Hay que resolver el descontrol de la autopista

Hay que resolver el descontrol de la autopista

10 Junio 2021

Cada tanto, una tragedia en la autopista de Circunvalación enluta a los tucumanos. La última ha sido el luctuoso accidente de una familia que, por esquivar en medio de la oscuridad una rueda de camión abandonada en plena calzada, cayó con su auto al vacío, a causa de lo cual falleció una pareja y su pequeño hijo quedó en grave estado. El caso pone sobre el tapete el descontrol que reina en el principal acceso a San Miguel de Tucumán, traducido en un sinnúmero de problemas derivados de la degradación urbana y de la desatención de los funcionarios, o bien de su incapacidad para desarmar el nudo gordiano que representa este sector de la capital.

La familia de las víctimas ha remarcado dos situaciones que incidieron en el accidente. Una es la osruridad reinante, derivada de que desaparecieron, por robo o por roturas, las lámparas del sistema de iluminación instalado hace pocos años, lo cual es una responsabilidad ineludible de Vialidad de la Provincia y de la Municipalidad capitalina, puesto que la autopista funciona en este sector como una avenida de un área muy urbanizada, y debería tener luz permanente y reductores de velocidad para obligar a los vehículos a circular a menos de 60 km/h. Es incongruente que haya tanta circulación peatonal, de carros, de animales y de vehículos como si se tratara de un barrio periférico, mientras que en la calzada se permite 120 km/h, el máximo de velocidad de la provincia. Esa incongruencia prácticamente llama a la tragedia. La segunda situación es la probabilidad de que la rueda de camión haya sido colocada por “pirañas” (delincuentes) para causar el accidente o bien para obligar a los conductores a detenerse, con lo cual se los asalta. Son muchas las historias de ataques de tipo “piraña” que se han dado en la circunvalación, de los cuales han sido frecuentes víctimas los motociclistas.

También hay otras circunstancias que inciden en los fuertes y a menudo luctuosos percances en esta calzada, como ser los cruces ilegales ubicados a lo largo de los 30 km que tiene la cinta asfáltica desde la capital hasta Famaillá. En una oportunidad LA GACETA dio cuenta de cien cruces clandestinos, los cuales han sido “legitimados” por el uso de los habitantes y la indiferencia de los funcionarios. Eso no significa que estén bien: hubo tragedias como la de las militantes de derechos humanos embestidas por un vehículo conducido por una persona alcoholizada que se cruzó de carril o el vuelco de un colectivo interprovincial que se topó en medio de la oscuriudad con una persona que se atravesó para quitarse la vida. Desde que se publicó el informe de los 100 cruces nada se hizo al respecto, excepto la obra de la iluminación, que se arruinó por falta de mantenimiento.

Se trata, ciertamente, de un complejo problema urbano en el que coinciden la degradación del principal acceso a la capital con el abandono de la zona este, aledaña al río Salí, al cual las autoridades no le encuentran solución. Precisamente por eso es un nudo gordiano. Pero requiere atención especial y decisión para encarar sus problemas. Hay inconvenientes de seguridad derivados del abandono social, que exigen intenso trabajo de las áras sociales, más que de las de seguridad, y hay problemas de circulación que deberían encararse con estrategias viales simples y contundentes, como iluminación, cartelería, reductores de velocidad, mantenimiento y control.

Y si hay problema de jurisdicciones, las áreas responsables deben reunirse y actuar en conjunto, para comenzar a evitar las tragedias habituales y casi características del sector.

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