Desmond Tutu fue la brújula moral para Sudáfrica

Desmond Tutu fue la brújula moral para Sudáfrica

El arzobispo emérito y Premio Nobel de la Paz murió a los 90 años. Su prédica contra la desigualdad fue fundamental para lograr el final del “apartheid” en el país que estaba gobernado por una minoría blanca.

LEGADO. Tutu fue recordado como un líder incorruptible, cariñoso y de buen humor. LEGADO. Tutu fue recordado como un líder incorruptible, cariñoso y de buen humor.
27 Diciembre 2021

JOHANESBURGO, Sudáfrica.- El arzobispo Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz y veterano de la lucha de Sudáfrica contra el gobierno de la minoría blanca, murió ayer, a la edad de 90 años.

En 1984, Tutu ganó el Premio Nobel de la Paz por su oposición no violenta al apartheid, el sistema que mantenía a la población negra de Sudáfrica apartada de la vida política y social. Siete años después, presenció el fin de ese régimen y presidió una Comisión de la Verdad y Reconciliación, creada para descubrir las violaciones a los derechos humanos cometidas durante esos años.

El presidente de Sudáfrica Cyril Ramaphosa, aseguró que la muerte del arzobispo marcó “otro capítulo de duelo en la despedida de nuestra nación a una generación de sudafricanos excepcionales”. El mandatario señaló había ayudado a legar “una Sudáfrica liberada” y lo describió como “un patriota sin igual”.

Tutu fue considerado la brújula moral de la nación, testimonio de su espíritu de reconciliación en una nación dividida.

Contemporáneo de Nelson Mandela, icono de la lucha antirracista, el religioso se convirtió en una de las fuerzas impulsoras detrás del movimiento para poner fin a la política de segregación y discriminación impuesta por el gobierno de la minoría blanca contra la mayoría negra en Sudáfrica, que se extendió desde 1948 hasta 1991.

Le diagnosticaron cáncer de próstata a fines de la década de 1990 y en los últimos años fue hospitalizado varias veces para tratar infecciones asociadas con su tratamiento.

Una catarata de mensajes de condolencias de parte de líderes religiosos, de luchadores contra la discriminación, de personalidades públicas y de ciudadanos comunes llenó el espacio público cuando se conoció la noticia.

El Papa Francisco y el Dalai Lama fueron algunos de los que rindieron homenaje a la lucha incansable de Tutu. La Fundación Nelson Mandela describió la muerte de Tutu como una pérdida inconmensurable, y recordó que la lucha antiapartheid de estos dos Nobel de la Paz corrió paralela en la historia de Sudáfrica.

Varios líderes africanos, como el presidente namibio, Hage Geingob, o el de Kenia, Uhuru Kenyatta, enviaron mensajes de pésame y describieron a Tutu como un héroe y un “símbolo de la resistencia frente a la adversidad”.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que estaba “desconsolado”, pero afirmó que el legado del arzobispo sudafricano trasciende las fronteras y tendrá eco a través de los tiempos.

“Fue un mentor, un amigo y una brújula moral para mí y para muchos otros”, dijo Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos. “Nunca perdió su sentido del humor y su voluntad de encontrar humanidad en sus adversarios”, añadió. El predecesor de Obama, Bill Clinton, calificó la vida de Tutu como “un regalo”. “Será recordado por su liderazgo espiritual y su irreprimible buen humor”, expresó el primer ministro británico, Boris Johnson, en Twitter.

La reina Isabel II de Gran Bretaña se declaró profundamente entristecida y dijo que su muerte “será sentida por la gente de Sudáfrica, y por tanta gente en Gran Bretaña, Irlanda del Norte y en todo el Commonwealth, donde se le tenía en gran afecto y estima”,

Tutu predicó contra la tiranía de la minoría blanca, pero su lucha por una Sudáfrica más justa no terminó cuando se derogó el apartheid, y fue uno de los que llamó a la élite política negra a rendir cuentas con tanta lucha como los afrikaners blancos, pero lamentaba que su sueño de una “nación del arco iris” aún tenía que hacerse realidad.

En los últimos años se había mantenido alejado de la vida pública debido a su avanzada edad y a los problemas de salud.

En octubre se vio a un Tutu de aspecto frágil cuando lo llevaban a su antigua parroquia en la Catedral de San Jorge en Ciudad del Cabo, que solía ser un refugio para activistas contra el apartheid, para un servicio que conmemoraba su cumpleaños número 90.

Siempre se destacó por su valentía para defender la justicia social, aún a un gran costo para él. A menudo se peleaba con antiguos aliados en el partido gobernante del Congreso Nacional Africano por su fracaso para abordar la pobreza y las desigualdades que habían prometido erradicar.

Tutu, de sólo 1,68 metros de altura y risita contagiosa, viajó incansablemente a lo largo de la década de 1980, y fue el rostro del movimiento anti-apartheid en el extranjero mientras muchos de los líderes del ANC rebelde como Mandela estaban tras las rejas.

Aunque nació cerca de Johannesburgo, pasó la mayor parte de su vida en Ciudad del Cabo y dirigió marchas y campañas para acabar con el apartheid desde los escalones de la entrada de San Jorge, que se conoció como la “Catedral del Pueblo” y un poderoso símbolo de la democracia. (Reuters-Especial)

Temas Sudáfrica
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios