La ciudad
Playas tibias, gran oferta gastronómica, un ecocentro y mucho más
Las playas de arena de Puerto Madryn; su paseo costero repleto de restoranes con vista a la bahía del golfo Nuevo; el puerto, y el Ecocentro son sólo algunos de sus atractivos. Este último, ubicado a sólo cinco minutos a pie desde el centro de la ciudad, es un museo, pero no uno más: está construido sobre un acantilado y propone relacionarse con el mar desde muchas miradas: con el mar que dio vida al planeta; con el que sostiene aves y mamíferos marinos; el que baña las costas y crea el ambiente para peces e invertebrados... Allí podrás hallar información, encontrarte con obras de arte o sumergirte en el mundo de la divulgación científica.
El comienzo de lo que luego fue la ciudad lo marca la llegada a sus costas del primer contingente de 150 galeses, el 28 de julio de 1865. También para recordarlos hay un interesante lugar: el Museo del Desembarco, creado en el Parque Histórico Punta Cuevas, donde se encuentran los restos de las que los galeses cavaron para construir sus primeros refugios en nuestro país.
Punta Tombo
Pasear con pingüinos
Poco menos de 200 km al Sur de Madryn habita la mayor colonia de pingüinos magallánicos del mundo, y podes acceder bastante fácilmente. Bastante, porque 107 de esos kilómetros son de ripio, pero vale la pena. Una estrecha franja de costa penetra en el mar 3,5 km: el declive de sus playas es suave, y eso permite a los pingüinos -que llegan todos los años para anidar- aparearse, tener sus crías y emprender luego el viaje de regreso hacia el noreste de Sudamérica. Es un área protegida que cuenta con infraestructura mínima: sanitarios, quick shop (conseguirás agua y algo de comer, pero puede ser preferible llevar) y oficina de cobro de entradas. Se recomienda llenar el tanque de nafta antes de salir de Madryn.
Península Valdés
Este hogar de Casi 4.000 km² para la vida silvestre es patrimonio de la Humanidad
Poco menos de 65 kilómetros al Norte de Puerto Madryn, la Península Valdés es uno de los destinos visualmente más espectaculares para conocer la vida silvestre -tanto de dentro como de fuera del agua- de la Patagonia argentina. Calas y bahías abundan, y en ellas la gran variedad de la fauna es el resultado de la colisión de dos corrientes oceánicas: desde el Norte, la de los trópicos brasileños, y desde el Sur, la de la región antártica. Esas aguas ricas en nutrientes crean un hábitat natural prístino y próspero para delfines, pingüinos de Magallanes, elefantes marinos del sur y leones marinos, y las costas, para casi 200 especies diferentes de aves marinas. Se pueden hacer excursiones en el día; pero si te interesa pasar allí más tiempo, podés hospedarte en Puerto Pirámides. Desde Madryn la empresa de ómnibus Mar y Valle realiza el viaje a diario. Una advertencia: para entrar a la península hay que pagar entrada, y sólo reciben efectivo. Se sugiere chequear en Madryn los precios actualizados.
Reserva de punta loma
Albergue de una colonia de lobos marinos
Esta reserva natural protege los lobos marinos de un pelo en la costa del Golfo Nuevo, y podés disfrutar la vista desde un mirador, al que llegarás por un sendero con carteles interpretativos. En los alrededores y en el camino se aprecia el ambiente árido de la costa patagónica, y es posible que te topes con guanacos, zorros, ñandúes y maras. La entrada es libre y estás a sólo 17 kilómetros de la ciudad (por camino de ripio). Algunas empresas ofrecen bucear o practicar snorkel con lobos marinos en las inmediaciones de Punta Loma. La visita se puede complementar con una parada en la playa Paraná, sumamente tranquila; se encuentra a mitad de camino entre la ciudad y el mirador. Advertencia: no es de arena sino de canto rodado, así que hace falta calzado hasta para entrar al mar.
A unos 300 metros de la costa se encuentran semihundidos los restos de un pesquero que encalló hace más de 20 años, después de un incendio a bordo. Con marea baja se ve el casco, recubierto por algas, moluscos y crustáceos. Suele ser destino de buceo.
Trelew
Para disfrutar entre dinosaurios y casas de té
Si viajás en avión, lo ideal es dejarla para el final, porque volarás de regreso desde su aeropuerto. Es una ciudad de ritmo tranquilo, y al mismo tiene una intensa vida cultural y económica. La plaza principal alberga una importante arboleda y el Kiosco del Centenario, construido en 1910. Frente a la plaza, en una típica construcción galesa, está la Oficina de Información Turística. Allí posiblemente te cuenten esto: no podés perderte la visita al Museo Paleontológico Egidio Feruglio, “para los amigos”, el MEF. Es que alberga el dinosaurio más grande del mundo. Investigadores del MEF lo encontraron a principios de 2013; tiene más de 100 millones de año. No es el único habitante, claro... pero es tentador, ¿no? El MEF está abierto todos los días 9 a 18. Para sacar entradas tenés que ingresar acá. Y cuando hayas logrado cerrar la boca, después de ver lo increíble, podés visitar alguna de las “casas de té”. Sucede que durante sus primeros años en Chubut, la colonia galesa vivió tiempos de extremas dificultades, pero después de los oficios religiosos, siempre hubo té y pan casero. Cuando las cosas mejoraron, compartían tortas, panes, tartas y dulces caseros elaborados por cada familia. Hoy, y como herencia de esas tradiciones, en las casas de té podrás tomar una merienda que valdrá por cena: tortas, tartas, scones, sándwiches y la ya tradicional torta negra.







