Cartas de lectores
13 Enero 2021

ESTATUA DE MARADONA

Nadie puede dudar de la extraordinaria habilidad para jugar al fútbol de Diego Maradona. Está considerado, con justicia, el mejor jugador del planeta en lo que va de la historia. Pero disiento totalmente de haber construido una estatua en Famaillá con la figura del astro haciendo un gol con la mano (el gol convertido a los ingleses en el mundial de 1986). Una estatua que inmortaliza la “trampa” deportiva no nos reivindica como respetuosos de la legalidad futbolística. Hubiese preferido que se construyera una estatua con otra postura de Maradona haciendo goles bellísimos y maravillosos, con los pies, como rezan los reglamentos del fútbol en todo el mundo.

Héctor Miguel Avila

ÁRBOLES CENTENARIOS

Han pasado más de dos semanas desde la terrible tormenta que asoló la capital y que dejó como saldo casas destruidas, inundadas, vehículos deteriorados y árboles caídos. Sobre estos últimos es a lo que me quiero referir. El viento huracanado ha terminado en especial con árboles centenarios de la ciudad. Tal es el caso de dos árboles de gran porte que fueron derribados por el furioso viento de aquella noche. Estaban en la 9 de Julio al 400 y al 500. Fueron arrancados de cuajo, de raíz, y los dos cayeron sobre vehículos estacionados en las citadas arterias. La Municipalidad se ocupó tan pronto como pasó la tormenta en trozarlos. A la semana recién fueron levantados, pero he aquí que no terminaron su tarea pues todavía y hasta el día de hoy persisten las raíces y parte del tronco en dicha arteria. La fuerza del viento al levantar de cuajo estos centenarios árboles llevó consigo las veredas y hasta los caños de los cables de servicios de una empresa. Hoy representa un peligro para el transeúnte circular por las veredas de 9 de Julio al 400 y en especial al 500. Este último presenta un peligro mayor ya que afecta a toda la vereda. Yo me pregunto a esta altura de los acontecimientos: ¿la Municipalidad habrá dejado estos restos como monumento recordatorio a una noche trágica? Al intendente y a Espacios Verdes los apremio con respuestas coherentes y los invito a que reemplacen todos los ejemplares viejos carcomidos por el tiempo para evitar desastres mayores y con especies que no levanten al crecer las veredas.

Juana Farías

ANTIGUO RETABLO MONTERENSE

Monteros, una población de origen colonial, atesora en sus entrañas una rica tradición de relatos orales que nos transportan virtualmente hacia el pasado. En algunos casos es el inicio de mitos y leyendas, tal el caso de una imagen religiosa de la Santísima Trinidad. El origen de la representación es dudosa en cuanto a su antigüedad, no así por su manufactura. Con la ayuda de la genealogía, creemos haber desentrañado que su data se remonta hasta fines del Siglo XVIII o comienzos del siguiente. Este ícono perteneció a Juan Felipe Pérez, siendo parte de la dote que entregó a su primera esposa María de los Santos Molina al momento de su boda 20 de julio de 1807. El aporte de la ciencia auxiliar de la historia, que mencionáramos, es el nombre “Trinidad” de por lo menos cuatro de las hijas en sus matrimonios, a saber, el segundo con María Cesárea Iturrioz, 27 de junio de 1816 y el tercero con Leonarda Ladrón de Guevara en 1841. Este hecho indicaría que Juan Felipe fue devoto de las “tres personas distintas y un solo Dios verdadero” como en oraciones lo representa el ritual católico. En cuanto a su origen es cuzqueño a pesar que Arsenia de Jesús Pérez en fogones de noches de invierno relataba a los nietos, que su abuelo, un hombre muy rico, había regalado a la abuela para su casamiento un retablo de la Santísima Trinidad, adquirido en Bolivia. Aún más, la imaginación se potenciaba hasta la exacerbación cuando sus labios señalaban en voz baja, como si no quisiera ser oída por un oculto enemigo, un secreto: “la imagen era de oro y plata y desapareció misteriosamente a su muerte”, parte de una leyenda. Lo cierto es que la imagen quedó en manos de su última esposa al fallecer Juan Felipe en 1862, quién la heredó fue su hija Jesús Pérez, a continuación fue María Felipa Azurmendi la poseedora del ícono, quién al unirse a con Fidel Minoli en 1903, que le dio una hija llamada María Argentina Margarita Minoli que se convirtió en la última heredera directa del matrimonio Pérez-Ladrón de Guevara. María Minoli, soltera, vivió sus últimos años en calle Rivadavia de nuestra ciudad a la par del edificio del actual Banco Macro, hasta la década del 70 del siglo pasado, teniendo la asistencia de la abogada Marta Freijo, a quién la unía lazos de amistad y de familia por cuanto sus abuelos paternos Freijo-Azurmendi fueron los padrinos de bautismo de doña María. Luego que el retablo pasara por manos de una hermana y un sobrino de la letrada, fue adquirido por el Sr. Juan Carlos Rosso, su actual poseedor quien proyecta su restauración, ya que el tiempo y descuido de alguno o varios de sus poseedores causó algún estrago en el icono. ¡Ah! olvidaba, conozco con detalles el hecho por mi condición de nieto de Arsenia Pérez y tataranieto de Juan Felipe Pérez.

Arturo D. Zelaya 

Congreso 122

Monteros

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