Roberto, un modelo a seguir en el campo y en la vida

Roberto, un modelo a seguir en el campo y en la vida

Martínez Zavalía dejó una huella indeleble en el agro de Tucumán y de la región. Ya desde su época de estudiante mostraba la tenacidad y la pasión que luego desplegaría en cada una de las actividades que desarrolló, desde creador de su propia empresa hasta dirigente ruralista.

Con el deceso de Roberto Martínez Zavalía (h), Tucumán y la región perdieron a un destacado profesional de las ciencias agronómicas y a un empresario de fuste, que será muy difícil de olvidar por todo lo que hizo por el sector productivo y por la sociedad en general. Debido a ello en esta columna queremos mostrar los hechos destacados que dejó en un fructífero camino que marcó durante su destacada trayectoria profesional como ingeniero agrónomo. Este hombre de campo fue muchas veces entrevistado por esta sección sobre temas agropecuarios de diversa índole; siempre mostró una actitud frontal en sus opiniones vertidas como productor y como dirigente rural.

Tuvo muchas las facetas, muy representativas de las actividades rurales, por lo que debimos hablar con amigos, productores y compañeros de trabajo que nos dieron tanta información sobre sus logros y valores que inculcó, que será poco el espacio que podremos darle a todo lo realizado por Roberto, como todos lo llamaban.

José Manuel Paz (h), su compañero de la Facultad de Agronomía y Zootecnia, nos decía que cuando terminaron la carrera universitaria, después de mucho esfuerzo y dedicación, Roberto quería salir al mundo productivo y ver qué pasaba en otros países. Se ocupó de la organización del viaje a Estados Unidos, que en esos momentos (1985) era realmente difícil. Después de mucho trabajo organizativo pudimos viajar, junto a su primo Diego.

Este viaje, al ver lo que los productores hacían en uno de los países más avanzados en esta materia, nos cambió la cabeza; sobre todo la suya.

Roberto tenía claro que es lo que quería hacer en Tucumán y cómo lo afrontaría, apuntando sobre todo a la administración de la información que genera el campo y a la incorporación de la tecnología, en todo sentido.

Fue una persona con un tesón envidiable. Tanto en su condición de estudiante, etapa durante la cual se destacó, esforzándose mucho, como ya convertido en profesional, rol durante el cual mostró una visión de futuro realmente envidiable.

En cuanto a su dedicación como dirigente, el presidente de la Sociedad Rural de Tucumán (SRT), Sebastián Murga, lo recordó como una persona exigente con todo lo que hacía. Formó una empresa muy eficiente, sólida, exitosa, y con un camino muy marcado hacia la responsabilidad social empresaria. Cuando fue presidente o dirigente de la SRT mostró incluso con el ejemplo de su empresa el norte hacia donde debíamos ir; marcaba, sobre todo, un futuro en el cual debíamos producir de manera amigable con el ambiente y velar por el bienestar de las personas que trabajan en nuestras empresas.

Pablo Robles Terán, un profesional que conocía mucho a Roberto, por todos los años que trabajó junto a El, nos sugería que hagamos una nota inspiradora, desafiante, transgresora. Que debía estar destinada a miles de jóvenes tucumanos y del norte argentino que muchas veces se sienten “desalentados, frustrados, sin oportunidades”, que ven como única opción la salida “fácil y rápida”, en la cual valores como el amor propio, el orgullo y la necesidad de superación parecen anacrónicos. Estas líneas hablan de “jugarse la piel”. Pero de jugársela en serio, para alguien que pudiendo arrancar teniendo todo decidió arrancar teniendo nada.

Y sin ánimo de dramatizar, pero con la intención de mostrar y de demostrar que no hay imposibles es importante trasladarnos al sector agropecuario de Tucumán de fines de la década del 80. ¿Hay que imaginarlo no? Si hay algo que Roberto tuvo claro (aunque parezca una obviedad) es que Tucumán estaba lejos de los puertos, que la competitividad no iba a pasar por tener fletes baratos. La competitividad del sector pasaría por la adopción de tecnologías que incrementen en forma sustancial la producción del agro tucumano. Y ahí arrancó. No lo hizo en un garaje como muchos, lo hizo en la Villarroel 97 sede inicial de Agroinsumos Tucavi. Su herencia fue la distribución de semillas Cargill, con ventas que en ese entonces totalizaban 688 bolsas de 40 kilos, el equivalente a 1.300 hectáreas de siembra de maíz. Continuó siendo miembro desde los orígenes de la creación del CREA San Patricio, incorporó las normas de gestión de CREA en la empresa de su familia.

