Lomas de Tafí tendrá su propia sala, que evoca a un recordado teatrista

Lomas de Tafí tendrá su propia sala, que evoca a un recordado teatrista

Manuel Garavat inaugura el espacio que lleva el nombre de su padre. La importancia de la cercanía en los nuevos proyectos culturales.

EN PLENA PREPARACIÓN. Imágenes de las gradas para los asientos y de la vista hacia el escenario.  EN PLENA PREPARACIÓN. Imágenes de las gradas para los asientos y de la vista hacia el escenario.

Dentro de los nombres históricos de la escena tucumana, Juan Carlos Torres Garavat tiene un lugar recordado tanto en elencos independientes como estatales. Su inquietud lo llevó a fundar en 1980 y junto con otros gestores culturales locales el Teatro de la Paz, frente a la plaza Yrigoyen (en 9 de Julio al 400). Obras del repertorio argentino e internacional pasaron por esa sala, que sufrió un atentado incendiario durante la dictadura al año de su inauguración. Nada los amilanó: se reabrió con formato de tribunas móviles que se adaptaban a distintas puestas en escena (de la tradicional a la italiana a una arena con gradas a ambos lados).

Desde hoy, su nombre figura en el flamante teatro que su hijo, Manuel Garavat, junto a Daniela Villalba y Christian Pedersoli, más la ayuda de muchos otros (como Pablo y Nelson Villarreal y Matías Zelaya) levantó en Lomas de Tafí, una forma material de confirmar el dicho “la sangre tira”. El espacio artístico está ubicado en Manzana 32, cada 9, barrio 600 viviendas; tiene capacidad total para 120 personas, con una superficie de 179 metros cuadrados y una altura de techo de siete metros lo que permite realizar espectáculos aéreos.

La inauguración será esta tarde, a las 19, en una breve ceremonia con presencia de amigos de Torres Garavat para reivindicar su legado (Norah Castaldo, quien fue su socia teatral en la sala original junto a Lito Sokolsky). E inmediatamente después se abrirá el telón para comenzar con el Festival Teatral de Invierno durante este mes; la primera obra (programada a las 20) es “El circo al revés”, de Los Tucus. La agenda ya tiene previsto más eventos: el ciclo “Les niñes al teatro” en agosto y el Festival de Teatro Familiar “Lunita de mi Tucumán” en septiembre.

SOCIOS Y AMIGOS. Juan Carlos Torres Garavat y Norah Castaldo en ambos lados, con Julio Ferdman al centro, en “El tema eran las rosas”. SOCIOS Y AMIGOS. Juan Carlos Torres Garavat y Norah Castaldo en ambos lados, con Julio Ferdman al centro, en “El tema eran las rosas”.

“Honraremos el espacio con el nombre de un director y actor que aportó mucho a nuestro teatro, que posibilitó que, de una u otra forma, nosotres hoy estemos haciendo este arte, sea lo que es. Hablamos del hacer, de traerlo al presente, recuperar su militancia por la itinerancia, la difusión y el crecimiento teatral en la provincia. Mi padre aportó a su desarrollo en distintos sectores de la provincia y lo hizo mucho en el interior, con sus puestas siempre llevar sus obras a todos lados”, subraya Garavat.

El legado no es sólo en ideas, sino también en lo material. El teatrista recordó que “mi viejo apareció una vez con unos viejos balcones y me dijo que eran ‘para el frente de su próximo teatro’; estuvieron al frente del Teatro en la Luna (el domo móvil donde da funciones su grupo) y siguen conmigo”.

Cuendo el Teatro de la Paz existía, Garavat era pequeño y no guarda recuerdos propios: “Castaldo nos envió varios recortes sobre el ataque que sufrió, y en las fotos vi las estructuras similares a las tribunas de nuestro teatro, se ve que eso quedó”. “Construir un teatro no es un negocio, es un aporte militante al desarrollo de la humanidad, pues es el arte lo que diferencia al ser humano y eleva su esencia. Eso me dejó mi viejo, aportar siempre que pueda al desarrollo cultural artístico en el lugar donde esté”, agrega en diálogo con LA GACETA.

Levantar este espacio le llevó al grupo cinco años. “Somos teatreros, costó un montón de plata, palabras y tiempo, empezamos a construirlo a fines de 2016 como un exabrupto de resistencia a la degradación del Ministerio de Cultura de la Nación y a toda la destrucción del desarrollo y acervo cultural artístico. Fue económicamente imposible seguir la obra entonces, pero seguimos comprando materiales durante cuatro años, ahorramos de cada función y la pandemia llegó con nuevas autoridades en el país. Eso fue haciendo posible retomar, avanzar y finalmente ponerlo en marcha”, resume.

Lomas de Tafí tendrá su propia sala, que evoca a un recordado teatrista

Tener un techo firme no implica desarmar el domo del Teatro en la Luna. “Queremos que siga funcionando; estamos en conversaciones con el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, pues está pensado para aquellos sectores de la población que tuvieron históricamente negado el acceso al consumo cultural. Con las enseñanzas que el domo nos dejó entendimos que necesitamos un lugar de producción y formación para el público, una base que potencie nuestra producción de itinerancia y, sobre todo, la relación con la comunidad. Creemos que ahora es necesario un ‘Teatro de Cercanía’, del mismo modo en que estamos planteando este lugar en Lomas de Tafí. El acceso al desarrollo artístico de la población será cada vez más de proximidad, se tiene que descentralizar la recreación y capacitación cultural para les vecines. Lomas es un barrio enorme, con gente de casi toda la provincia, que irá construyendo su identidad sin salir del barrio”, acota.

La virtualidad forzada por la pandemia y el cierre transitorio de las salas hicieron que haya voces que auguraron el fin del arte escénico como venía siendo. Garavat disiente: “el teatro lleva 4.000 años muriendo y aquí estamos; como compañía decidimos no hacer teatro virtual sino esperar, construir y prepararnos. Esto también pasará y el ser humano es gregario, necesitamos sentarnos todos juntos a revivir historias, como si estuviéramos alrededor de un fogón”. El coronavirus lo inspira creativamente, además, ya que está trabajando para producir una obra musical sobre la transformación que la pandemia generó, aparte de dos unipersonales.

“El apellido Garavat, para mí, tiene el significado de pensar y soñar con la próxima función, con que otro mundo es posible y que todos podemos aportar para él, que a pesar de todo hay que seguir haciendo, soñando con la próxima obra, la próxima gira, la próxima… porque es la única manera”, concluye.

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