Educación pospandemia: antes que contenidos hay que recuperar vínculos

Educación pospandemia: antes que contenidos hay que recuperar vínculos

La familia tuvo mayor protagonismo en la educación durante la pandemia, pero también criticó a la escuela, advierte una experta en educación.

VIRTUAL VS REAL. La baja en los contagios garantiza la educación presencial, tan necesaria en los niños pequeños. LA GACETA VIRTUAL VS REAL. La baja en los contagios garantiza la educación presencial, tan necesaria en los niños pequeños. LA GACETA

El encierro durante la pandemia dejó una consecuencia mucho peor que el retraso en los contenidos curriculares. Significó más que haber “perdido un año lectivo”. Muchos docentes y pedagogos observan con preocupación los daños ocasionados, sobre todo, en los más pequeños. Por eso la neuropsicoeducadora Elena Kuchimpós afirma que “antes que los contenidos hay que recuperar los vínculos entre la escuela y la familia, que han sido dañados en este tiempo”.

“Se nota un cambio en la conducta de los niños, en su forma de vincularse con la escuela, en los juegos, que tienden a ser más aislados e individuales. Jugar a esconderse, a hacer casitas, el temor y el buscar un lugar seguro está presente. Después de un año y medio de estar encerrados, de pensar en el afuera de casa como un lugar de muerte y de virus, están afectados. Muchos perdieron a familiares cercanos o amigos de la familia, sus papás perdieron trabajo. En este contexto de pérdida cambiaron sus conductas”, explica la especialista que se encuentra en Ecuador asesorando a escuelas en educación postpandemia.

Según Kuchimpós, la escuela va a tardar mucho tiempo en recomponerse, pero no en contenidos, sino en vínculos. Hay que trabajar mucho la emocionalidad. Los niños pequeños necesitan del otro, de sus pares, para aprender. Requieren de un entorno amigable que no tuvieron en la virtualidad”, señala.

“La mamá no es la maestra, y su casa no es la escuela. El entorno no es amigable, algo esencial para el aprendizaje. Ella cocina mientras intenta hacerle hacer las tareas. El olor a comida. El cerebro del chico no reconoce eso como un espacio de aprendizaje, que es la escuela por excelencia. Y por más empeño que la madre ponga el chico no la ve como maestra sino como la mamá intentando hacer con él la tarea”, explica.

“La familia, entonces, también perdió confianza en la escuela”, dice. Porque en esa falta de divisiones entre la casa y la escuela, en esa mezcla de roles entre la madre y la maestra, “la familia puso más atención en cómo enseña la maestra, en los videos que envía, y en el intento, a veces fallido de usar la tecnología. “Antes los padres sólo iban a la escuela cuando la maestra los citaba, ahora ella debe enseñar con los papás detrás de la pantalla. Aparece una maestra más vulnerable que es blanco de críticas. Los chicos escuchan a los padres quejarse de la maestra, que le manda muchos deberes, que viste el video que mandó ... También los chicos perdieron un poco la confianza y el enamoramiento que tenían con su maestra y del colegio. Por eso hay que recomponer los vínculos de confianza y de afecto para que el niño vuelva a sentirse cómodo”, dice la experta. Pero Kuchimpós aclara que antes que los niños son los adultos quienes deben recomponer esos vínculos de confianza con la escuela y los maestros. “Saber que los maestros también se equivocan y que tuvieron que aprender cosas nuevas para poder enseñarles es clave para retomar esa confianza necesaria para poder aprender”, concluye.

Los daños de la pandemia: enojos, intolerancia y apatía en las aulas

“Muchos niños y adolescentes han sufrido diversos efectos de la pandemia tales como estrés y ansiedad, apatía, falta de horizontes, regresiones, períodos largos de aislamientos, angustia y llantos repentinos, tristeza profunda y en algunos casos depresión”, alerta la docente Cecilia Ruiz, especialista en inteligencia emocional. “Vivíamos en un mundo predecible y esa realidad que conocíamos se esfumó y en esa incertidumbre los niños no encontraron respuestas para sobrellevar esa crisis ya que ni siquiera los adultos las tenían”, dice. Por eso señala que es necesario, primero, que los docentes contemplen cada uno de estos casos para empatizar con ellos y formarse en contenidos emocionales en currícula para actuar de la manera apropiada. También es necesario incorporar a los padres porque lo que se pueda hacer en la escuela puede mejorarse si en la casa se habla del tema.

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