19 Abril 2021
Roberto Martínez Zavalía, un tucumano contemporáneo de esos que nos hacen sentir orgullosos de haber nacido en esta provincia. Los que tuvimos la suerte de haberlo conocido y compartido con él tramos de su vida y de su accionar, sentimos que su temprana partida -cuando todos esperábamos todavía que su persona derramara sobre su querido Tucumán todo su potencial-, encontremos alguna resignación, en lo valioso de su ejemplo de vida. Los años en que estuvo con nosotros nunca serán suficientes; sin embargo bastaron para mostrar el camino de lo que una persona de bien capaz y comprometida con su sociedad, con inquietudes comunitarias, puede hacer. Su auténtico interés social fue lo que lo llevó a involucrarse como dirigente y aun a incursionar en la política. No son muchos los ejemplos actuales de personas que respetan la esencia de la política entendiéndola como un servicio, no como un medio para acumular poder, satisfacer apetencias personales y transformarla en un modo de vida para sí, para su familia y para sus seguidores. No son muchos tampoco los que trabajan en la política para lograr el desarrollo de la sociedad y no para generar un sistema que por acción u omisión resulta empobrecedor de personas y espíritus con el solo de fin de permanecer en ese sistema, como parte de una casta dirigencial que nada tiene que ver con la gobernanza ni el progreso ni el desarrollo social. Para hacer honor a Roberto, retribuir la alegría, entusiasmo y proactividad con que encaró cada uno de sus proyectos personales familiares y comunitarios, no nos dejemos invadir por la pena y la frustración de su alejamiento, mantengamos firme e imitemos su manera de ser útiles a la sociedad, su generoso ejemplo de acción política, respetando desde el lugar que a cada uno nos competa, la idea fundacional de la democracia que dio origen a esta sociedad occidental de la que somos parte. Indudablemente Roberto es un diamante de la sociedad tucumana; su brillo se hará más evidente con el devenir del tiempo cuando los que hemos disfrutado de su compañía nos ocupemos de hacer propio su ejemplo de autenticidad y comprometido accionar.
Eduardo Martel
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