Sobre los orígenes del deterioro de Argentina

Sobre los orígenes del deterioro de Argentina

06 Diciembre 2021

Esteban A. Nicolini

Profesor Inveco - UNT- Profesor Unsta

En un reportaje reciente en LA GACETA, la Dra. Ana María Cerro (por la que tengo un enorme aprecio personal e intelectual) planteaba que en nuestro país no aprendemos de nuestros errores (con lo que coincido plenamente) y sugería, si entendí bien, que con el primer gobierno justicialista comienza el gran deterioro en la economía argentina. Si bien su argumento es, por supuesto, mucho más complejo y sutil, me pareció interesante volver sobre este punto que mucha gente resucita, a veces como una especie de mantra… ¿se puede concluir hoy, con la evidencia científica de la historia y la economía, que el deterioro económico y social de nuestro país comienza con las dos primeras presidencias de Juan Perón (1946-1955)?

Cuando hablamos de deterioro o decadencia económica y social, nos referimos en general a dos cosas. Primero, a una comparación entre la performance económica antes de la Primera Guerra Mundial y la de después de 1930 o 1945 argumentando que a un período de aumento sostenido de la prosperidad habría seguido otro de estancamiento o atraso. En segundo término, suele caracterizarse el deterioro como un fenómeno de pérdida de posiciones relativas de nuestro país (comparado con otros países) en términos de muchas variables que suelen usarse para realizar diagnósticos sociales: producto bruto por habitante, salarios reales, niveles de educación, niveles de salud. En varios de estos indicadores, Argentina ocupaba los primeros lugares en el ránking mundial a fines del siglo XIX y principios del siglo XX y cayó en la actualidad a posiciones mucho menos privilegiadas.

Determinar las causas de esta decadencia es enormemente difícil. Pero un primer paso para entender mejor las causas es detectar cuándo se produce el comienzo de esa decadencia; esa tarea es, al menos, un poco más sencilla. De esto va esta nota: intentar argumentar que la decadencia argentina no comenzó con los primeros gobiernos justicialistas. La forma en la que aspiro a construir ese argumento es presentando evidencia científica de que los momentos de quiebre algunas variables claves para diagnosticar nuestra decadencia no coinciden con el período 1946-1955.

La primera evidencia está basada en un artículo publicado por Buera y coautores, que muestra que el Producto Bruto Interno por habitante (una medida usual de la capacidad de una economía de producir bienes y servicios) crece aproximadamente a la misma tasa desde 1885 hasta 1974, o sea que no se observa una caída sostenida en el crecimiento económico en ningún momento antes de la década del 70 del siglo XX. Se podría argumentar, quizás, que el problema fue el gobierno peronista de 1974… pero eso ya es otro punto. En términos de crecimiento del PIB per cápita, la economía se comporta, para esos autores, de igual forma desde fines del siglo XIX hasta por lo menos 1970 y nada relevante pasa a mediados de siglo.

La segunda evidencia se centra en otra dimensión que suele mencionarse como clave en la decadencia argentina: la calidad institucional. Para muchos investigadores, la mala calidad institucional es responsable del estancamiento de muchos países y podría explicar por qué Argentina no cumplió con las altas expectativas que parecía generar a fines del siglo XIX. En este contexto, María Florencia Aráoz, una excelente investigadora tucumana, mostró en un artículo publicado en 2013 que el índice que mide la calidad institucional argentina (cuidadosa y meticulosamente elaborado por la autora) comienza a deteriorarse fuertemente en la década de 1930 con el golpe de Estado de ese año y el régimen de fraude posterior. Es cierto que en las décadas de 1940 y 1950 el índice sigue empeorando, lo que sugiere que los primeros gobiernos justicialistas continuaron la decadencia institucional, pero está claro que no la comenzaron. El deterioro institucional tampoco habría comenzado con Perón sino bastante antes.

El tercer elemento que quería poner a consideración de los lectores es el presentado por la investigadora Isabel Sanz de la Universidad de Zaragoza que compara el Producto Bruto Interno por habitante (capacidad de producción de la economía) y un índice reducido de calidad institucional (para muchos el motivo de fondo de la decadencia de nuestro país) de Argentina, Canadá y Australia; elige estos otros dos países por tener recursos naturales muy similares a Argentina y por lo tanto, trayectorias potenciales de crecimiento económico parecidas. ¿Ya sospechan cuál va a ser el resultado? Los momentos en los que Argentina comienza a atrasarse en relación con los otros dos países no coinciden en absoluto con las primeras presidencias de Perón. Tanto en producción como en calidad institucional, Argentina empieza a divergir de los otros países en los últimos años del siglo XIX, empeora aún más en la década del 30 y particularmente después de los 70 del siglo XX. De vuelta, si se quiere buscar la responsabilidad en los gobiernos justicialistas, la tercera presidencia de Perón sería un candidato más creíble que las primeras dos.

Por supuesto que puede existir evidencia que desconozco y creo que un debate honesto debe aceptar que parte de la verdad puede tenerla quien está en desacuerdo con lo dicho más arriba; la discusión histórica y económica es compleja y la evidencia es siempre parcial y limitada hasta que se encuentra una mejor. Mi propuesta en esta nota sugiere que la hipótesis de que el deterioro económico y social de Argentina comenzó con las primeras presidencias justicialistas en las décadas de 1940 y 1950… simplemente no sería correcta.

Mucho esfuerzo de conversación fraternal nos quedará para ponernos de acuerdo de qué va mal en nuestro país, cuándo y por qué empezaron los problemas actuales y qué debemos hacer para resolverlos… Empezar a descartar algunas hipótesis que parecen falsas, quizás ayude en esa tarea.

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