“Ghosting” legislativo

“Ghosting” legislativo

Los vientos huracanados se calmaron un poco en la Legislatura ante el freno que impusieron los números de la pandemia y la atención de los heridos que dejó la interpelación y la visita de ministros nacionales. Se esperaba para ayer una reunión de Labor Parlamentaria en la que se iba a definir una nueva sesión. La convocatoria no existió. Un motivo sería la imposibilidad de llevar en el corto plazo al recinto el abultado informe de Juan Pablo Lichtmajer. El jaldismo y la oposición tenían la intención de votar -y rechazar- la presentación del ministro de Educación, pero habrían cambiado de estrategia. Tendrían la intención de estudiar en profundidad los papeles y evitar que pueda refutar su fallo en base al estudio que el Gobierno encargó a expertos nacionales para que den su dictamen sobre el informe Lichtmajer.

Osvaldo Jaldo también se tomó un respiro. La preocupación social por el coronavirus mandó a guardar las espadas. No hay humor entre la ciudadanía para soportar berrinches internos de ninguna fuerza política. El repudio y el malestar crecen y cuando el pueblo se transforma en votante hace sentir su enojo en las urnas. El vicegobernador arremetió fuerte contra el gobernador con la interpelación de su ministro y con la apropiación a mansalva de dirigentes de los Mellizos Orellana. Juan Manzur le respondió con más potencia: trajo a los ministros top del Gabinete nacional para mostrar que el apoyo de Alberto Fernández lo tiene él. De postre, Wado de Pedro avisó que Cristina Fernández volvió a tratar de “Juancito” al mandatario provincial. Le cerró a Jaldo, en la cara, la puerta política de la vicepresidenta.

El tranqueño siente que su compañero de fórmula debió hacer una demostración de poder exagerada para no quedar rezagado en la lucha por el poder. El sanitarista entiende que el “chiquitaje” está con el vice y que la mayoría de la dirigencia institucional tucumana y nacional del peronismo acompañan su proyecto. ¿Fueron a tablas?

Paralelamente, en la Legislatura se cuecen planes de reunificación, de profundización de la grieta peronista y hasta de un “tercer bloque”. Algunos parlamentarios del jaldismo entienden que parte de la pelea se debe a los “viejos”. Los señalan como los culpables del quiebre y como los pescadores que ganaron con el río revuelto. “Hay que ver qué partido provincial logró más poder a partir de la pelea”, invitó a pensar un jaldista. Los “nuevos” reflexionan que los más experimentados coparon los casilleros vacíos que dejaron en la Cámara los leales a Manzur y que ellos echan leña al fuego del divorcio. A partir de esta disputa es que podría producirse alguna ruptura entre “viejos” y “nuevos” del win jaldista.

En la punta manzurista se tiran maíces para atraer a compañeros afines al vice y lograr conversaciones en las segundas líneas que logren acercar a los popes. Algunos observan con buenos ojos esa posibilidad, más allá de que en ambas esquinas se tiraron con todo. “Podemos ponernos de acuerdo en algunas cuestiones básicas y de ahí seguir juntos en lo estructural”, especuló un manzurista. Esos concilios estarían alrededor de los contratos, del apoyo para los municipios jaldistas y en especial del fin de las hostilidades hacia dirigentes de las dos orillas.

La idea, añaden, es postergar la gran batalla para el año próximo ya con la vista fija en 2023. Todos coinciden en que es poco probable que haya una foto o un encuentro entre Manzur y Jaldo, pero varios están de acuerdo en que podría haber acercamientos entre dirigentes de los líderes. Otro dato que se observó con atención es que no se produjeron, al menos hasta ahora, cambios en las conformaciones de otras comisiones de la Cámara claves, como la de Peticiones y Acuerdos. ¿El mensaje es que se bajó el nivel de enfrentamiento o que apenas se tomaron un respiro? Todos se miran de reojo y ninguno se atreve a bajar la guardia. Ni a redoblar la apuesta. En esta Guerra Fría hizo ruido el pedido de informes que hace un par de días formularon los parlamentarios de Lealtad Peronista. Le solicitaron a Jaldo que diga de cuánto personal para cada legislador disponen los integrantes de los bloques Justicialista de Todos y Fuerza Republicana. Con eso azuzaron el avispero del empleómetro legislativo como reclamo ante los 1.100 contratos que Jaldo habría dado de baja a los 14 de Manzur.

El dato no deja de ser curioso. Legisladores de distintos bloques expresaron públicamente que poseen entre 10 y 12 contratados cada uno, y que a cada bancada se le adjudica un extra para funcionamiento. Los números no cierran por ningún lado. ¿Dónde caben y qué hacen 1.100 trabajadores? ¿Si esa cantidad de empleados tenían 14 legisladores, cuántos más emplea el resto de la Legislatura? El abultado presupuesto y el “ghosting” (término -o moda- que viene de la palabra anglosajona fantasma, que se utiliza cuando alguien termina una relación afectiva cortando contacto sin dar una explicación) laboral hacen pensar que el Poder Legislativo es, fue y será la incubadora en la que se crían y ceban los dirigentes partidarios.

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