Urge actuar para prevenir desbordes en Tafí del Valle

Urge actuar para prevenir desbordes en Tafí del Valle

18 Noviembre 2021

Estamos ya en la antesala de la temporada veraniega. Con esa perspectiva llega inevitablemente la imagen de saturación del principal centro turístico de la provincia, Tafí del Valle. Año tras año, este capital paisajístico, ambiental y cultural sufre las consecuencias de la combinación entre la improvisación, la desidia estatal, y la masividad. Los efectos de la presión a la que ha sido sometido este magnífico patrimonio están a la vista: distintas zonas con el cerro El Pelao y el ingreso a El Mollar a la cabeza exhiben una degradación acuciante. Las usurpaciones y ocupaciones de tierra en el área protegida de La Angostura muestran hasta qué punto ha calado el descontrol. Este avance urbanizador por fuera de cualquier orden se ha traducido en problemas con servicios públicos esenciales, como la recolección de residuos y la provisión de agua, y en una erosión de la belleza natural que compromete el futuro del recurso.

Lamentablemente los problemas y conflictos de todo el año explotan cuando llega el verano, y la población aumenta de un modo drástico. En esos dos meses y medio, Tafí del Valle sufre la mayor concentración humana y se agravan las dificultades, en especial las que tienen que ver con el tránsito, la limpieza, la tranquilidad, la venta ambulante y la diversión de los jóvenes. Todo esto ha generado polémicas y cuestionamientos en el pasado que afectaron la imagen y el prestigio del destino.

Las autoridades han prometido cambios para la temporada siguiente, pero eso nunca ha implicado la implementación de una política de Estado concertada con la Provincia, el Municipio y las Comunas que delimite qué tipo de turismo se quiere para el departamento Tafí del Valle. Es cierto que algunas medidas fueron aplicadas en la villa tafinista, el epicentro del área, como la intervención de lugares que en la avenida principal eran ocupados por vendedores de mercancías que instalaban sus tiendas en la vereda y obstaculizaban la vía a los peatones. La Municipalidad de Tafí del Valle también instaló semáforos en cruces peligrosos y se observa, en general, más cuidado con los animales sueltos que generaron accidentes muy graves.

Las acciones de corto plazo y coyunturales son bienvenidas, pero Tafí del Valle reclama un plan más profundo e integral que detenga la destrucción, y siente las bases para un desarrollo armónico. La dirigencia debe dar una solución que garantice la preservación de este lugar que poco a poco va perdiendo la impronta paradisíaca que lo distinguía.

La falta de decisión política abona la preocupación de los lugareños y pobladores permanentes del lugar. Se trata de personas que viven y trabajan permanentemente en Tafí del Valle, y que afrontan los perjuicios del desorden. Estos moradores se quejan del consumo de alcohol y de droga, y del impacto de las fiestas que toman los salones y clubes, y de los boliches que se instalan durante la temporada alta para satisfacer las demandas juveniles. Según refieren algunos, los funcionarios reciben las quejas sin proponer una solución para la inquietud creciente por la inseguridad y la violencia observada en la villa, pero también por los ruidos excesivos que alteran la paz que caracteriza a este entorno.

¿Podrá alguna vez Tafí del Valle resolver cuáles son los límites de la vida nocturna y aplicarlos sin distinciones? ¿O todo seguirá sujeto a los vaivenes y a la voluntad de los gobernantes de turno? Son preguntas que surgen por la tendencia general a privilegiar los intereses particulares o personales sobre las necesidades de la convivencia. Se trata de dudas potenciadas por la sensación de eclosión que depara un verano relajado de las restricciones impuestas por la pandemia.

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