Las consecuencias de ignorar la realidad

Las consecuencias de ignorar la realidad

26 Mayo 2021

Osvaldo Meloni

Economista - Profesor titular de la UNT

Primero pongamos en contexto el problema. En 2020 el Gobierno emitió una enorme cantidad de pesos para financiar un creciente déficit fiscal que se había generado por una mala gestión económica y por el largo confinamiento, lo que dio lugar a gastos imprevistos, como el IFE, el Repro, etcétera. Hacia octubre de 2020 el Gobierno festejaba porque había emitido muchos pesos y eso no se reflejaba en la tasa de inflación. Pensaban que habían descubierto una nueva teoría económica: se creían merecedores del premio Nobel. No cayeron en la cuenta de que la política monetaria impacta sobre los precios con rezago, es decir, el dinero que se emite hoy afecta a la tasa de inflación 6 o 9 meses después. Precisamente este último trimestre estamos soportando las consecuencias de aquella emisión desmedida del segundo y tercer trimestre de 2020: la tasa de inflación mensual es del 4%, lo que implica una inflación anualizada del 60%, lo que nos pone entre los países con inflación más alta del mundo.

Recientemente, el Gobierno anunció un nuevo confinamiento por sólo 9 días. En primer lugar, ¿quién puede creer que este va a ser un confinamiento solo por 9 días cuando las temperaturas son todavía templadas y cuando aún no llegó el invierno? La palabra del Gobierno, y en particular la del Presidente, está totalmente devaluada: se desdice y se contradice en cuestión de horas. Es muy probable que a este le sigan otros intentos de confinamiento durante el invierno.

¿Cómo se va a financiar este nuevo confinamiento? A pesar de que la Argentina ganó dos loterías, la de la soja por encima de 600 dólares la tonelada y la de la emisión extraordinaria de Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional, hay que tener en cuenta que somos un país sin crédito. En consecuencia, los sectores productivos esperan que este (y los futuros) confinamientos se financien con más emisión monetaria y, por lo tanto, se avizora más inflación en el futuro. Y más inflación implica más pobreza y peor distribución del ingreso, lo que a su vez genera una mayor presión política para atender a los sectores más vulnerables, lo que sólo se puede hacer, dada la ausencia de un plan y la ineptitud con que se manejó la economía, con más emisión monetaria.

Más inflación también implica menor actividad económica. Todos los países están experimentando una recuperación en forma de “V”, es decir, después de una fuerte caída del PBI en 2020, están creciendo a tasas muy altas. Se esperaba que la Argentina crezca al 5% o 7%. Sin embargo, con este nuevo confinamiento y con el invierno por delante, con pocas vacunas, es probable que la recuperación económica sea muy tibia o casi nula.

El descontento es muy grande porque se observa que no hay un plan para estabilizar la economía. Todas las medidas son de cortísimo plazo, con el único objetivo de recoger votos para la elección de medio término. Se pretende combatir la inflación con propuestas aisladas, que no son apoyadas ni por la teoría ni por la evidencia empírica. Kulfas y Español han apelado a controles de precios y tarifas; a intervenciones en mercados (como el de la carne), y a leyes que generan una gran ineficiencia y desinversión en el sector, como la ley de góndolas.

Una elevada tasa de inflación, con tarifas de servicios públicos controladas y con un dólar aquietado por el Banco Central, genera distorsiones de precios, desincentivos a la inversión y, lo que es peor, expectativas de una crisis importante en un futuro cercano.

El propio Gobierno, al no definir una conducción económica (durante muchos meses Guzmán parecía un secretario de Finanzas más que un ministro de Economía), al no trazar un plan integral (el presupuesto es un dibujo, que tiene una tasa de inflación proyectada del 29% anual), se puso en una situación muy delicada. Si el Gobierno decide auxiliar a empresas y trabajadores con algún tipo de subsidio para compensarlo por el confinamiento, habrá una mayor emisión de dinero lo cual, dada la escasa capacidad que tiene el Banco Central para esterilizar la emisión de dinero porque el stock de Leliqs ya está en niveles récords, y teniendo en cuenta la dificultad para acceder a créditos, es probable que esa nueva emisión vaya casi en su totalidad a impactar sobre los precios, o sea, se espera más inflación. Por el contrario, si el duro confinamiento no trae Repros ni IFEs, habrá cierre de empresas y mayor desempleo.

En definitiva, parafraseando a Ayn Rand, en economía se puede ignorar la realidad, pero no se pueden ignorar las consecuencias de ignorar la realidad.

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