Pionero

Fue uno de los principales impulsores de la siembra directa en la zona (fines de los 80, principios de los 90). Introdujo las míticas sembradoras brasileñas Semeato, que permitían la siembra directa de trigo y de soja con una sola máquina, lo que favorecía ese esquema de rotación.

Difundió los famosos trigos híbridos de Cargill, y alcanzó récords de producción en el campo familiar El Churqui (Burruyacu) con 4.500 kg/ha en la década del 90.

Fue de los primeros productores de las sojas RR (1996). Esta Tecnología, junto con la siembra directa, dio un vuelco hacia la mayor productividad y sustentabilidad.

Promotor de instalar al cultivo de maíz de manera rentable como aporte a la sostenibilidad productiva de la región monopolizada por la soja en aquel entonces.

Cuando ya no era suficiente la siembra directa con las sembradoras Semeato Migra empuja el convenio de Agrometal con Monsanto para el recambio tecnológico de maquinaria en sus clientes, y les brinda el agregado de valor mediante la producción de maíz Flint no transgénico con diferencial de precio, para el abastecimiento de Kellogs Reino Unido por medio de Cargill Comercio Exterior.

En esos momentos el gusano cogollero era una limitante de la producción de maíz convencional e instala el concepto de semilla tratada, que permitía protección del cultivo durante los primeros 20 días.

Introdujo híbridos simples de maíz en la región, productos de altísimo potencial que en aquella época eran reservados a la Pampa Húmeda porque “eran caros de producir y el productor del norte del país requería híbridos de bajo costo”.

En 1996 instaló su galpón de Villarroel 56 -comprado con el fruto de su trabajo-, para dar mejores servicios a sus clientes. Básicamente aspiraba a que tengan un lugar cómodo donde cargar la compra de sus productos y tomarse un café con él mientras tomaba nota de sus necesidades.

Organizó viajes de capacitación para sus clientes por distintas zonas productoras del país -Brasil, Estados Unidos, entre otros-, para permitirles una mirada más amplia de la agricultura.

La irrupción de nuevas tecnologías para el NOA requería de inversiones de envergadura. Para dar más y mejor asistencia a los productores hizo que en 2003 mudó Tucagro SRL a la zona del aeropuerto. Modernísimas instalaciones para la batería de nuevas tecnologías que harían dar otro salto productivo a Tucumán.

Empuje contagioso

El empuje de Roberto seducía a las empresas proveedoras de insumos en el lanzamiento primicias tecnológicas para el agro tucumano, materializándose en la irrupción de variedades de soja RR y, luego, de soja intacta -resistentes a insectos y a herbicidas-; híbridos de maíz RR y Bt, que tornarían altamente competitivo el cultivo a pesar de la distancia al puerto; la difusión de productos fitosanitarios de bajo impacto ambiental, y el lanzamiento de sistemas de gestión ambiental en tiempo real de monitoreo de calidad de aplicaciones, monitoreos de siembra y de cosecha online.

Con poco más de 60 años, Roberto jamás dejó de capacitarse. El año pasado había terminado su Programa de Desarrollo Empresarial Agropecuario, nutriéndose de más herramientas para tomar mejores decisiones. Como vemos, él no solamente marcó hitos importantes en el desarrollo agropecuario, sino que también dejó su impronta en lo institucional, en lo social y en lo empresarial.

Roberto nos dejó físicamente una mañana lluviosa: nada más simbólico para el campo.

Seguramente el hombre de campo que lo conoció por su labor tan fructífera lo tendrá siempre presente y como ejemplo de cómo debemos conducirnos en el trabajo y en nuestras vidas.

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