Empresas que crecen y son amigables con el medio ambiente

Empresas que crecen y son amigables con el medio ambiente

Tres tucumanas nos cuentan cómo pueden producir y vender sus artículos sin contaminar, cuidando el planeta y la salud de todos. ¿Cuál es el secreto?

NATURALEZA. Prendas de Natalia Orozco. La emprendedora usa moldería que garantiza cero recortes de descarte y pigmentos de fibras naturales. NATURALEZA. Prendas de Natalia Orozco. La emprendedora usa moldería que garantiza cero recortes de descarte y pigmentos de fibras naturales.

El calentamiento global, la contaminación y el excesivo uso de nuestros recursos naturales son temas que preocupan a la sociedad. Los jóvenes son quienes normalmente toman la posta en estas cuestiones y quieren crear conciencia e intentar cambiar el futuro. Unos lo hacen con militancia, otros modificando sus hábitos y algunos a través de un trabajo sustentable y ecológico. Hoy te traemos tres emprendimientos en Tucumán que son amigables con el medioambiente.

A pesar de ser conocidos como miembros de una generación apática, prendida todo el tiempo al móvil y a las redes sociales, los millennials no se conforman con la realidad ambiental. Reconocen los errores de quienes los antecedieron y plantean cambios para un mañana mejor. Según el compromiso que cada uno tiene con la causa, existen diferentes vetas. En nuestra provincia hay cada vez más grupos que realizan actividades ecológicas y charlas, como así también surgen emprendimientos eco-friendly que buscan cuidar nuestros recursos, el suelo y a los animales.

Agendas ecológicas

Solana María Varela, de 30 años, se define como arquitecta de profesión y emprendedora de vocación. Desde hace cinco años está al frente de un emprendimiento de agendas personalizadas, ecológicas, que busca crear conciencia ambiental.

Cuenta que la idea surgió hace algunos años. “En una Navidad, me tocó mi mamá en el amigo invisible, y no tenía muchos ahorros para comprarle un regalo, porque acababa de renunciar a mi trabajo para recibirme. Así que la necesidad despertó la creatividad y armé la primera agenda”, relata. Con el tiempo y con el empuje que le dio una amiga, empezó a producir las agendas para la venta.

SEMILLAS. Este sobrecito acompaña las agendas de Solana Varela. SEMILLAS. Este sobrecito acompaña las agendas de Solana Varela.

“En un primer momento -relata- el foco del emprendimiento era ofrecer agendas personalizadas. Con el correr del tiempo y el aumento de los encargos, descubrí que al ser un elemento de uso diario, era una gran oportunidad para educar en el cuidado del medio ambiente y, así, decidí modificar el producto para hacerlo más amigable al planeta”.

¿Cómo se volvieron más ecológicas las agendas? Sola explica que cambió las hojas blancas por otras que estaban elaboradas con fibras renovables de caña de azúcar y libre de químicos blanqueadores. Además, redujo el impacto negativo del metal al optar por un anillado discontinuo. Disminuyó el plástico en las tapas hasta el mínimo necesario y su packaging alterna papel madera con bolsas de lienzo reutilizables.

Por otro lado, mide el uso de energía en su taller y separa residuos para permitir a una cooperativa de reciclado generar ingresos.

JABONES EXFOLIANTES. Uno de los productos de María Fernanda Silva. JABONES EXFOLIANTES. Uno de los productos de María Fernanda Silva.

Sus agendas también se acompañan de lo que ella llama “mi deseo plantable”, que es un papel con semillas donde cada persona puede anotar su deseo para el año y, al cumplirlo, plantarlo para ver crecer vida.

La joven considera que para poder generar un cambio primero hay que educar. Explica que tuvo la oportunidad de conocer sobre el impacto que tiene el ser humano en el planeta, pero no es información a la que todos tengan acceso. “Es hacer que la gente tome ese pequeño hilo del que puede tirar un inmenso ovillo, que arranca con informarse y termina por involucrarse y tomar parte activa en el cambio que nuestro planeta necesita. Después de todo, la idea es dejar un mejor planeta del que recibimos, ¿no?”, finaliza.

