Descendientes de Bernabé Aráoz, entre el orgullo y la lucha por un mayor reconocimiento

Descendientes de Bernabé Aráoz, entre el orgullo y la lucha por un mayor reconocimiento

Cómo es llevar en la sangre los valores de una de las personas más importantes de nuestra historia.

CON LA FRENTE ALTA. Soledad, María Florencia y Federico viven con naturalidad el hecho de llevar en su sangre los genes de un héroe de la patria. Les gustaría que apareciera más en las clases de historia y que hubiera un museo para recordarlo. la gaceta / foto de analía jaramillo CON LA FRENTE ALTA. Soledad, María Florencia y Federico viven con naturalidad el hecho de llevar en su sangre los genes de un héroe de la patria. Les gustaría que apareciera más en las clases de historia y que hubiera un museo para recordarlo. la gaceta / foto de analía jaramillo

Cuenta la historia que hace 209 años la presencia de un tucumano fue clave para nuestra independencia. Bernabé Aráoz, que en ese momento no tenía un cargo político, se encontró con Manuel Belgrano en un paraje al este de la provincia, La Encrucijada. Esa reunión determinó que el jefe del Ejército del Norte -venía en retirada desde Jujuy- desobedeciera al Triunvirato con base en Buenos Aires y se quedara a presentar la batalla que se tuvo lugar en nuestra provincia el 24 de septiembre de 1812.

Dos siglos y nueve años después estamos a pocos metros de donde vivió Aráoz, en la calle Congreso primera cuadra. No queda ni un rastro de la casa. Hay un edificio de cuatro pisos abandonado. En el frente tiene unos cuantos carteles donde se sintetiza la vida de Bernabé. En ese lugar nos encontramos con tres de los descendientes del héroe tucumano, cuya figura apenas comenzó a ser reconocida hace unos años.

A María Florencia Aráoz, Soledad Aráoz y Federico García Hamilton no les sorprende el abandono de ese espacio, que “debería ser un museo” según opinan. “Pero a los tucumanos no nos importa nuestra historia”, coinciden. Ellos han visto cómo los manuales de estudio ignoraban lo que en sus familias nunca dejaron de valorar: que Bernabé fue un patriota que tuvo un papel fundamental para lograr la independencia.

Lo cierto es que ninguno de los tres anda por la vida pregonando que es descendiente de Aráoz. Lo viven con naturalidad. Pero se sienten más que orgullosos de llevar los genes de una de las personas que luchó por sus ideales para torcer el destino de un país entero. No quieren sacarse muchas fotos. “Eso también es genético; te aseguro que Bernabé no hubiera salido en los diarios ni se hubiera sacado una selfie en medio de la batalla”, bromea Soledad, que tiene 49 años y es arquitecta.

Ella es la que atesora muchas cartas y fotos de la familia, e incluso ha armado un árbol genealógico. El prócer era bisabuelo de su bisabuelo José Ignacio Aráoz. Y aunque no pudo conocerlos, gracias a los escritos que encontró y a los relatos orales, los siente muy presentes en su vida. “Seguimos hablando de ellos todo el tiempo, de lo que significa nuestro apellido en la historia”, relata.

Tiene sentimientos contradictorios. “Cuando iba al colegio me dolía cuando se hablaba de la Batalla de Tucumán. Yo esperaba que lo nombraran a Bernabé Aráoz, pero eso nunca pasó. Era el prócer olvidado. Al mismo tiempo, me gustó que sea una historia muy nuestra, íntima y familiar”, confiesa.

En el fondo, prefiere quedarse más cerca de la carne que del bronce. “Fue una historia muy dura para la familia; había mucho sufrimiento e historias trágicas. Me impresiona la capacidad de resiliencia que tenían mis antecesores y de optimismo, de poder ver el futuro”, sostiene.

María Florencia, que tiene 78 años y es tía de Soledad y de Federico y chozna de Bernabé, siente que tuvo el privilegio de heredar una valija donde se conservaban cartas de amor y papeles con un gran contenido histórico. Incluso tiene textos escritos de puño y letra por Aráoz. Ese archivo familiar fue una fuente de inspiración para escribir el libro “Viejas cartas de amor y otras historias”. También es autora de “José Ignacio Aráoz. Una vida tucumana. 1875-1941”.

Lamenta el hecho de que la historia argentina se haya escrito desde Buenos Aires y no se le haya dado la importancia que tuvieron héroes del norte del país, como lo fue Bernabé. “Los tucumanos también fuimos muy desinteresados con nuestras tradiciones, con nuestro pasado. Prueba de ello es que tiramos abajo el cabildo y otros tantos edificios históricos; como la casa de Aráoz, que hoy es un inmueble descuidado”, señala la licenciada en Historia e investigadora.

Coincide con ella Federico, que es ingeniero y que desde siempre se interesó en los relatos familiares que incluían a Bernabé Aráoz. “Mi madre nos hablaba orgullosa de él y de sus hazañas”, detalla. En base a eso, escribió el libro “Sentires” a partir del cual luego se dio forma a una cantata.

