Durante el eclipse primó una inquietud ancestral

Durante el eclipse primó una inquietud ancestral

Última entrega del diario de viaje del periodista que cubrió el fenómeno. Entre los testigos, la emoción cedió a la reflexión y la esperanza.

FOTO: Gentileza de Carlos Di Nallo FOTO: Gentileza de Carlos Di Nallo

Llegó el fin de la travesía patagónica con el final más esperado: la breve noche del eclipse total de sol en las tierras del fin del mundo. Un momento que conmocionó al mundo entero y que en el sur país se vivió intensamente.

En esa penumbra, la del sol oculto por la luna, todos quedaron hermanados y primó una inquietud ancestral. “¿Cómo se vivieron los eclipses desde las culturas antiguas hasta hoy?”, fue una de las preguntas que interpeló a la mayoría de los expedicionarios. El fenómeno se expresó con una belleza imponente coordinada por el poder de la naturaleza y quizás ese impacto llevó a relacionarlo con la huella de la humanidad en el planeta.

Como si un eclipse total de sol nos obligara a repensarnos colectivamente. Como si generara, en quienes lo presenciaron, un repaso espontáneo por la historia de las civilizaciones: las guerras, las religiones, los pueblos, las aglomeraciones, el arte, las catástrofes, las pandemias: como si un eclipse fuese un símbolo o una respuesta.

La realidad es que ha sido un año muy duro y para muchos el evento se vivió como una catarsis o una señal: “la posibilidad de cerrar el año con una bendición”, decían algunos; “un mensaje de la naturaleza para ser mejores”, repetían otros.

Esto es imposible de probar, pero no deja de ser valioso si nos permite reflexionar y encontrar objetivos en común para mejorar nuestro mundo. Fuera de eso, lo cierto es que un eclipse total de sol, por maravilloso que sea, es un acontecimiento astronómico estudiado y predecible, el resto son simples conjeturas, búsquedas introspectivas que no se registran en los telescopios.

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