Día Internacional de la Escultura: cuando la piedra toma vida

Día Internacional de la Escultura: cuando la piedra toma vida

La fecha invita a valorar las importantes obras que pasan desapercibidas en Tucumán. Recomiendan seis trabajos imperdibles.

EN LA CATEDRAL. La escena bíblica del éxodo de Moisés está recreada en la parte superior de la principal iglesia de la capital. EN LA CATEDRAL. La escena bíblica del éxodo de Moisés está recreada en la parte superior de la principal iglesia de la capital.
06 Marzo 2021

El arte se expresa de miles de maneras, pero a veces pasa desapercibido. Hoy se celebra el Día Internacional de la Escultura, en homenaje al escultor, pintor y arquitecto Michelangelo Buonarotti; simplemente, Miguel Ángel. Tucumán tiene trabajos de alta calidad para el deleite y la contemplación, que vale la pena conocer y disfrutar; grandes obras al alcance de la mano que sorprenden a los turistas y no conocen los vecinos.

La escultora e investigadora Lilian Prebisch ofrece a LA GACETA una selección de las esculturas que, considera, todo tucumano debería conocer:

1.- Manuel Belgrano: la considera como una “hermosa estatua de bronce”. Se encuentra en la plaza del mismo nombre y, según cuenta la escultora, fue la primera estatua emplazada en Tucumán, en 1884.

2.- “Parábola”, de Villarrubia Norri: “Es una escultura exquisitamente trabajada por este escultor tucumano becado en Italia a principios del siglo XX. Una joya que está relegada en la ciudad luego de su traslado desde la Plaza Independencia, su primer emplazamiento. Desde 1928 está frente al cementerio del Oeste, bajo un hermoso y añejo árbol que la cobija y la hace casi invisible”, describe.

3.- Mirar hacia arriba: Prebisch invita a levantar la vista y mirar el frontis de la Iglesia Catedral. “Realizado por el escultor Juan Bautista Finocchiaro en 1912, italiano afincado en la provincia a principios del siglo XX, relata la escena bíblica del éxodo de Moisés. Es un excelente relieve que casi nadie ve”, alerta. Comenta que algo similar ocurre con el grupo escultórico, también en altura, de autor no determinado, en la Sociedad Extranjera de Socorros Mutuos y Beneficencia (San Martín 1.156). “Fue realizado en cemento en una época en la que algunas fachadas de la ciudad se decoraban con la piedra simil París, con volutas, guirnaldas, mascarones y figuras escultóricas. Aún subsisten algunas obras en los frentes de casas del casco céntrico”, añade.

4.- Ir al parque: recomienda visitar el monumento a la Madre de Roberto Fernández Larrinaga, inaugurado en 1959 en el parque 9 de Julio. “Es una talla en piedra arenisca rosada de Jujuy, de gran tamaño y resuelta con destreza. Un homenaje a la mujer-madre que puede ser una excusa para reflexionar sobre el rol de la mujer desde una mirada actual”, sugiere.

5.- Plaza Yrigoyen: elogia la figura de Hipólito Yrigoyen de la escultura porteña Ernestina Azlor, en la plaza homónima. “Es un importante ejemplo de lo femenino en el mundo de la escultura más allá de Lola Mora. Es de factura técnica impecable, tallada en mármol travertino en la década de 1940”, agrega.

6.- Una joya de la escultura: así define Prebisch a “Tenemos el poder de elegir”, de Marie Orensanz. “Emplazada en el predio del Centro Cultural Juan B. Terán en el marco de la Bienalsur 2019, sobre calle Marco Avellaneda. Una obra de grandes dimensiones que sin duda nos lleva a reflexionar”, dice.

Más difusión

Prebisch afirma que en Tucumán se tiene una gran conciencia de la obra de Lola Mora, la cual termina opacando al resto de escultores y escultoras que vinieron después. “Hay más de 145 obras dispersas en la ciudad, de diverso origen, autores, épocas y calidad. El desconocimiento tiene varias causas: la dinámica de la vida actual nos impide apreciar lo que tenemos al frente; transitamos por lugares donde hay esculturas y no las vemos; falta iniciativa desde las instituciones oficiales para valorizarlas a través de programas de difusión y jerarquización, y hay reticencia de actores con poder de decisión para implementar estrategias participativas con concursos públicos de esculturas”, reflexiona.

La especialista piensa que seríamos más respetuosos del patrimonio si se difundiese y concientizase a la población de su importancia. “No podemos valorar lo que no conocemos ni consideramos nuestro -subraya-. Hay varios emplazamientos nuevos realizados por escultores locales que deberían ser visibilizados”. Prebisch comenta que desde la Facultad de Artes de la UNT (donde trabaja) se intenta valorar a estos artistas a través de proyectos de investigación o en la formación de sus alumnos. “Las acciones aisladas no bastan. Se deberían implementar desde el Gobierno planes concretos para activar obras y hacerlas visibles a la gente. Si cobran sentido, lo hacen también sus autores; la comunidad tiene que aprender a mirar y a comprender lo que tenemos en la ciudad como pretextos para reflexionar”, añade.

Al aire libre

Que el parque 9 de Julio posee obras de arte ya lo sabemos. Todos alguna vez habrán curioseado alrededor de alguna de las más de 20, en hierro y mármol, que se encuentran diseminadas. Traídas al país y colocadas allí desde fines de los años 20, según el arquitecto Ricardo Viola, “engalanan” el parque. Representan el gusto francés o europeo de ese momento, que se trasladó a América y que se puede encontrar en todas las ciudades del continente. “En su mayoría, son de fundición; se vienen a asociar con el arte clásico, romántico, o de la época en la cual se realizaban estas intervenciones en todas las ciudades del mundo, para exponer la sociedad triunfante en aquel entonces. Tucumán está dentro de las 15 ciudades de Argentina que posee una colección de gran valor artístico de esta naturaleza”, explica. Las obras del parque -sigue- son reproducciones de estatuas que, por ejemplo, están expuestas en el museo del Louvre, en Versalles o en Montpellier.

Al igual que Prebisch, Viola -quien se define como un estudioso del patrimonio cultural, urbano y arquitectónico local- cree que es necesario que este arte se difunda más. “Contribuyen al espacio, a la estética y al buen vivir. Todos nuestros boulevares estaban engalanados por macetones; se han ido perdiendo, y es complicado porque era realmente valioso”, remarca, para hacer énfasis en la necesidad de una puesta en valor y restauración del patrimonio. “Las esculturas de hierro fueron pintadas de blanco en vez de restaurarlas. Hoy pareciera ser mármol, pero en realidad son de hierro de fundición; requieren una restauración muy profunda para evitar su oxidación -agrega-. Lo cierto es que ese arte público realmente es un camino o un instrumento más para levantar la jerarquía de la ciudad y el desarrollo del turismo, en este caso, el cultural”.

El especialista sueña con que se hagan visitas guiadas, en las cuales los tucumanos puedan conocer qué significa el parque, los valores que contiene, y crear conciencia en la protección de la cultura, tanto para la restauración como para evitar el saqueo. E invita a todos a visitar sus emplazamientos, aunque admite: “realmente conmueve cuando uno estudia las esculturas y las entiende, porque si no las va a comprender es muy difícil apreciarlas en su integridad”. Por esto, valora como una buena alternativa unir al estudioso y al vecino común para compartir saberes. “Representan una época muy importante de la provincia en la cual se hicieron obras muy significativas”, finaliza.

(Producción periodística: Nicolás Sánchez Picón)

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios