La economía de 2021 con un ojo en el dólar y el otro en la inflación

La economía de 2021 con un ojo en el dólar y el otro en la inflación

La pandemia puso patas arriba a la economía global y nacional, trastocando los objetivos que tenía el gobierno de Alberto Fernández.

La economía de 2021 con un ojo en el dólar y el otro en la inflación
13 Diciembre 2020

1.- Lo que se proyectó

Al momento de asumir la actual gestión de Gobierno nacional, el equipo económico se proponía recomponer el salario real, que acumulaba una caída de 20% en 2018 y 2019, y así reactivar una economía que había retrocedido 4,5% en dos años. A la vez, tenía la difícil misión de bajar una inflación que había promediado 50% anual en el bienio anterior. Como si todo esto fuera poco, se enfrentaba con importantes restricciones fiscales: aunque la salud de las cuentas públicas había mejorado durante la gestión Cambiemos, las exigencias de la reestructuración de la deuda y el nulo acceso al crédito frenaban las posibilidades de que el sector público encabezara la recuperación, recuerda Ecolatina. A comienzos del mandato, indica la consultora, el gobierno aumentó las retenciones a las agroexportaciones, endureció las alícuotas de Bienes Personales y cambió la fórmula de movilidad jubilatoria aprobada a fines de 2017 por aumentos discrecionales para la seguridad social -subas en línea con la inflación para los haberes mínimos jubilatorios y por debajo para quienes cobren más de $ 30.000-. De esta forma, el resultado fiscal se aprestaba a encarar un 2020 equilibrado.

2.- Llegó la pandemia

La llegada de la pandemia, en marzo pasado, forzó a restringir la producción y dejó a mucha gente sin ingresos. En respuesta, el gobierno expandió su gasto en medio de una caída inédita de la recaudación. El aumento del déficit fiscal fue moneda corriente a lo largo del mundo; sin embargo, fuimos la excepción a la hora de financiarlo: casi íntegramente con emisión, dado que los mercados de crédito seguían cerrados, dice Ecolatina. El Banco Central comenzó a asistir al Tesoro, y arreciaron presiones cambiarias. A partir de abril, la emisión se disparó, dando lugar a un exceso de liquidez -no absorbido en un primer momento-, que presionó tanto al dólar oficial como a las cotizaciones paralelas. En respuesta, la brecha escalaba semana tras semana. En simultáneo, la economía se derrumbaba, cayendo a tasas de dos dígitos interanuales y se destruía un quinto de los puestos de trabajo. Aunque una parte no menor de esta dinámica obedeció a las restricciones operativas, los problemas de demanda no tardaron en aparecer. Por lo tanto, la incertidumbre local no obedecía solo a la renegociación de la deuda, sino también a que la crisis económica y social.

3.- Historia de desequilibrios

Por un lado, una crisis sanitaria que no cedía. Por otro, una crisis económica y social que se agravaba con la pandemia. Por último, un desequilibrio fiscal inédito financiado con emisión en medio de una reestructuración de la deuda con acreedores privados. A fines de agosto, el Ministerio de Economía reestructuró su deuda con los acreedores privados, logrando un buen acuerdo en materia de plazos de pago y reducción de intereses. Sin embargo, no alcanzó para desalentar la dolarización ni reabrir el financiamiento externo. Por el contrario, en un contexto donde las reservas netas retrocedían a diario, las presiones se agravaron.

4.- De verde a “blue”

En septiembre, el Banco Central endureció el cepo para frenar la demanda de divisas. Las medidas de “garrote” no tuvieron los resultados buscados, sino que agravaron los problemas: la brecha se disparó, alimentando en el camino las expectativas de devaluación. En octubre, el Palacio de Hacienda cambió su estrategia. En lugar de endurecer controles, apuntaló incentivos: se relajaron las retenciones, se mostraron algunas señales de mayor austeridad fiscal y se ofrecieron algunos instrumentos atractivos de ahorro en pesos. En sus primeros días, estas medidas no surtieron grandes efectos, y el dólar “blue” se acercó peligrosamente a los $ 200. Sin embargo, hacia fines de octubre algo cambió: la Anses y el BCRA intervinieron en los mercados paralelos, vendiendo bonos contra pesos, y contrarrestaron parte de las tensiones. No obstante, las reservas siguieron en rojo durante noviembre. Aunque la caída se atenuó, no se revirtió el derrotero. Pese a que las tensiones en los mercados paralelos se relajaron, las posibilidades de una devaluación continúan latentes: mientras que el poder de fuego del Central no se recupere, las chances de un salto cambiario permanecerán.

5.- Lo que se viene

Bajo este escenario se llegará a 2021 con una economía un poco menos golpeada, e incluso algunas perspectivas de recuperación por el lado real, pero con un stock de reservas netas por debajo de los U$S 4.000 millones que provoca mucha incertidumbre, indica Ecolatina. “Asumiendo una rápida y efectiva campaña de vacunación, la suerte de 2021 dependerá de la batalla cambiaria: si la corrida no frena y hay una devaluación, las tibias señales de mejora desaparecerán; en cambio, si la estrategia del Central termina siendo exitosa y se evita el salto del dólar oficial, es probable que la recuperación se fortalezca mes a mes, proyectó la consultora.

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