Felicidad: una forma de vida

Felicidad: una forma de vida

Hoy se conmemora el Día Internacional de la Felicidad, declarado por la ONU en 2012. Dos especialistas de diferentes rubros consultados por LA GACETA explicaron que la felicidad está mercantilizada en la actualidad.

20 Marzo 2021

Hablar de felicidad muchas veces deviene en cuestiones subjetivas y ambiguas que pueden llevar a distintas percepciones sobre su significado y el modo de alcanzarla. Llegar a un “estado de felicidad” fue un tema que abordó el pensamiento del ser humano desde la antigüedad. Ahora, esa búsqueda de la felicidad fue institucionalizada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuando declaró en 2012 que el 20 de marzo sería en Día Internacional de la Felicidad, día que se conmemoró por primera vez en 2013.

El objetivo que plantea la ONU en este día es “reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno”. Además, la resolución destaca la “necesidad de que se aplique al crecimiento económico un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la felicidad y el bienestar de todos los pueblos”.

El Día de la Felicidad fue propuesto por el Reino de Bután (ubicado en Asia del sur) a la Asamblea General de la ONU, en donde se aprobó el proyecto en el año 2012. Es que en Bután se considera más importante la felicidad que el crecimiento del PBI; incluso, se creo el índice de Felicidad Interna Bruta (FIB) y, según las mediciones del país, sus habitantes gozan de mayor felicidad que la media mundial.

En este sentido, LA GACETA entrevistó a especialistas de distintas ramas, para quienes hablar de felicidad no es tan fácil como pareciera en la propuesta de la ONU.

“En el psicoanálisis no hablamos en términos de felicidad porque los sujetos, al estar atravesados por el lenguaje y vivir en sociedad, tenemos que resignar las satisfacciones inmediatas para hacer pactos que nos permitan vivir con otros y eso trae sufrimiento, malestar. En ese punto los sujetos nos encontramos con obstáculos, con enigmas a descifrar y con ciertos rodeos que tenemos que hacer para ir encontrándonos tangencialmente con porciones de felicidad, con momentos de alegría, pero no con una felicidad plena”, explica María Albana García, psicoanalista miembro de la Fundación Psicoanalítica Sigmund Freud.

Cómo ser feliz

En ocasiones resulta difícil llegar a ser feliz, la misma incertidumbre que genera el concepto hace que no se sepa bien en qué momento uno es feliz o deja de serlo. Para García, esta dificultad para lograr ser feliz tiene que ver con la sociedad de consumo en la que vivimos actualmente.

“Esta cultura del capitalismo salvaje, del neoliberalismo, nos hace creer que la felicidad está al alcance de la mano, que todo lo podemos. Esta sociedad del todo vale, todo lo puedes, nos intenta vender la idea de que lo que deseamos podemos lograr, y eso termina siendo peligroso porque deja afuera las fallas, las angustias que son inherentes al ser humano y entonces dejamos de saber lidiar con eso”, afirma.

Es por esto que la felicidad misma se convierte -según la especialista- en mercancía y pasa a ser algo que se compra. “Pero ¿qué costo tiene eso? ¿qué riesgos? Y ahí aparecen las pastillas, los psicofármacos, el alcohol, el viagra y los excesos en general”.

“En definitiva -continúa- a veces cuesta ser feliz porque el sujeto, al estar dividido, no encuentra en una sola cosa y de una sola vez la felicidad porque no es un objeto a encontrar. Tiene que ver con descifrar los enigmas, con sostener proyectos, y cosas más complejas”.

Entonces García apunta a que la manera de pasarla mejor (para no decir “ser feliz”, algo más difícil de asegurar) es reconocer las cosas que a uno le cuestan, los obstáculos con los que se encuentra. “Eso genera malestar, pero tenemos que reconocerlo y hacer algo con eso porque negarlo es ponernos en riesgo”, concluye.

La felicidad ausente

El filósofo Santiago Garmendia intenta hacer un análisis todavía más profundo del tema y piensa a la felicidad desde su ausencia. Para él, lo que muestra la ONU con esto es el Día de la Infelicidad, porque habla de la ausencia de la felicidad. “Es un día para pensar en todo lo que nos falta para que no nos preguntemos ni proclamemos la felicidad. La pregunta por la felicidad implica su carencia, por eso su forma pretérita e inconsciente”, expresa.

Los griegos -explica- hablaban más de la “vida floreciente” más que de la vida feliz. “En la actualidad se propone buscar la felicidad como si fuese algo en sí misma, cuando en realidad tiene que ver con un subproducto de esta vida floreciente, de las obras a la hora de actuar”.

En un mundo mercantilizado que promete felicidad en la adquisición de un producto o un servicio genera cierta desconfianza en el pensador. “Destapá felicidad” es el eslogan de una famosa marca de bebidas gaseosas que refleja esta situación, como si ese consumo significara la consumación de aquello que lleva a la felicidad. “La felicidad siempre requiere de un proceso de vivir, de obrar, que está relacionado con una cuestión ética. La promesa de la felicidad es siempre un engaño porque estás prometiendo el resultado sin el proceso que lleva a ese resultado”, indica Garmendia.

“Es una palabra que sólo los locos, los dictadores y los comerciantes pueden usar en sus discursos. Nadie es capaz de prometer felicidad, ni siquiera en el altar de la boda -si bien nadie se une para amargarse la vida- se pone la cláusula de la felicidad”, agrega en su reflexión.

Por último, destaca que no existe una fórmula de la felicidad, una receta que haga a los hombres felices, aunque una manera de pensar en estos términos sería vivir u obrar en relación al contenido ético que podía conducir a ella. “No hay receta universal, no hay bizcochuelo de la felicidad porque funciona como utopía. La felicidad en sí no es un producto, es un subproducto de un proceso de obrar de forma que uno se acerque a la felicidad. Tiene que ver con una forma de vida”, concluye. 

(Producción periodística: Homero Terán Nougués)

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios