¿Comprendemos que las tortugas no son mascotas?

¿Comprendemos que las tortugas no son mascotas?

Aunque cada vez son más los tucumanos que toman conciencia, todavía hay quienes tienen tortugas en casa. ¿En qué las perjudica?

CONSECUENCIA. Una tortuga con pata amputada por la mordida de un perro. CONSECUENCIA. Una tortuga con pata amputada por la mordida de un perro.

Que todos hemos visto una tortuga en el jardín de una casa es innegable, pero sí, está mal. Y aunque muchos hagan la vista gorda o piensen que no hay nada negativo en ello, lo cierto es que la vida de esa mal llamada mascota ya ha sido condenada.

Cada 23 de mayo se celebra el Día Mundial de las Tortugas, propuesto por la American Tortoise Rescue, con el objetivo de homenajearlas y de hacer un llamado de atención sobre la importancia de cuidarlas a ellas y a sus hábitats y a reflexionar sobre medidas para contrarrestar su rápida extinción. Es que estas, las criaturas más longevas del mundo, se encuentran amenazadas sobremanera. Su tenencia como mascotas es uno de los problemas más grandes, y en Tucumán es moneda corriente.

“Es un problema nacional el de las tortugas, es una de las especies más buscadas. La gente no es consciente de que está en peligro y es, entre comillas, la mascota fácil que le podés regalar a un chico que vive en un departamento porque causa pocas complicaciones. Es muy común que se regalen o se vendan, ilegalmente”, explica Juan Pablo Juliá, director de la Reserva Experimental de Horco Molle adonde, en algún momento, los dueños arrepentidos (o aburridos de los animalitos) dejaban sus tortugas.

Importante de aclarar: por falta de espacio, hace algunos años ya no se reciben más.

No comprar

Variedades de estos reptiles hay cientos (se estima que 245, aproximadamente). “La principal especie utilizada como mascota es la tortuga chaqueña o tortuga terrestre argentina. El comercio de esta especie afecta su población, que se encuentra catalogada como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Su desaparición del ambiente de distribución impacta en el equilibrio ecológico del área que habitan”, cuenta Néstor López, veterinario y especialista en animales no convencionales.

Por supuesto, López deja en claro en primera instancia que ningún animal silvestre es mascota. ¿El problema? Se siguen comercializando. No hay que pensar mucho: si hay oferta es porque hay demanda. “Hay épocas del año en las que se venden catas y tortugas en ferias, sobre todo en el verano, cuando las crías están chiquitas y se ven más lindas. Obviamente, si se detecta a los vendedores, los animalitos son incautados”, agrega Juliá y asevera: “comprar una tortuga no es bueno ni para el ejemplar ni para la especie en sí. Esas tortugas dejan de reproducirse, salen del ecosistema. En términos ecológicos ya están muertas”.

Problemas

Tener un gato o perro es más o menos fácil. No hay muchas recetas: alimento balanceado, juegos y atención. Eso es todo. ¿Pero qué pasa cuando uno tiene de mascota un animal silvestre? Existe la creencia de que las tortugas son fáciles de cuidar, que lo único que necesitan es un poco de alimento. Spoiler: va mucho más allá de eso.

“En la consulta diaria vemos las consecuencias del comercio de las distintas especies de tortugas. Se desconocen la biología y el manejo correcto; la creencia de que las tortugas de tierra pueden vivir alimentándose años con zapallitos verdes y lechuga lleva a enfermedades metabólicas óseas y otras asociadas”, advierte López. La alimentación no es el único problema: donde hay una mascota, suele haber dos. “Los ataques caninos son algo común y terminan con osteomielitis, amputaciones o la muerte del animal. Reparar su caparazón por el aplastamiento de un vehículo es un proceso de años. Las hembras con retención de huevos que tienen prolapsos y necrosis de oviducto deben ser intervenidas quirúrgicamente. La quema de hojas o pasto lleva a la muerte de muchas tortugas que utilizaron ese lugar como refugio”, enumera el veterinario-

“Lo más grave está relacionado con los ataques de perros y gatos, que son las heridas más frecuentes. Pero depende del lugar donde están: si caminan mucho sobre cemento y no tienen tierra o arena, se lastiman las patitas, se les desgastan mucho las uñas; si la comida no es la apropiada, su pico córneo crece en exceso porque no se desgasta”, detalla Juliá.

¿Que hago si tengo una?

“Lo que nosotros hacemos es recomendar que se declare la tortuga en la Dirección de Flora y Fauna de la Provincia y que se haga un documento de tenencia precaria y legal. La Provincia, que no puede tener tampoco todas las tortugas, legaliza la tenencia y exige ciertos cuidados y condiciones mínimas para que el animal tenga una buena sobrevida. Esa es la forma legal de tener tortugas que ya están en cautiverio y no se pueden liberar. Pero que quede claro: no es que se pueda comprar una tortuga e ir a la dirección para blanquearla, es sólo para las tortugas que ya llevan mucho tiempo en cautiverio”, comenta Juliá.

Quizá el pensamiento inmediato sea el de querer devolverla a su ambiente natural, pero eso no se recomienda. “Podemos afectar las poblaciones de la especie residente. Debemos consultar con un veterinario sobre los cuidados de manejo, alimentación y, previo a la estación fría dónde ellas disminuyen su actividad, recibir información para adecuar el recinto y chequear su estado de salud”, agrega López, también docente universitario.

En pocas palabras: una tortuga en cautiverio muere en cautiverio; es una vida larga y lo mejor es brindarle las mejores condiciones para ello.

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