en la plaza Independencia, con artistas que hicieron fama en otros lares. Esos recursos podrán ayudar a reactivar los programas culturales en las radios, y a desarrollar políticas para que los docentes hagan lo que hacían sus colegas en Anca Juli, o algo por el estilo, para la formación espiritual de los niños.

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