Cosméticos

María Fernanda Silva, de 25 años, es estudiante avanzada de medicina y espera poder especializarse en dermatología. Actualmente se encuentra al frente de un emprendimiento de productos naturales de belleza y cuidado personal. “Es mi proyecto personal, a partir del cual puedo aportar mi granito de arena a este mundo sustentable en el cual yo quiero estar inmersa y que todos estemos: un mundo mucho más saludable y amigable con nosotros y con todos los seres vivos que nos rodean”, resume.

Fernanda comenta que toda la producción es artesanal: ella elige la materia prima y se encarga de la elaboración de los productos. Estos no contienen sulfitos, sulfatos ni parabenos que, asegura, están presentes en la mayoría de los productos industriales y son perjudiciales para nosotros y para el medio ambiente.

Explica que el emprendimiento es eco amigable desde dos perspectivas: por un lado, la materia prima como el testeo de los productos ni derivan de animales ni se hacen en animales. Por el otro, el emprendimiento es “zero waste”, esto es, libre de plásticos y con disminución máxima de residuos. Además, los productos se envuelven en papel compostable y biodegradable.

Hace shampoos y acondicionadores sólidos, cremas corporales, exfoliantes, jabones, aceites, agua micelar, entre otros.

“Tenemos productos para diferentes tipos de piel, hipoalergénicos y testeados. De haber alguna patología puntual recomiendo consultar con un profesional previamente para ver si pueden utilizar o no el producto”, recomienda María Fernanda.

Diseño natural

Natalia Orozco, de 25 años, nació en Jujuy pero vive en Tucumán desde hace siete años. Desde aquí dirige su tienda de ropa con diseño natural y consciente.

“Significa partir de lo que nos da la naturaleza, con tejidos naturales de producción responsable y local y colorearlos con pigmentos que recolectamos de hojas que visten nuestro entorno natural, trasladando esos paisajes a nuestras prendas”, explica Natalia.

“La historia comienza en Tucumán. Yo estudiaba arquitectura y desde siempre me gustó el diseño de indumentaria. Fue así como empecé a buscar mi propio rumbo y me inscribí en una capitación para artesanas. Ahí conocí los tintes naturales: lo que más me asombró fue la experiencia de poder colorear lanas y tejidos con colores extraídos de plantas y cortezas del territorio”, recuerda.

Con el tiempo, Natalia continuó investigando, preparándose e informándose sobre las etapas de producción de moda, para ver dónde podía reemplazar los procesos tradicionales con las técnicas que había aprendido y así también disminuir la contaminación que se genera.

“Me impactó el proceso al punto que cambió mi visión del mundo, eso de alquimizar con las plantas y minerales para colorear telas con la propia naturaleza”, cuenta la joven.

Su emprendimiento es cero desperdicios textiles, asegura. “Dentro de mi investigación sobre la contaminación que genera la industria textil y de moda, que hice antes de fundar mi emprendimiento, descubrí la problemática de los residuos textiles generados en el proceso de corte y confección de las prendas. Hay estudios que demuestran que el 14% correspondiente al 100% del textil utilizado para una sola prenda se desperdicia y es arrojado como basura. Buscando soluciones a esta problemática encontré la metodología de diseño con moldería que garantiza cero desperdicios textiles, porque se usa el 100% de la tela sin generar recortes de descarte”, explica. Si sobrará algo, se usa la tela para aplicaciones o detalles, como coleros, por ejemplo.

Con su emprendimiento busca promover y concientizar sobre el cuidado ambiental, desde una producción sana y responsable. Para este fin, incluso, realiza alianzas con fundaciones para ayudar al medioambiente. Una de sus colecciones, ayuda a salvar bosques nativos en peligro. Cada prenda (hecha con tintes naturales extraídos de la flora tucumana) salva 10 metros cuadrados de la selva misionera e incluso cada prenda trae consigo las coordenadas geográficas de la porción de bosque a la que se ayuda.

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