Camino a la reinvidicación

¿Creen que en los últimos años hay una reinvindicación de la figura de Bernabé Aráoz?, les consultamos. Maria Florencia sostiene que efectivamente sí hay un movimiento importante de reinvindicación, en el cual el historiador José María Posse tiene mucho que ver. “Sabemos que se presentó al Congreso una iniciativa para que Bernabé sea declarado héroe nacional y el 24 de Septiembre, un día histórico. Hoy se nombra más la Encrucijada como el paraje donde se definió el futuro de la patria y se ha revalorizado ese espacio, lo cual es muy destacable”, apunta.

Ese hecho, el encuentro en la Encrucijada entre Bernabé Aráoz y Manuel Belgrano, es para los descendientes del héroe tucumano motivo de una larga charla. “Para mí es lo más importante. Hay versiones que dicen que Belgrano –que tenía la orden de retroceder- se queda ahí para ver si los tucumanos lo ayudan a reograganizar un ejército exhausto. Otros dicen que los tucumanos van a buscar a Belgrano. Lo concreto es que el contacto es con Bernabé, quien no tenía un cargo político, pero sí mucha influencia en la zona de Monteros, entre los gauchos. Bernabé le dice que los tucumanos íbamos a dar todo y eso significó movilizar una gran cantidad de recursos: caballos, fusiles y personas. A esos gauchos había que vestirlos, alimentarlos y prepararlos. Puso toda su capacidad económica y se armó un gran frente en solo 14 días. Belgrano gana la Batalla de Tucumán, pero sin Bernabé y sin los tucumanos no hubiera hecho más que seguir su camino”, remarca.

Federico aporta: “pienso que es el momento más importante en la vida de Bernabé. Sin duda, si no se hubiera realizado ese encuentro, tal vez no hubiera existido el Bernabé que conocemos ni la Batalla, ni sabemos qué hubiera pasado”. “Lo que me impresiona es el convencimiento de Aráoz y que lo haya convencido Belgrano, quien con esa desobediencia se jugaba todo. Se dio esa combinación”, evalúa.

“Indudablemente, Bernabé se convierte en el hombre fuerte de Tucumán. Luego, en 1814, es el primer gobernador electo. Inciden en ese cargo de honor los aportes realizados a la causa independista”, apunta la historiadora.

Entre los manuscritos que atesora María Florencia está un diario de Bernabé en el que cuenta cómo se preparaban junto al Ejército para seguir su lucha hacia el norte: dormían la siesta, comían mucha carne y, en una oportunidad tuvieron que cubrirse con un gran alero porque los sorprendió una fuerte tormenta.

“No eran como los políticos de ahora; ellos sí que ponían el cuerpo”, apunta Soledad. María Florencia agrega que entonces los políticos que luchaban por la patria eran ricos y morían pobres. Como prueba, muestra también un manuscrito de Bernabé, una especie de testamento que hizo cuando intuía que iban a matarlo (lo que finalmente sucedió en una guerra civil, donde fue ejecutado en 1824). “En ese escrito les deja sus pertenencias a su esposa y habla de todas las deudas que le quedaron. Incluso, pide que una la pague el Estado a cambio de lo que le debían”, explicó.

Valores

El general José de San Martín, tras llegar a Tucumán para reorganizar el Ejército del Norte, destacó la serena personalidad de Araóz y su honradez. Eso siempre lo recalcan los descendientes. Y tratan de que esas características y valores no se pierdan de generación en generación.

“Mi abuelo, por ejemplo, en las distintas cartas que les escribía a sus hijos, insistía en el servicio a la patria, en el respeto por el otro y en la responsabilidad que significaba ser descendiente de Aráoz. Decía que corría por el cuerpo una sangre filtrada en muchas generaciones que supieron afianzar con el honor de su nombre lo mejor de nuestra historia. Aclaraba que eso podía ser bueno o que podía ser un peso”, señala Soledad.

Muy pocos de los descendientes han heredado el nombre Bernabé. Sí hay muchos José Ignacio en la familia. “Para mí los valores más destacables son la pasión que tenía por la independencia y los ideales de libertad”, opina Federico. Uno de los objetos más preciados que conserva es el escudo de la familia Aráoz.

En general, según cuentan, no les han quedado objetos del procer. Lo que saben a ciencia cierta es que la mesa que era de Bernabé y que él prestó para que se jure la independencia, fue donada al Congreso.

¿Que les gustaría que las próximas generaciones recuerden y valoren de Bernabé Aráoz? La respuesta no tarda en llegar: “consideramos que él es tan ejemplo a seguir por su lucha por la libertad y su esfuerzo para que construir la patria como otros héroes, como San Martín, como Belgrano o como Guemes en Salta. Eso tiene que ser más valorado”.

María Florencia pide permiso para destacar la personalidad de Bernabé. “Los caudillos de esa época eran más guerreros. Él fue diferente; fue un estratega, no estaba buscando conflictos. Tuvo actuación desde 1812 hasta 1824, pero nunca salió de su territorio a invadir nada”, remarca. Antes de cerrar la charla, coinciden en que como tucumanos tenemos mucho que aprender de Bernabé Aráoz, de su entrega y de sus valores. “Ojalá lo incluyan en los manuales y un día se haga un museo”, anhelan, mientras se apuran para irse. No quieren más fotos ni protagonismo. Evidentemente, la sangre les tira.

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