Los efectos de la pandemia se hacen notar en la escuela

Miedos, angustias y distancia en los vínculos. La novedosa experiencia del colegio El Portal de Tafí del Valle para ayudar a sus alumnos.

UN PASO NECESARIO. La vacunación garantiza la presencialidad en las aulas, plantean los pediatras. LA GACETA UN PASO NECESARIO. La vacunación garantiza la presencialidad en las aulas, plantean los pediatras. LA GACETA

“Un estudio de la psicología muestra las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial en dos grupos de niños. Se hace el estudio 20 años después de finalizada la guerra a un grupo de niños cuyas madres habían vivido esos terribles momentos con mucho miedo, dolor y angustia y se lo transmitieron a sus hijos. Este grupo es comparado con otro que prácticamente no se había enterado de la guerra porque sus madres los habían contenido con juegos, palabras y mucho diálogo. Del estudio resulta que estos últimos fueron adultos más sanos porque tenían otros recuerdos de la guerra, en cambio los primeros sufrieron consecuencias emocionales derivadas de la vivencia y percepción que cada familia tenía de la beligerancia.

Esto nos invita a pensar que el impacto de la pandemia dependerá de cada niño, de su contexto, de cómo la vivió desde su inicio de sus capacidades para elaborar conceptos de muerte, de salud, enfermedad, privación ,a partir de las experiencias vividas o percibidas por él y su grupo cercano.

En la actualidad la pandemia nos presenta un nuevo escenario en las instituciones escolares, que supone un reordenamiento y organización del tiempo, el espacio y las rutinas.

La pandemia, el aislamiento, la virtualidad, generaron y acentuaron diferencias significativas en el aprendizaje de los contenidos escolares por parte de los niños, además, la influencia de los otros significantes, sus características personales (cognitivas, emocionales, comunicativas etc), acceso y disponibilidad a recursos tecnológicos, contribuyeron a crear discrepancias entre los estudiantes .

La escuela, se encuentra en un tiempo favorable para pensar y generar diferentes y significativos sitios de aprendizajes, creando nuevas estrategias, rediseñando el currículo escolar, para que todos los niños y adolescentes puedan acceder a él, y sea la escuela una institución que contribuye a la construcción de una sociedad más equitativa. También es importante tener en cuenta que no solo la escuela puede ayudar a disminuir los efectos de la pandemia, también otras instituciones no gubernamentales como los comedores o centros comunitarios y recreativos, donde en muchos casos se brinda apoyo escolar.

La escuela realizará la selección y recortes de contenidos, pensará y pondrá en acción proyectos educativos, cumplirá con su mandato social , de brindar enseñanza y garantizar aprendizajes significativos, pero en esta batalla, de frente con las secuelas que dejó la pandemia en nuestros niños, debe contar con el compromiso, responsabilidad y accionar conjunto de toda la sociedad, de cada uno de sus miembros en el rol y lugar que se encuentre, propiciando y fortaleciendo los aprendizajes y las experiencias significativas en la vida de cada niño, solo así , integrando criterios podremos, acompañar a nuestros infantes a transitar y superar las brechas que dejo el aislamiento y la virtualidad en el aprendizaje de los niños y adolescentes. Estamos llamados a pensar, a reflexionar y a buscar estrategias eficaces para que todos puedan acceder al aprendizaje significativo, reflexivo, social, para la construcción de nueva sociedad, pos pandemia.

También es importante tener en cuenta que no solo la escuela puede ayudar a disminuir los efectos de la pandemia, también otras instituciones no gubernamentales como los comedores escolares, donde en muchos casos se brinda apoyo escolar. La escuela va a enseñar con estrategias pedagógicas, selección de contenidos, con el compromiso de los docentes pero el resto lo tiene que poner la familia, y aquí entramos todos como sociedad. Todos debemos colaborar para ir acortando las brechas que se abren a partir de los contextos sociales. La escuela no es la única encargada de formar a los niños, todos los adultos partícipes de los diversos aprendizajes en la vida de un niño. Nos tenemos que comprometer con la educación como sociedad.

Los chicos de zonas rurales suelen ser más tranquilos que los de la ciudad. Las maestras de la Escuela El Portal, de Tafí del Valle, estaban acostumbradas a esa serena alegría de los niños de la montaña, pero en marzo, cuando al fin volvieron a verles las caras después de un año de virtualidad, algo había cambiado en su relación con la escuela. Con el paso de los días la situación no cambió. No eran los mismos que se habían despedido con un beso un viernes de marzo de 2020 con un “hasta el lunes, señorita”. La pandemia los había llenado de miedos, de angustia y distancia entre compañeros.

