Jesús Amenábar: entre la medicina, la música y las causas justas

Jesús Amenábar: entre la medicina, la música y las causas justas

Este miércoles se presentará un libro que evoca al destacado y querido médico tucumano fallecido el año pasado, víctima del coronavirus.

CARISMÁTICO. Jesús María Amenábar, un hombre de varios talentos. CARISMÁTICO. Jesús María Amenábar, un hombre de varios talentos.

Sábado, 12 de septiembre. Casi al mediodía. Espasmos de dolor deambulan incesantes por los celulares. Tras esa noticia absurda, urgentes acordes beethovenianos que brotan de sus manos circulan en un video inconcluso. “La vida es así y no existe nada más democrático que morirse. Todos nos vamos a morir”, tal vez ha murmurado el doctor Jesús María Amenábar en los últimos momentos desde su cama del Hospital Centro de Salud “Zenón Santillán”. El deseo de que los 64 años del médico gladiador le torcieran el brazo al coronavirus se extravió finalmente en la impotencia, en los laberintos de la oscuridad.

A poco más de un año de su inesperado adiós, su familia, amigos, colegas quisieron prolongar su afecto a través de “Un homenaje a Jesús Amenábar. Semblanzas y recuerdos de un hombre que marcó nuestras vidas”, libro que será presentado el miércoles próximo, a las 20.30, en el teatro municipal “Rosita Ávila”. El dinero recaudado por la venta será destinado al Servicio de Cirugía del Hospital Centro de Salud, donde el destacado médico tucumano trabajó durante 25 años.

Nadador, pianista, montañista, perito en barriletes, pero también, solidario, comprometido, luchador por las causas justas, la música y la medicina fueron las pasiones de Amenábar que, tras egresar de la UNT en 1981, realizó en Buenos Aires la residencia de cirugía en el Hospital Ramos Mejía y la de cirugía oncológica en el Instituto Ángel Roffo. Entre 1988 a 1994, se perfeccionó en destacados centros quirúrgicos de París y regresó a Tucumán ese último año. Fue profesor titular de la II Cátedra de Cirugía de la Facultad de Medicina; A partir de 1995 desarrolló su labor profesional en el Servicio de Cirugía General del Centro de Salud y en el sanatorio Modelo.

Valió la pena

A los testimonios de afecto, tristeza, se suman aquellos de sus andanzas de estudiante, como los que muestran su perfil comprometido en la lucha por la dignidad, por una sociedad más justa. “Hay momentos en que los sinsabores generados por esta situación de desprestigio y desvalorización de la profesión de médico, hacen que uno se pregunte: ¿valió la pena haberla elegido? No tengo dudas de que sí valió la pena. Si volviera a los 17 años, elegiría de nuevo medicina. La satisfacción de ayudar a una persona que sufre, de aliviar una dolencia, de salvar una vida o de ayudar a una madre a traer un niño al mundo es algo que no se halla en ninguna otra profesión. Nuestra dignidad, bienestar y futuro dependen de nosotros. Si somos capaces de unirnos y hacer valer nuestros derechos, seguramente vamos a estar mejor. Si tenemos una actitud egoísta y apostamos a la salvación personal, serán los poderosos los que continúen imponiendo las reglas de juego y seguiremos siendo sus peones”, escribe Jesús en un discurso que pronunció en el Colegio Médico.

Trató de no perder contacto con sus maestros. Integró el Coro Universitario y los Huayna Sumaj, conjunto vocal de Luis Víctor “Pato” Gentilini. La vida de este hombre de variados talentos fue una especie de torbellino, dueño de una vocación de entrega sin reservas hacia los demás; su alma niña volaba con los volantines que les construía a sus propios hijos, a los de sus amigos y sobrinos. “Fue un hombre permanentemente interpelado por las necesidades de los otros, que nunca se limitó al cumplimiento de una tarea meramente formal. En lugar de ello, procuró involucrarse siempre para tratar y curar a los demás… Este libro no pretende ser una biografía de Jesús Amenábar. Es un homenaje de su familia, de sus colegas, de sus amigos. Cada escrito alumbra un costado distinto de su vida y refleja la perspectiva de su autor o autora”, escriben en el prólogo María del Pilar Amenábar y Horacio Vaca Amenábar.

Defensor de los derechos de los trabajadores de la salud, vehemente, valiente, asumió el liderazgo de este sector. Sus nobles sentimientos y firmes convicciones son evocados en varios de estos recuerdos que conforman el libro, que incluye además varias fotografías.

Una metáfora

“Su vida fue una metáfora. Por más que la llenemos de adjetivos. Toda descripción será una pobre expresión, un vano intento… y los que lo conocieron me estarán entendiendo… Nunca pudo mirar para otro lado y, si bien sus amigos, la música, sus hijos y la posibilidad de hacer el bien a manos llenas y sin mirar a quién, lo hicieron feliz, vivió una vida llena de momentos amargos, de frustraciones y de infelicidad. Yo hubiera querido que mi hermano no eligiese el destino del héroe. Que fuera un hombre simple, feliz con sus cosas, con la capacidad de ignorar este mundo imposible de corregir. Que no hubiera seguido trabajando en condiciones de riesgo que le provocaron la muerte, y que hoy siguiera abrazando a sus hijos, compartiendo asados con sus amigos, trepando montañas. Tocando el piano con su amigo, el Pato Gentilini… Pero ese no sería él”, escribe Joaquín Amenábar.

Quizás el Presto agitato, de la sonata Claro de Luna, que tanto le gustaba interpretar, fue el espejo de la vida de Jesús Amenábar.

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