Elsa Almirón, cofundadora de la escuela de nivel primario e inicial, cuenta que a poco de retornar la presencialidad, el entusiasmo por el encuentro fue cediendo paso a ciertas conductas que las docentes no conocían en sus alumnos. Si bien los maestros esperaban ver dificultades en lo académico (las clases virtuales nunca reemplazan a las presenciales) “pronto comenzamos a notar estados de mucha ansiedad en los chicos: angustia, sensación de frustración, poca tolerancia frente al error y mucha rebeldía para acatar el rol del docente y dificultad para respetar normas de convivencia. Además muchos estaban olvidados de lo que son los tiempos de la estructura escolar cotidiana: momentos de clases/recreos. Esto pasaba en los niños, pero también los padres estaban muy ansiosos por recuperar el tiempo perdido y preocupados por la falta de contenidos adquiridos”.

El panorama había cambiado completamente de un año al otro. “Nos impresionó ver cómo el compañerismo tan natural en ellos había sido afectado por los protocolos y el distanciamiento social ante la imposibilidad de compartir útiles o al menos una galletita en el recreo. Esto, aunque nos costó aceptarlo, llevó a ciertos niveles de individualismo a los que no estábamos acostumbrados de ver en nuestros niños”, reconoce.

¿Qué había pasado en 2020? En el colegio se trabajó en parejas pedagógicas para hacer más entretenida la clase virtual. Pero el acompañamiento desde la casa no fue parejo en todos los hogares. Algunos chicos recibieron más ayuda que otros de sus familiares. El resultado fue en la misma proporción: alumnos más avanzados que otros.

Enmarcada en las montañas, la escuela tiene mucho espacio para jugar. Por eso desde el 1 de marzo pudo dictar clases presenciales cuatro días a la semana con un protocolo adaptado y después de las vacaciones de invierno los chicos iban los cinco días. Pese al tiempo transcurrido y a que los docentes habían realizado un taller de Pedagogía de Emergencia dictado por una fundación dedicada a dar auxilio en casos de desastres naturales o guerras, la situación no mejoraba. Decidieron incorporar a una psicopedagoga para hacer un diagnóstico y una intervención.

La profesional primero observó las clases y los recreos, luego dialogó con los niños y los padres y desde hace tres semanas dicta talleres sobre gestión de las emociones. Allí los niños trabajan los miedos, el concepto de dejar partir a las personas queridas y los vínculos con sus compañeros.

“Para nosotros como escuela de formación integral, holística, lo fundamental en estos tiempos es el acompañamiento, el diálogo y atender a la integralidad mediante la pedagogía del saber ser, la paciencia y la actitud amorosa”, remarca Elsa.

Los talleres consisten en charlas, proyección de películas y debates para los más grandes, y dibujos, pinturas, canciones y diálogo para los más chicos. También se organizan talleres para docentes que continuarán hasta fin de año.

Para recuperar la confianza en los demás y reforzar el compañerismo los chicos tienen talleres de expresión corporal. También se renovaron los acuerdos de convivencia. “Apenas vimos algunas situaciones de tensión entre los niños sacamos los acuerdos de convivencia, los revisamos y los volvimos a firmar entre alumnos y docentes porque vimos que algunas normas parecían olvidadas. Fue un volver a reflexionar y replantearnos la forma de ser, estar y actuar en la escuela”, explica Elsa.

¿Es normal esto?

La psicopedagoga Ángela Medina sostiene que los síntomas psicológicos postpandemia eran los esperables. “Se dan como consecuencia de un año de encierro repentino y la reapertura hacia una nueva normalidad, donde los niños se deben adaptar a un entorno social con muchas precauciones y protocolos para cuidar su salud y la de su familia. Esto provoca una diversidad de emociones como nerviosismo, miedo y tensión constante”, afirma.

“Otra consecuencia del aislamiento es la pérdida del vínculo entre compañeros, la dificultad para respetar los horarios y los turnos y las normas de convivencias”, añade.

Según la psicopedagoga a la par de recuperar los conocimientos pedagógicos que no se pudieron asimilar el año pasado, es importante trabajar “sobre el desarrollo emocional y el autoconocimiento en los niños para reconocer las emociones y saber controlarlas. Reforzar el diálogo entre docentes y los chicos, trabajar en equipo y desarrollar habilidades para la vida”.

Queda un duro camino por delante en las escuelas, no sólo a nivel cognitivo, sino, fundamentalmente en el plano de las emociones. Recomponer los vínculos con los pares y con la escuela llevará un tiempo que cada cual capitalizará para su crecimiento interior.

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